Investigación

De la oficina a la cárcel: la vida de la joven Elisabet Ramos antes de su desaparición

El hallazgo de dos cadáveres en Elche reabre la investigación sobre la mujer, de quien se perdió la pista el 8 de junio de 2019

El cartel de búsqueda de Elisabet Ramos Alonso.

El cartel de búsqueda de Elisabet Ramos Alonso.

Pérez Gil

La misteriosa desaparición el 8 de junio de 2019 de Elisabet Ramos Alonso, de 31 años y nacida en Aspe (Alicante), y de su pareja Kamal Mohamed Mohamed, varios años mayor que ella, natural de Melilla y con nacionalidad marroquí, podría resolverse en cuestión de días. Ambos mantenían una relación sentimental desde hacía tres años y, solo unos meses antes de su desaparición, habían comprado una finca en la carretera que une las localidades de Aspe y Crevillent. Tenían muchos planes de futuro, tal y como ella le había trasmitido a su entorno de amistades más íntimo.

Elisabet nació en el seno de una familia trabajadora -sus padres regentaban un puesto de alimentación en el mercado municipal- y en un entorno estructurado sin carencias materiales ni afectivas. Así pasó una infancia y juventud feliz junto a una hermana y un hermano. Fue alumna desde los tres años del colegio de las Carmelitas de Novelda y posteriormente completó un módulo de FP de la rama administrativa en un instituto de la mismas localidad. Al acabar sus estudios comenzó a trabajar en las oficinas de una empresa hasta que, después de casarse con un hombre de Aspe del que se separó años después, se quedó embarazada de su único hijo -ahora tiene 14 años- y dejó su empleo.

Su vida dio un giro radical a los 23 años cuando fue detenida por la Guardia Civil en posesión de drogas tras un viaje a Marruecos. La condena fue de tres años y comenzó a cumplirla en la prisión de Huelva. Admitió que había cometido un "error" y solo estuvo entre rejas año y medio por el buen comportamiento que demostró desde el primer día. Al alcanzar el tercer grado penitenciario fue trasladada al Centro de Inserción Social de la cárcel de Fontcalent en Alicante y allí conoció a Kamal. Él se encontraba entonces en prisión preventiva tras ser arrestado en agosto de 2007 como presunto cabecilla de una potente organización que se dedicaba a introducir, principalmente en la Región de Murcia, miles de kilos de hachís desde Marruecos.

En la denominada 'Operación Chárter' la Policía Nacional logró intervenir tres toneladas de resina de cannabis y detuvo a 26 personas. Entre ellas dos agentes de la Guardia Civil encargados supuestamente de facilitarle cobertura, vigilancia e información reservada a Kamal. En cualquier caso, éste ya había cumplido la condena cuando desapareció con su pareja. Su ausencia también fue denunciada por su familia, que se haya repartida por diferentes ciudades de España, Alemania y Marruecos.

De hecho, semanas después del suceso su madre viajó a Aspe desde Melilla en busca de información sobre su hijo. El día en el que desaparecieron sin dejar rastro Elisabet Ramos y Kamal Mohamed estaban realizando arreglos tanto en el chalé como en la piscina del campo que habían comprado en la carretera que une Aspe con Crevillent. También querían acondicionar el almacén de la finca para poner en marcha un negocio. El barranco de Elche donde han aparecido los dos cadáveres se encuentra a 10 kilómetros en línea recta de la propiedad.

Familiares y amistades de Elisabet destacan su "gran corazón y su carácter abierto" y la describen como una mujer "normal y trabajadora". Pero creen que su paso por la cárcel cambió su vida de forma negativa. Su última pareja no resultaba del agrado de su círculo más íntimo y su madre, Antonia Alonso, solo lo conocía de vista. Ahora lamenta con pena la "mala suerte" que tuvo su hija en unas relaciones sentimentales que "la llevaron por un camino que no era el suyo"

La familia se siente "superada y nerviosa"

Los padres y la hermana de Elisabet siguen convencidos de que ella no se marchó voluntariamente. Están seguros de que, en caso de haber tenido que ausentarse de forma precipitada por cualquier motivo, habría contactado con ellos para que no se preocuparan. Y, sobre todo, no hubiera dejado en Aspe a su hijo.

El padre de la desaparecida, Antonio Ramos, se muestra cauteloso aunque admite con pesimismo que todo apunta a un mal desenlace. Su hija no ha querido decir nada. "Tenéis que entendernos porque estamos superados y nerviosos por el hallazgo de los cadáveres en Elche y todos los comentarios que se están haciendo. Nosotros no sabemos nada y estamos impacientes esperando a que los agentes de la Policía nos digan algo porque son los únicos en los que confiamos", ha indicado Gema Ramos. Este diario también ha contactado con la madre, Antonia Alonso, que asegura que están igual que el día en el que denunciaron la desaparición. "Quisiera saber algo ya porque esto es una tortura y una agonía y ahora lo único que quiero pensar es que mi hija está viva", afirma mientras reclama respeto para la familia.