JEAN MICHEL BAMBERGER

El marido de Joana Biarnés: “No creo en el más allá; si lo hubiera, ella se me aparecería para decirme que adelgace”

Jean Michel Bamberger es el viudo de la primera fotoperiodista española de la historia

A los cinco años de su fallecimiento, recibe a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en su casa de Viladecavalls

Jean Michel Bamberger, viudo de Joan Biarnés, muestra una foto en la que salen los dos

Jean Michel Bamberger, viudo de Joan Biarnés, muestra una foto en la que salen los dos / DLF

David López Frías

David López Frías

“La mujer de...”, “la esposa de...”. ¿Cuántas veces hemos leído esa fórmula cuando se habla de una mujer? ¿Cuántas veces hemos incurrido en ella los medios de comunicación?. Como si el único valor de esa persona fuese estar casada con su marido. Con un hombre.

Pues esta vez, en EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, vamos a permitirnos utilizar esta fórmula de forma deliberada. Pero a la inversa. Vamos a hablar con “el marido de”. Porque aunque Jean Michel Bamberger (París, 1940) atesora una (muy) dilatada trayectoria como periodista internacional, lo que nos lleva a entrevistarle es haber sido el marido de una mujer ilustre. De Joana Biarnés Florensa (Terrassa, 1935 – Ibidem, 2018), la primera mujer fotoperiodista de España.

La de Biarnés es la historia de una mujer adelantada a su tiempo. De una revolucionaria que se metía a hacer fotos en los campos de fútbol durante la dictadura franquista y los árbitros paraban los partidos, porque una mujer retratando a hombres en pantalón corto era una inmoralidad. De una fotógrafa tan entregada a su trabajo, que se coló en la habitación del hotel donde se hospedaron The Beatles cuando dieron su primer concierto en España y se acabó haciendo amiga de ellos (aunque Ringo Starr pensó que estaba loca). La de una profesional con un concepto tan alto de la ética laboral, que dejó el oficio en cuanto le empezaron a pedir trabajos de paparazi.

Jean Michel muestra una de las fotos que le hizo Joana Biarnés a The Beatles

Jean Michel muestra una de las fotos que le hizo Joana Biarnés a The Beatles / DLF

Y la historia de Joana con Jean Michel es una historia de amor que arrancó en 1963 con un flechazo, cuando él aún sólo sabía (literalmente) cuatro cosas en español. Sólo la muerte los separó, en 2018, cuando ella ya estaba prácticamente ciega, con sus ojos desgastados de haber retratado a toda una generación española. Los separó físicamente, porque Jean Michel va cada mañana, puntualmente, a visitar su tumba al cementerio.

La soledad

“No me acostumbro a estar sin ella”, confiesa Jean Michel en su casa de Viladecavalls, el pequeño municipio en el que vivió la pareja desde 2007. “Lo peor es comer solo. Es algo siniestro”, cuenta, en el sillón en el que se sigue sentando. A su lado, el sillón vacío de Joana. O Juana, como la sigue llamando su viudo: “Aquí aprendí que leer en voz alta es mucho más placentero que leer en silencio. Lo aprendí porque Juana tenía una enfermedad degenerativa que le hizo perder la vista. Nos sentábamos los dos juntos y yo le leía la prensa en alto”.

Jean Michel alude constantemente al equipo perfecto que formaron. Periodistas ambos, se conocieron casi por casualidad en Madrid, en 1963. Él era un periodista francés en ciernes. Nacido en 1940 casi a escondidas, porque fue alumbrado en el París ocupado por los nazis, en un hospital privado.

Hizo la mili en la guerra de independencia de Argelia, donde "vi como mataron a un compañero. Estábamos en un bar de Argel, entraron unos tipos y le volaron la cabeza. Desde entonces, siempre que voy a un bar o un restaurante, tengo la costumbre de sentarme en un sitio en el que pueda ver la puerta”. Como había estudiado periodismo, empezó a hacer tareas de comunicación: “Iba con un magnetófono recogiendo saludos que los soldados grababan para sus familias; luego se enviaban a Francia y se emitían en la radio”.

Camisón de noche

La radio le cautivó desde niño: “Veía en el transistor los nombres de la ciudades del mundo. Amsterdam. Londres... Era una forma de viajar por el mundo sin salir de casa”. En cuanto acabó el servicio militar, empezó a trabajar en la radio francesa. “Así llegué a España, porque habíamos vendido un programa francés, que aquí se emitió en la SER y se llamó Ustedes son formidables. Lo presentaba Alberto Oliveras. Yo vine para coordinarlo”, recuerda.

La egarense Joana Biarnés fue la primera fotoperiodista de España

La egarense Joana Biarnés fue la primera fotoperiodista de España / Archivo Joana Biarnés

Corría el año 1963, él tenía 22 años “ y sólo sabía decir cuatro cosas en español: gracias, una cerveza, te quiero y camisón de noche. No me preguntes por qué, pero sabía decir camisón de noche”. reconoce. El conductor del programa, Alberto Oliveras, fue quien le presentó a los pocos días “a una fotógrafa catalana muy simpática”. Una chica que había empezado en el mundo de la fotografía por ayudar a su padre y se había abierto camino a codazos en un sector exclusivamente masculino.

Así se conocieron y así surgió un flechazo que, como todo en la vida de la Biarnés, fue atípico: echarse un novio francés que no hablaba español y que era cinco años menor que ella, cuando lo habitual era que el hombre fuese el mayor de la pareja. Pero enseguida tuvieron claro que eran el uno para el otro. “Yo dejé pronto el piso en el que vivía y me fui con ella. Y así estuvimos, viviendo 'en pecado' durante siete años en un piso de Madrid”.

Viaje de novia

Se casaron por fin “el 7 de marzo de 1970 en Versalles. Ella llevaba un vestido precioso y yo tuve que empujar el coche que llevaba a los invitados, porque nevó y se quedó atrapado”, recuerda. Una boda que, de primeras, no sentó bien en casa de los Bamberger, porque "en aquel tiempo, las españolas que iban a Francia lo hacían sólo de criadas, para limpiar casas”.

Una icónica foto que Joana Biarnés le hizo a Marisol

Una icónica foto que Joana Biarnés le hizo a Marisol / Archivo Joana Biarnés

Joana, para entonces, ya se había hecho un nombre en el mundo de la fotografía en España retratando a celebridades. Colándose en la habitación en la que se hospedaban The Beatles en Madrid (1965) o acompañando a Massiel a comprar el vestido con el que ganó Eurovisión (1968). Para que su madre aceptase su boda, Jean Michel tuvo que tirar de contactos: "Yo era corresponsal de la revista Paris Match en España y me las arreglé para que Juana publicase un reportaje en la revista. Y entonces sí, mi madre la aceptó. Porque publicar en París Match suponía tener prestigio”.

Joana y Jean Michel decidieron ir de viaje de novios a Tokio. Pero ambos estaban enganchados al periodismo. Y a él le ofrecieron cubrir un gran evento aquellos días: “Más que ofrecerme, es que casi me obligaron. Era el combate de boxeo entre Urtain y el alemán aquel [Peter Weiland] en Madrid. El dueño de la revista en persona me dijo que tenía que cubrirlo sí o sí. Juana y yo lo debatimos durante un buen rato y al final decidimos que, como ya teníamos comprados los billetes, se fuese ella sola”.

Fue así como Joana Biarnés “viajó sola de luna de miel, porque yo me quedé trabajando. Luego me contó que en el avión, a los novios que volaban, les invitaban a una copa de champán. Y ella... pues pidió su champán. Se lo trajeron y le preguntaron que dónde estaba el novio, para darle la copa. Y ella les decía que no, que el novio se había quedado en tierra”, ríe. “No estuvo mal, porque ella también aprovechó el tiempo para hacer dos reportajes en Japón; los cobró y se pagó con ese dinero el viaje entero”.

¿Lesbiana?

Asegura Jean Michel que su mujer “nunca fue grosera, pero siempre tuvo los ovarios bien puestos, la Juana”. Tenía que tenerlos, porque no era fácil sobrevivir siendo la única fotoperiodista en un mundo exclusivamente masculino y machista. “Ella estuvo mucho tiempo de 'freelance', pero finalmente entró en nómina del diario Pueblo. Y allí se tuvo que cuadrar en varias ocasiones”.

Una de las fotos más conocidas de Carmen Sevilla la hizo Joana Biarnés

Una de las fotos más conocidas de Carmen Sevilla la hizo Joana Biarnés / Archivo Joana Biarnés

“Hubo un redactor que la llamó aparte para decirle que le había traído un regalo. Cuando lo abrió, era un bikini. Juana vino esa noche a casa, entre extrañada y enfadada. Que a ver por qué el compañero le había traído un bikini”. Ese fue la primera de muchas insinuaciones de compañeros de redacción, que le proponían tener sexo con ella. Y como ella se negaba, “dos de aquellos periodistas (entre ellos el del bikini) empezaron a difamarla y a difundir que era lesbiana, sólo por el hecho de que no quería acostarse con ellos”.

La Biarnés zanjó aquel rumor a lo grande: “Un día organizaron una comida del periódico y el director, Emilio Romero, que políticamente estaba muy alejado de mi ideología, pero que era un gran profesional, le dijo a Juana que invitase a su novio francés porque le caía muy simpático. Y allí me planté yo, en la comida de Pueblo”.

Estando ya todos sentados a la mesa, “éramos todo hombres y Juana era la única mujer. La sentaron justo enfrente del director. Y allí, delante de todo el mundo, le dijo a Romero: “Escúchame una cosa: en la redacción hay dos hijos de puta”. Qué ovarios la Juana, eh. Pues así lo dijo: “En la redacción, sentados en esta mesa, hay dos hijos de puta que van diciendo por ahí que soy lesbiana. Y es porque no me quiero acostar con ellos”. Se hizo el silencio. El director le pidió los nombres y los suspendió a los dos de empleo y sueldo”, explica Jean Michel.

Colgar la cámara

Juana pasó mucho tiempo de 'freelance' y montó su propia agencia. Siempre iba buscando historias distintas y encontró una en Galicia: un señor que había superado un cáncer y ayudaba a los enfermos con charlas motivacionales. Joana fue a verle, le hizo unas fotos y se dispuso a venderlas "a una revista del corazón medio cuyo nombre ella nunca quiso decir, y por tanto yo tampoco lo diré", señala Bamberger.

Jean Michel Bamberger muestra una foto de su viuda

Jean Michel Bamberger muestra una foto de su viuda / DLF

La cuestión es que el director del medio, al ver las fotos, se echó las manos a la cabeza: "Pero Juana... esto no vende. No me interesa nada. ¿Sabes lo que vende ahora?", le espetó el hombre. Abrió su cajón y sacó unas fotos de Lola Flores y su familia, vestidos todos de reyes magos: "Esto es lo que vende, Juana".

La Biarnés, que ya andaba cansada de la deriva que había tomado el sector, volvió a su casa y le comunicó a su marido que ese mismo día dejaba la profesión. Se deshizo de todas las cámaras y objetivos y le propuso a Jean Michel irse a vivir a Ibiza y montar allí un restaurante. "Yo nunca la había visto tan triste. Y en realidad, a ella se le daba muy bien la cocina y a mí siempre me hizo ilusión montar un restaurante. Así que le dije que sí. Lo dejamos todo y a Ibiza nos fuimos", recuerda. Corría el año 1985.

En la isla montó Cana Joana, un pequeño restaurante al que asistían las celebridades que conoció durante su época como fotógrafa. Julio Iglesias, Roman Polansky, Sara Montiel o Raphael, para el que estuvo trabajando como fotógrafa antes de retirarse. "Fue un trabajo duro, pero gratificante. Lejos de los medios. Y allí estuvimos hasta 2007. Para entonces, ella ya había perdido gran parte de la vista por una enfermedad degenerativa. Y a mí me diagnosticaron dos cánceres", rememora Bamberger.

La fama

A Ibiza se fueron dos y a Cataluña regresaron tres: "Nos trajimos un gato. Juana le puso Misha. Nos costó más caro su billete que los dos nuestros juntos. Al llegar aquí lo llevamos al veterinario, que nos dijo que habría que cambiarle Misha por Misho, porque era macho. Lo mandamos a castrar para que no se escapase, pero creo que se equivocaron y le cortaron las cuerdas vocales. Porque nunca maúlla pero se sigue escapando. Aún vive, el Misho. Hoy ha regresado a casa, después de varios días".

Misho, que inicialmente fue Misha, fue el gato que la pareja se trajo de Ibiza

Misho, que inicialmente fue Misha, fue el gato que la pareja se trajo de Ibiza / DLF

Ya jubilada y con la vista muy desmejorada, a Joana le llegó el reconocimiento que no tuvo en vida. Cristóbal Castro, exfotógrafo jefe del 'Diari de Terrassa', descubrió sus fotos en 2012 preparando un trabajo. Se emocionó al ver su legado y organizó una exposición con su obra. A partir de ahí, el mundo redescubrió a Joana Biarnés. Su nombre empezó a aparecer en los medios como la primera fotoperiodista de España. Sus fotos, ya enterradas, volvieron a ver la luz. Su historia, nunca contada, llegó a documentales y libros. Hasta fue mencionada en un episodio de Cuéntame como pasó.

Ella, sobrepasada, no asimilaba lo que le estaba pasando en plena vejez. En 2014 le entregaron la Creu de Sant Jordi, la mayor distinción que otorga el gobierno catalán. La llamó el conseller en persona "y ella de primeras no se lo creyó. Contestó si ya le tenían las pechugas de pavo preparadas, porque pensaba que era el carnicero, que le estaba gastando una broma", relata Bamberger.

Siempre juntos

Jean Michel se recuperó de sus dos cánceres, pero la salud de Juana fue empeorando. Especialmente sus ojos privilegiados: "Iba siempre con una lupa, pero ni así veía ya. Por eso yo le leía la prensa en alto aquí", cuenta Bamberger desde su sillón, al lado del sillón vacío de Juana, que sigue intacto, tal como estaba cuando ella vivía.

Jean Michel Bamberger porta el anillo que tenía Joana Biarnés

Jean Michel Bamberger, visto desde el sillón en el que se sentaba Joana, porta el anillo de su mujer / DLF

La vida de la pareja en los últimos años se convirtió en una vorágine de reconocimientos y premios. Y en uno de estos, llegó el fatal desenlace: "Veníamos en tren de recoger un premio en Málaga. En el vagón hacía un frío terrible. El revisor no quiso bajar el aire y ella se pasó el trayecto tosiendo". Cuando llegó a Viladecavalls, enfermó. Fue trasladada a la Mútua de Terrassa: "Yo ya vi que estaba mal, porque estaba como más grosera de lo que ella era. Ese día le molestaba todo". Ingresó en el hospital sobre las 19 horas. En las siguientes horas sufrió tres infartos y murió a las 23:14 del 18 de diciembre de 2018.

"De Juana admiro su valor para demostrar que tenía más valía que cualquier hombre, en un tiempo en el que eso no era fácil. Y su ética. Un día la mandaron a cubrir un accidente aéreo y no le dio la gana de entregar las fotos más morbosas de cuerpos destrozados, que sin duda habría vendido a muy buen precio. O aquella vez que le hizo una sesión a Carmen Sevilla. En muchas fotos se le veían los pezones y ella no vendió ni una de esas fotos".

"Se hace muy difícil vivir sin la persona con la que alcancé tal grado de compatibilidad. Recuerdo que estábamos recién casados y vino un día a decirme, muy triste, que no podía tener hijos. Yo le dije que no se preocupase, que adoptaríamos uno, pero ya con 22 años y casado, para que no nos diera problemas. Con eso le quise decir que no nos hacían falta los hijos. Nunca nos hicieron falta. Ella y yo solos ya fuimos muy felices".

"La extraño mucho, han sido muchos años juntos. Por eso voy cada día a visitarla al cementerio. Yo ya no viajo. Tampoco dejo de fumar, porque de alguna cosa me tendré que morir. Pero no... no creo que me esté esperando en ninguna parte. Ya no creo en el más allá; si lo hubiera, ella ya se me habría aparecido para decirme que adelgace. O para ayudarme con algunas recetas, que ella cocinaba muy bien y yo lo único que sé hacer son huevos pasados por agua", reconoce, cinco años después de su muerte, el marido de Joana.

Una de las últimas fotos que le tomaron Joana Biarnés y Jean Michel Bamberger

Una de las últimas fotos que le tomaron Joana Biarnés y Jean Michel Bamberger / DLF