COMPROMISOS SOCIALES

No te preocupes por no pagar el regalo en la boda de ese amigo: "Los invitados que pagan más lo compensan"

Sólo el 7% de las 'enhorabuenas' que recibieron los novios encuestados les resultaron "escasas" y no cubrían el precio del menú, mientras que las "generosas" ascienden al 39%, según el 'Libro Imprescindible de las Bodas'

"No todos regalan y no es algo propio de todas las culturas; no pasa nada", asegura Miguel Sánchez, que se casó este verano

Los invitados reciben a los novios de una boda alrededor de una piscina.

Los invitados reciben a los novios de una boda alrededor de una piscina. / Foto de Álvaro CvG en UNSPLASH

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Mónica Callejas ha dedicado sus fines de semana y sus días libres durante los dos últimos veranos a una misma cosa: asistir a las bodas de sus amigos y las de los amigos de su novio. Ha tenido que renunciar a organizar escapadas al extranjero para poder acudir a estas celebraciones para las que es complicado declinar la invitación. "Llevo dos años sin poder organizar viajes por todas las bodas a las que me invitan. Es horrible. Al principio hace ilusión, pero ya luego es como 'uff, otra'. Ya paso hasta de ir a la peluquería", afirma esta joven. Trabaja como enfermera en un hospital de Barcelona y asegura que incluso ha tenido que "pedir más guardias" para ganar ese dinero extra que le permitiese costearse las bodas a las que le han convocado.

En total, en los dos últimos años le han convidado a nueve casamientos. "He dicho a dos invitaciones que no porque ya no podía hacerme cargo de tanto gasto", dice esta joven, que calcula que, entre las bodas y las despedidas de soltera, se gasta por cada enlace, como mínimo, 900 euros. "He pagado entre 600 y 800 euros por boda, incluyendo desplazamiento -el transporte supone mínimo 100 euros-; cubierto, entre 150 y 200; vestido, contando con que en algunas te ponen su vestido de dama de honor y encima te obligan a pagar un outfit que no te gusta, entre 150 y 180 euros, más los accesorios y maquillaje o peluquería para algunas; regalo de bodas, unos 50 o 100; a lo que hay que añadir las despedidas, en las que ahora se ha puesto de moda pagarle todo a la novia y es una locura, y que ascienden a veces hasta a 300 euros". 

"El problema viene cuando se empiezan a casar tus amigas de toda la vida. ¡En qué momento, si esto ya no se llevaba! Pero luego tú diles que quieres celebrar tu 30 cumpleaños de forma especial, que te dirán que '¡uh, qué caro!'", lamenta Callejas, claramente cansada de acudir a estos eventos. "Si no te invitan, te hacen un favor", zanja, consciente de que aún tiene a la vista, al menos, dos bodas más.

Ya hay invitados que, para recortar gastos, se plantean si hacer o no la transferencia a ese número de cuenta que ahora los novios incluyen siempre en sus invitaciones bajo premisas que suavizan el impacto de lo que están pidiendo, dinero. Se repiten las mismas frases cursis antes del IBAN: del "suma kilómetros a nuestro viaje de novios" o "contribuye a nuestra futura vida juntos".

El Libro Imprescindible de las Bodas, publicado por Bodas.net, en colaboración con el profesor de Esade, Carles Torrecilla, y Google, desvela que tan sólo el 3% de las parejas declara no haber recibido ningún tipo de regalo el día de la boda, ni un ingreso en la cuenta corriente, ni el tradicional sobre con efectivo ni un regalo de libre elección o de la lista de peticiones. Según esta encuesta, presentada en mayo de este año, a la mitad de las bodas acude algún invitado que no hace regalo ni transferencia

Los generosos cubren a quienes van 'de gorra'

De acuerdo con las cuestiones respondidas por un total de 5.336 novios, sólo el 7% de los regalos que recibieron les resultaron "escasos", es decir, que no cubrían ni el precio del menú. En contraposición, el porcentaje de regalos "generosos" ascienden al 39%. Por lo tanto, los regalos espléndidos pueden tapar a los insuficientes o inexistentes. 

Así lo debieron pensar unos amigos del novio de Henar Iglesias. Aunque ella había ido a pocas bodas, "siempre he pensado que 150 euros era lo mínimo a pagar por ir a una boda, para cubrir el cubierto". Dependiendo de la cercanía con el novio o la novia, esa cantidad puede ser más elevada, excepto para quienes mantienen la política del sobre abierto, que deciden el monto del regalo después de haber evaluado si la ceremonia merecía o no esos 150 o 200 euros.

"Mi pareja y yo fuimos a una boda en Cataluña desde Madrid en verano de este año. Como era fuera de nuestro lugar de residencia, teníamos que pagar los gastos de alojamiento y le dije a mi novio que pusiésemos 150 euros por cabeza. Los amigos de mi novio no querían dejar ni 100 euros por cabeza, porque encima ponían como excusa que tenían que pagar el hotel. Eso se sabe desde el momento en el que los novios les invitan. Si alguien no puede hacer frente a los gastos de una boda, no va a la boda; esto lo saben hasta en Kuala Lumpur", manifiesta algo indignada. En el tren de vuelta, uno de los jóvenes afirmó, recuerda Henar, que, "como la boda había estado muy bien, iba a poner 100 euros, pero que si hubiese sido mala, no". En su opinión, regalar menos del mínimo socialmente establecido "es de ser una rata de dos patas".

Si alguien no puede hacer frente a los gastos de una boda, no va a la boda; esto lo saben hasta en Kuala Lumpur"

Henar Iglesias

— Invitada a una boda en 2023

"No sé realmente si hubo alguien que no nos diese la enhorabuena", asegura Jorge Montes, que se casó este verano, porque "ya no es como antiguamente que todo el mundo te lo daba en mano el sobre, algunos incluso con nombre". "Hay gente que cubre de sobra el cubierto, aunque depende del grado de cercanía con los novios. Con la evolución de las celebraciones de boda lo de los 150 euros está cambiando de forma exagerada y cada vez es más caro todo", aclara, para luego agregar que "cada uno pone lo que puede y tiene sus circunstancias personales".

Marta González y su marido vivieron tres casos de impago en su celebración: "Unos amigos no nos pagaron en nuestra boda. No sé por qué lo hicieron. Eran un grupo de cuatro y sólo nos pagó uno". Ellos prefirieron no "reclamar nada, porque es algo que si quieres puedes dar y, si no, no. Además, nos dio un poco de palo. No sé si es que no se dieron cuenta". Sandra y Rubén, que se casaron en junio, optaron por no quedarse con la duda con varios invitados de los que no recibían la esperada ofrenda. Dos amigos de Rubén estaban esperando a cobrar para pagar y a otro que vino desde Estados Unidos a Madrid le llamaron para preguntarle si iba a tener un detalle: "Se había gastado mucho dinero en el viaje y no iba a hacer un regalo. Nos pareció muy bien, porque preferimos que viniese a la boda a que nos diese dinero".

Mesa preparada para el convite de bodas.

Mesa preparada para el convite de bodas. / 'Photos by Lanty' en UNSPLASH

No pagar ni regalar como acto de rebeldía

Algunos invitados se rebelan ante el "compromiso de que te inviten a bodas", declara Sonia Gómez, o bien no pagando la enhorabuena o bien no dando regalo o enviando un detalle justo. Ella tuvo que asistir el año pasado a dos bodas y también considera, como Mónica Callejas, que es "un desembolso de dinero muy grande", por lo que ella se planteó hacer un regalo, pero desechó la idea por "no quedar mal", por si los novios "no querían el regalo que les hacía y preferían el dinero".

Alicia Vázquez ha acudido a algunos enlaces como "adulta", pero casi siempre lo ha hecho como "acompañante" de su novio. "En estos casos, él se hizo cargo del regalo, aunque no salieron en absoluto gratis porque implicaron desplazamientos, noches de hotel y vestido", indica. Ha establecido una "filosofía" para aquellas ocasiones en las que le invitaban a ella personalmente: "Si la persona no es suficientemente cercana, no voy. Si es cercana, opto por hacer un regalo físico".

Me parece muy ordinario meter dinero en la cuenta corriente de una persona adulta que probablemente tenga mayor poder adquisitivo que yo"

Alicia Vázquez

— Invitada

Y expone razones para hacerlo. "Me parece muy ordinario meter dinero en la cuenta corriente de una persona adulta que probablemente tenga mayor poder adquisitivo que yo (porque si no, no estaría celebrando una boda por todo lo alto). Pero más ordinario me parece enviar una invitación física por correo postal en la que la única información práctica es el número de cuenta. Lo siento, pero no paso por ahí", reflexiona. Si puede elegir, prefiere que no le inviten a bodas, porque "no me parecen un evento especialmente divertido". "Al final, son como un evento corporativo. Y en los eventos corporativos no pagas", lanza.

Esta actitud de los amigos y familiares de quienes se casan puede provocar malestar en los novios. Antonio Díaz se casó en 2015 y uno de los amigos de la pareja les dijo a su futuro marido y a él de antemano que no les iba a dar dinero porque quería regalarles "algo especial". "Muy especial debe ser, porque ocho años después -con divorcio de por medio- no ha llegado ni se espera", dice algo molesto.

Ese obsequio "especial" iba a ser un cuadro, "pero ni Antonio López tardó tanto en hacer el retrato de los reyes". "Obvio, ese invitado", recalca, "sí que comió, bebió, se alojó y se llevó el recuerdo de la boda". Antonio Díaz asegura que "no me enfado" con él, pero "me pareció de tener tanto morro que no sigue siendo mi amigo".

Debido a que el 11% de los novios que respondieron a las cuestiones planteadas para el Libro Imprescindible de las Bodas no supieron responder si los invitados les financiaron la celebración o no, resultaría aventurado asegurar que las transferencias y los sobres pagan los matrimonios. Sin embargo, al menos en un 40% de los casos es así.

Es lo que le sucedió a Andrés Castro. Se casó en 2006, recién aprobada la Ley de matrimonio igualitario. Llevaba con su novio 20 años, por lo que tenían "la casa montada y la vida organizada". No necesitaban regalos, pero tampoco quisieron incluir en la invitación ni el número de cuenta ni una lista de bodas. Su ahora marido y él empezaron a "recibir mensajes de familiares y amigos amenazándonos con regalarnos cosas que no necesitábamos o con presentarse con el horror del sobre, así que tuvimos que terminar poniendo la cuenta corriente, pero sólo para quienes nos la habían pedido". Sus invitados fueron generosos y sus ingresos consiguieron que "el convite y parte del viaje de novios nos saliese gratis, sin que todo el mundo aportara porque no era la idea", señala, y recalca lo importante: "Se lo pasaron muy bien y nosotros, también". Unas invitadas, compañeras de trabajo de su marido, se saltaron las peticiones y les entregaron "una vajilla monísima y completísima, para la que, eso sí, tuvimos que comprar un mueblecito auxiliar donde guardarla", concluye.

Costumbre arraigada en España

Miguel Sánchez se casó este verano con su novia. Algunos de sus amigos no tuvieron ningún detalle con ellos, pero ellos tenían asumido de antemano que sería así. "No todo el mundo da regalo cuando va a una boda o no es algo que se lleve en todas las culturas, especialmente cuando tienes invitados extranjeros. Y no pasa nada. Se suele compensar con aquellos que te dan de más". Él y su ahora mujer vivieron durante un tiempo en Países Bajos. "Los invitados extranjeros que no dieron regalo en mi boda eran holandeses, pero no dar regalo de boda es algo relativamente común en algunos países de Europa", refleja.

Efectivamente, se trata de una tradición arraigada en España, pero "en países vecinos como Francia e Italia, también es típico que los invitados a una boda entreguen dinero como regalo de boda a la pareja", asegura Cristina González, responsable de comunicación y prensa de Bodas.net. Según la edición de 2019 de Le Livre Blanc du Mariage, el 79% de las parejas francesas recibe dinero en efectivo como regalo de boda y el 8% a través de una transferencia. En el caso de Italia, el 70% de las parejas recibe dinero en efectivo y el 59% a través de transferencia, según datos del Libro Bianco del Matrimonio. Estos porcentajes superiores al 100% se explican porque los encuestados podían elegir más de una opción en la encuesta. En el caso de España, apunta Cristina González, "los datos son similares a los de Italia: el 68% entrega dinero a través de una transferencia y el 61% lo hace en efectivo".

A la boda de Miguel Sánchez y de su mujer también asistieron "algunos españoles de zonas de España en las que no es tan común regalar tantísimo en una boda y no nos dieron. Tampoco nos importó, ya contábamos con ello. Hacían viaje de avión y cogían hotel", asume. Estos novios son el ejemplo de la reflexión de Laura Moyano, de la empresa de organización de bodas y otras celebraciones Azulymalva: "Los novios invitan a la gente porque quieren y porque desean celebrar que se casan, no por aprovecharse de ellos. Se gastan el dinero que consideran para disfrutar con su gente. Ellos conocen cómo son sus invitados y saben que a lo mejor puede haber uno de ellos que por su economía no va a poder dar un regalo, porque igual ya se han gastado el dinero en el traje o en el desplazamiento. Y hay otros invitados que son lo contrario, que dan mucho más de lo que se espera, porque tienen una economía más holgada y se lo pueden permitir".


Algunos de los nombres de este reportaje no corresponden con los nombres reales de quienes han hecho las declaraciones. Por presión social, la mayoría de novios e invitados han querido preservar su anonimato.