COINCIDEN EN LA EUROCÁMARA

Sánchez y Puigdemont evitan saludarse en Estrasburgo

La intervención de Puigdemont se produjo a escasos dos metros del presidente, pero Sánchez evitó cualquier gesto de complicidad. No hubo margen para el saludo ni para un apretón de manos

Carles Puigdemont en el pleno del Parlamento Europeo frente a José Manuel Albares y Pedro Sánchez.

Carles Puigdemont en el pleno del Parlamento Europeo frente a José Manuel Albares y Pedro Sánchez. / EFE/EPA/RONALD WITTEK

Paloma Esteban

Paloma Esteban

La expectación era máxima por si finalmente había un saludo entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Carles Puigdemont. Un gesto que diera mayor simbolismo al apoyo que Junts ya procuró al socialista para ser investido presidente del Gobierno.

Estuvieron a apenas dos metros de distancia, pero evitaron saludarse. El presidente del Gobierno hizo balance del semestre de la presidencia española europea de turno (una comparecencia que debió producirse en julio, al tomar las riendas, pero que se fue postergando por la convocatoria de las elecciones generales y que ha terminado siendo un discurso de despedida). Y Puigdemont, en calidad de eurodiputado, como hicieron otros tantos, pidió intervenir.

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La tribuna de intervinientes estaba situada a escasos dos metros de Sánchez. A su lado, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Durante el minuto y medio de intervención (en Europa los tiempos están muy tasados), Puigdemont se dirigió en varias ocasiones a Sánchez. También al resto de la Eurocámara, para insistir en un reproche que ya es recurrente: la imposibilidad de utilizar el catalán en las instituciones europeas. "Yo hoy le hablo en su lengua materna porque no puedo hacerlo en la mía. No podemos ejercer nuestros derechos fundamentales", aseguró.

Y justo después lanzó un aviso, quizá encriptado, al jefe del Ejecutivo español:  “Las oportunidades hay que aprovecharlas cuando surgen porque si se dejan pasar, las consecuencias pueden ser desagradables”.

Puigdemont advierte a Sánchez: "Hay que aprovechar las oportunidades, si se dejan pasar las consecuencias nunca son agradables"

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Ni al inicio ni al término Sánchez hizo amago de un gesto de mínima complicidad. No hubo espacio para un saludo o un apretón de manos. Puigdemont regresó a su escaño y el presidente casi ni se inmutó. Justo después le tocó el turno a la portavoz del PP, Dolors Montserrat. El tono subió notablemente y la popular dedicó su intervención a un monográfico contra la amnistía que el Congreso de los Diputados debatió ayer por primera vez. "Cero en patriotismo y diez en oportunismo", espetó la portavoz del partido de Feijóo en la Eurocámara.

Los ladridos del perro

El debate acumuló muchos momentos de tensión, con intervenciones de dirigentes españoles muy por encima del resto de países. El único momento que permitió la distensión e incluso las risas fueron los ladridos de un perro lazarillo (que asistía a una persona ciega de la tribuna de invitados) que irrumpieron en mitad del debate, justo cuando terminaba la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Las caras de los eurodiputados, entre la sorpresa y los gestos tapándose la boca para disimular la risa, se acumularon. La mayoría no sabría la historia de 'Perro Sanxe' que tanto protagonismo tuvo en las elecciones españolas.

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