Opinión | LIMÓN & VINAGRE

Rupert Murdoch: las bodas del doctor Frankenstein

Las malas lenguas dicen que el motivo es que la encontraba demasiado "evangélica"

Rupert Murdoch

Rupert Murdoch / EPE

El 2023 fue ciertamente un período de mucha actividad sentimental y empresarial para Rupert Murdoch, el empresario nacido en 1931 en Melbourne y que durante 70 años ha ido creando una colosal estructura mediática, sobre todo si tenemos en cuenta que hace cuatro días que este señor ha cumplido 93 años. De hecho, esta intensidad nace en agosto de 2022 y se extiende hasta septiembre de 2023, que es cuando anuncia que deja todo el imperio de la comunicación en manos de Lachlan, el hijo (masculino) mayor y el más involucrado en los negocios familiares, que tuvo con su segunda mujer, Anna Maria Torv, que es la que más tiempo ha estado casada con el magnate, desde 1962 hasta 1998. Todo ello responde a una especie de carrera contra el tiempo, aunque no es seguro que Murdoch sea mortal o tenga que fallecer pronto. Por lo menos esto es lo que él piensa.

Cuando se comprometió con Ann Lesley Smith, una acaudalada propietaria de viñedos en California, declaró que «ambos estamos ansiosos por pasar la segunda mitad de nuestra vida juntos». Esto solo puede decirlo un bromista o alguien que, realmente, piensa que todavía le quedan, una vez cumplidos los noventa, noventa años más de vida. Era marzo del 2023. En una primavera electrizante, a las dos semanas, Murdoch anunció que no habría boda y que la señora Smith no sería su quinta mujer. Las malas lenguas dicen que el motivo es que la encontraba demasiado «evangélica», que es una causa muy estrambótica para romper una relación. Pero resulta que Murdoch, en esta recta final, ha decidido acelerar. Dar gas.

Volvemos a agosto de 2022. Es cuando el magnate decide separarse de la cuarta esposa, nada menos que la conocida modelo Jerry Hall, exesposa de Mick Jagger. Después de seis años de convivencia, cuando Hall le esperaba en Londres, recibe un correo electrónico que dice así: «Jerry, lamentablemente he decidido poner fin a nuestro matrimonio». Los abogados de la mujer dijeron que estaba «verdaderamente devastada», y que la ruptura llegó cuando hacían planes de futuro, aunque se especula que en el origen del estruendo está el temor de los hijos de Murdoch (tiene seis, de tres mujeres) al ver que Hall, durante la pandemia, se convertía en férrea guardiana de la salud de su marido y, según los herederos, en una carcelera que buscaba dar la vuelta al sentido de la herencia.

El hecho es que Murdoch escribió este correo en agosto de 2022 y durante el otoño de ese mismo año ya intimó con la señora Smith, la de los viñedos, con la que, como hemos visto, partió peras durante la primavera de 2023, y después llegó agosto y empezó a salir con la que parece ser que será la quinta esposa del magnate, la señora Elena Zhukova, bióloga de origen ruso que, para más información, es exsuegra de Roman Abramovich, ese oligarca que compró el Chelsea, y amiga íntima de Wendi Deng, que fue la esposa número tres. En aquel ajetreado 2023, Murdoch anunció que dejaba de ser el dueño de The Times y de The Sun y de New York Post y de la cadena Fox de televisión, y de tantas cabeceras más -sin olvidar, por supuesto, el The Wall Street Journal- y de todos los demás negocios que hacen que su vida y su patrimonio se parezcan a los de la serie Succession.

Dicen que cedió el mando al hijo por varias razones, entre ellas el haber pactado el pago de casi 800 millones de dólares a la empresa Dominion Voting Systems, la encargada de contar los votos de las elecciones americanas de 2020, en compensación por el perjuicio que causaron los vilipendios y las mentiras perpetrados por Fox para tratar de que Donald Trump volviera a ser presidente. Poco después de decir que se iba, pero que se mantenía como presidente emérito, se publicó The fall: the end of Fox News, la caída y el fin de la cadena, un libro en el que el autor, Michael Wolff, asegura que Murdoch se asemeja a un doctor Frankenstein que ahora se arrepiente de haber creado un monstruo que nadie (¡él tampoco!) sabe cómo parar. Para acabar de redondear el vodevil comunicativo, el anciano Murdoch, en la carta en la que se despedía de los trabajadores de la televisión, criticó a las élites «que venden relatos políticos en lugar de buscar la verdad». 

A buenas horas mangas verdes, Rupert, que es una manera de decir que nos lo pone fácil para captar la broma sardónica de la despedida. Ahora piensa en la boda, la quinta y probablemente definitiva. Él tiene 93 y la bióloga, 66. Con un patrimonio de más de 18.000 millones de dólares, se montarán una fiestorra, eso seguro.