Opinión | GUERRA RUSO-UCRANIANA

Putin gana y exhibe el arma nuclear

Ochenta años después de la segunda guerra mundial, el fantasma de una guerra ha vuelto a aparecer en Europa

Ilustración vectorial de Vladimir Putin.

Ilustración vectorial de Vladimir Putin. / EPC

A los dos años de haber empezado la invasión de Ucrania, el líder ruso Vladímir Putin ha vuelto a ganar unas elecciones presidenciales destinadas a mantenerle al frente del Kremlin hasta 2030. Ha ganado con más votos que nunca, y con la participación más alta de cuantas contiendas electorales ha convocado desde que llegó al poder, en 1999, de la mano de Boris Yeltsin.

Los comicios han estado marcados por la falta de libertad y la represión contra sus contrincantes. Quienes presentaron candidaturas que pudieran inquietarle mínimamente se vieron apeados de la carrera electoral, y quienes suponen un peligro para su régimen están en el exilio o la cárcel o han muerto en circunstancias dudosas, como ocurrió con el opositor Aleksei Navalni, a mediados de febrero.

La falta de libertad y la persecución de todo rastro opositor -hasta el mismo día de los comicios- desacredita un proceso electoral criticado por casi todos los gobiernos democráticos. Sin embargo, la magnitud de la victoria alcanzada por Putin, y una participación cercana al 80%, obligan a interrogarse sobre su capacidad para presentarse como el único capaz de defender a Rusia de las amenazas existenciales que, según él, penden sobre el país.

Tensando al máximo la cuerda de las relaciones con Occidente, pocos días antes de la jornada electoral, Putin ya mencionó la posibilidad de utilizar el arma nuclear, refiriéndose a la posibilidad de que soldados occidentales pisen el suelo ucraniano para defender la soberanía del país. En línea con lo que ha venido diciendo desde que sus tropas entraron en el Donbás, pero en un tono más alarmante, el líder ruso calificó a la Alianza Atlántica como una amenaza vital para Rusia y sostuvo que su país está dispuesto a utilizar su arsenal nuclear para defenderse. Putin reiteró esta amenaza durante la celebración de la victoria, en la plaza Roja. En un discurso nacionalista e irresponsable sostuvo, sin aportar pruebas, que soldados de la OTAN ya combaten en Ucrania, y aseguró que ello puede conducir a una tercera guerra mundial.

La gravedad de estas palabras está fuera de toda duda. Así lo han reconocido la mayoría de los líderes occidentales, particularmente los europeos que claman por una acelerada política de rearme para impedir una victoria rusa en Ucrania y que suponga una respuesta colectiva a las amenazas de Putin. Ochenta años después de la segunda guerra mundial, el fantasma de una guerra ha vuelto a aparecer en Europa. Es cierto que, más allá de Ucrania, no es una realidad, ni parece estar a la vuelta de la esquina. Sin embargo, nunca es demasiado pronto para alertar de los peligros que supondría hoy, debido a la existencia de potentes arsenales nucleares. 

La narrativa que le ha facilitado a Putin la victoria electoral está basada en agitar este fantasma. Europa no puede actuar del mismo modo, echando leña al fuego de una confrontación nuclear con la misma impunidad, pero la Unión Europea (UE) debe actuar. Evitando una derrota de la soberanía ucraniana que envalentonaría al líder ruso. Poniendo en pie las capacidades de defensa propias de la UE. Desplegando una permanente acción política y diplomática que permite reconducir la situación mundial en beneficio de la paz y la cooperación entre las principales potencias.