Opinión | EL OBSERVATORIO

El difícil camino de Von der Leyen

En su contra carga una mochila de errores políticos y sombras de corrupción que no deberían pasar desapercibidas, como su viaje a Israel atribuyéndose funciones que no le correspondían

Ursula von der Leyen

Ursula von der Leyen / Europa Press/Contacto/Cristian Cristel

Tras un mandato lleno de luces, pero también de muchas sombras, marcado por dos de las crisis globales que marcarán nuestro tiempo, la pandemia y la guerra en Ucrania, la actual presidenta de la Comisión Europea ha decidido intentar repetir y opta a la reelección. Y lo hace sabiendo que no hay un rival fuerte a la vista, al menos por ahora. Los socialistas han optado por un candidato de perfil bajo como Nicolas Schmit, algo que ha sido interpretado como un apoyo explícito a la actual presidenta de la Comisión.

En su bagaje trae Von der Leyen el haber sido capaz de generar consensos y establecer colaboraciones estratégicas con socialdemócratas, liberales e incluso verdes en torno a la transición verde, las posiciones en torno a la guerra en Ucrania y, sobre todo, por la mutualización de la deuda en plena crisis del covid 19, algo que ha favorecido la imagen de solidez institucional y le ha ofrecido grandes dosis de legitimidad. Esto no es baladí, ya que solo hay que recordar cómo fue su llegada al poder. Ella nunca se presentó a las elecciones europeas, el candidato del PPE era Manfred Weber, y solo alcanzó su posición actual cuando su compañero fue denostado por el Parlamento Europeo. Y solo lo consiguió por nueve votos. Con ella terminó la ilusión del Spitzenkandidaten y una mayor legitimidad democrática del Ejecutivo europeo. 

En su contra carga una pesada mochila de errores políticos y sombras de corrupción que no deberían pasar desapercibidas para la opinión pública. El primero de muchos ha sido la abierta rivalidad, si no enemistad manifiesta, con Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Pero, sin duda, el peor fue el papel que desempeñó durante los primeros momentos de la ocupación en Gaza y su viaje a Israel atribuyéndose unas funciones que no le correspondían. Ya había sacado los pies del tiesto en otras ocasiones durante el desarrollo de la guerra en Ucrania, pero en esta ocasión su actuación fue aún más escandalosa. Por otro lado, no debería pasar desapercibido el escándalo de corrupción en el que se ha visto envuelta el conocido como Pfizergate por unos controvertidos contratos para la compra de vacunas contra el covid 19 que ha sido denunciado ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y del que se está a la espera de resolución. Se acusa a Von der Leyen de falta de transparencia en la negociación con Pfizer. En función de esta resolución, la actual Comisión podría verse en aprietos.

Y como si esto fuera poco, no parece que vaya a ser sencilla tampoco la consecución de apoyos. En la reunión del Partido Popular Europeo de Bucarest del 7 de marzo, Von der Leyen fue elegida como la candidata oficial para las elecciones europeas. Sin embargo, la letra pequeña de la elección nos dice que de los 801 delegados con derecho a voto, 300 se abstuvieron o directamente no viajaron al cónclave conservador. Además, de los que votaron, solo 400 fueron a favor. Sus principales críticos dentro del grupo, Los Republicanos franceses, a los que se siguen sumando otros.

No parece que su reelección vaya a ser sencilla. En su viraje hacia la derecha apostando más por la defensa que por la transición verde para conseguir los votos de, por ejemplo, el partido de Meloni, puede perder votos a su izquierda, votos que, por otro lado, ella daba por sentados. Su silencio ante las demandas del Partido Popular español acerca de no ceder ante Sánchez, la ponen en un dilema, ya que el que votará en el Consejo por su candidatura será este y no Feijóo. No, no lo tendrá fácil Von der Leyen, y si gana, tampoco lo tendrá fácil Europa.