Opinión | MUJERES Y CIENCIA

Cómo ser Sigourney Weaver

La trayectoria de la actriz ahora premiada revela la importancia de tener a tu lado mentoras y consejeras que van unos pasos por delante, en esta carrera de relevos para que los techos de cristal que se rompen no se vuelvan a cerrar sobre las mujeres

La actriz Sigourney Weaver recibirá este sábado el premio Goya Internacional 2024.

La actriz Sigourney Weaver recibirá este sábado el premio Goya Internacional 2024. / EFE

Que Sigourney Weaver recoja este año el premio Goya Internacional coincidiendo con los actos del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia no puede ser más que una feliz coincidencia. Las adolescentes de ahora tienen numerosos referentes en la realidad y en la ficción de lo que supone ser una científica, sea una astronauta o una conservacionista, nunca suficientes pero un buen puñado. Muchas de estas niñas que empiezan a idear su futuro profesional pueden pensar en carreras científicas porque mujeres que las han precedido han roto sus techos de cristal y la cultura ha multiplicado las historias y personajes en los que pueden mirarse para empezar a valorar si se ven en esos roles en el futuro, si conectan con alguna de esas vocaciones. Las niñas que participen estos días en alguna de las numerosas actividades que se organizan en todo el territorio para acercar la ciencia a sus vidas, de la mano de mujeres de referencia en sus campos profesionales, ejemplo vivo de lo que pueden llegar a ser, no saben que estas mujeres apenas tuvieron anclas y modelos cuando apostaron por sus carreras.

Vuelvo a Sigourney Weaver, la reina de la ciencia ficción, durante años, desde su icónico papel como Ellen Ripley en 'Alien' en 1979. Y es que la actriz dio a toda una generación de mujeres el primer modelo normalizado de una mujer en el espacio, una astronauta, cuando la primera viajera de la NASA era elegida ese mismo año para hacer realidad el sueño que solo la URSS había podido cumplir con Valentina Tereshkova y sería otra mujer, la además activista feminista Sally Ride, la que entraría en el cuadro de honor en 1982. En un capítulo de la popular serie ‘The last of us’, la joven protagonista comenta que le hubiera gustado ser astronauta como Sally Ride, y ese momento de la televisión disparó las búsquedas de Google, desempolvando el nombre de una grande, injustamente olvidada, de la ciencia. 

La Ellen Ripley de Sigourney Weaver había sido dibujada en el guion como un hombre, pero al final se decidió que el papel fuera para una mujer. En aquellos momentos, más de una adolescente que luego se convertiría en ingeniera vio por primera vez recogida en los medios de comunicación la recreación de su profesión ejercida por una mujer. 

Weaver se ha ganado un premio por su trayectoria el año del Me Too en cine español, el del empoderamiento femenino, y tiene mucho de empoderamiento su otro gran papel mítico, encarnando a la gran Dian Fossey en ‘Gorilas en la niebla’. En 1988 la primatóloga había sido asesinada, presuntamente a manos de de cazadores furtivos, pero la adaptación de su vida al cine permitió que su legado creciera como la espuma: la película fue un éxito internacional que llegó a los Oscar, un aliento para la investigación de los gorilas de montaña y un espaldarazo al papel de una científica brillante, que pudo ser representada con toda su humanidad y su carácter y que aún hoy en día se explica en talleres educativos para potenciar vocaciones de mujeres.

Su legado, a través de la Dian Fossey Gorilla Fund, creció con el apoyo de otra fundación benéfica de Ellen de Generes que impulsó un campus de investigación y turismo sostenible para perpetuar el trabajo de preservación de una especie que sin la mediación de Fossey se habría extinguido hace ya más de veinte años. 

Varias jóvenes que ahora trabajan en la fundación africana y que se han formado en universidades de Rwanda reivindican estos días la pasión que las mueve en la conservación de los animales, una pasión que prendió al conocer la historia de una mujer admirable, y apuntan la importancia de tener a tu lado mentoras y consejeras que van unos pasos por delante, en esta carrera de relevos para que los techos de cristal que se rompen no se vuelvan a cerrar sobre las mujeres.