Opinión | MUJERES

Un legado a preservar

"Herederas", de Silvia Venegas, opta al "goya" al mejor corto documental con un sencillo y sentido homenaje a las pioneras del feminismo

'Herederas', de la directora de cine extremeña Silvia Venegas, candidata a los Premios Goya

'Herederas', de la directora de cine extremeña Silvia Venegas, candidata a los Premios Goya / EL PERIÓDICO

La cineasta extremeña Silvia Venegas, que es a la vez directora, guionista y productora, firma "Herederas", un trabajo nominado al "Goya" al mejor cortometraje documental y que, en 18 minutos, rinde un sencillo y sentido homenaje a las pioneras del feminismo.

"Herederas" pone en primer plano algunos nombres importantes del movimiento sufragista de principios del siglo XX. Mujeres poco conocidas –en España, al menos–, como la periodista y escritora Annie Furuhjelm, de las primeras en ser elegidas diputadas en un parlamento europeo, en Finlandia. Nombres como los de Ida Husted, otra periodista, ésta estadounidense; la noruega Fredrikke Marie Qvam, militante destacada del Partido Liberal de su país; Elin Wägner, que recogió miles de firmas en favor del sufragio femenino en Suecia, o Carolina Beatriz Angelo, la primera mujer que votó en Portugal, en 1911, valiéndose de una pequeña argucia legal.

"Herederas" avanza hasta llegar a 1931, a España y a un nombre que nos es tan familiar como el de Clara Campoamor. Recuerda que en 1933 las españolas votamos por primera vez y que, con la dictadura, todas aquellas aspiraciones feministas quedaron en suspenso y mucho de lo logrado se deshizo.

Venegas entreteje imágenes de mucho tiempo atrás, como las que la fotógrafa húngara Kati Horna tomó en España durante la Guerra Civil, con grabaciones actuales; intercala rostros de mujeres antiguas con los de sus deudoras contemporáneas, para reflejar esa idea de continuidad de un legado en la que está enfocado el cortometraje.

"Herederas", en definitiva, no es un documental exhaustivo, repleto de datos, aunque también los tiene. Es, más bien, un llamamiento a proteger el legado de esas mujeres arriesgadas y valientes que, en tiempos infinitamente más complicados, lucharon por que les fueran reconocidos los derechos que se les negaban por su sexo y que, a fuerza de empujar y empujar, lograron que nuestras vidas sean hoy infinitamente más fáciles que las suyas.

Es, también, un recordatorio de que es nuestra obligación velar por ese legado y transmitirlo a las próximas generaciones, en una cadena que hay que evitar que se rompa, para que las mujeres del futuro se sientan orgullosas de nosotras cuando vean nuestros rostros, entonces ya antiguos, en las imágenes del pasado. Si eso sucede será porque habremos sabido dejar en sus manos, como Silvia Venegas dice, "una herencia de derechos y libertad".