Opinión | LA VENTANA LATINOAMERICANA

Argentina: se vota en dos semanas

La cuestión de fondo es si quienes votaron por el ultraliberal Javier Milei en las primarias, hartos de los políticos y de la política, lo seguirán haciendo en las presidenciales

El candidato ultra a la presidencia de Argentina, Javier Milei, motosierra en mano, en un acto electoral en La Plata.

El candidato ultra a la presidencia de Argentina, Javier Milei, motosierra en mano, en un acto electoral en La Plata. / AFP

En dos domingos, el próximo 22 de octubre, Argentina celebrará la primera vuelta de sus elecciones presidenciales. También tendrán lugar los comicios parlamentarios, para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, se elegirá a los gobernadores de algunas, pocas, provincias, ya que la mayoría adelantó su celebración.

En el caso de que algún candidato saque más del 45% de los votos, o más del 40 con una distancia de más de 10 puntos respecto al segundo, sería elegido presidente sin tener que celebrarse la segunda vuelta. En estos momentos y según las encuestas solo hay una persona que podría llegar a obtener tal resultado y es Javier Milei, el líder ultraliberal de La Libertad Avanza.

Sin embargo, a la vista de los resultados de las primarias (PASO), ganadas por Milei en agosto pasado, y de la escasa fiabilidad de las encuestas, siendo esto posible es complicado que ocurra. Para disponer mayores elementos de juicio habrá que ver el impacto sobre la opinión pública de los dos recientes escándalos de corrupción que afectan directamente al kirchnerismo, aunque en el primero puedan también verse tocados los partidos tradicionales alineados en la oposición.

Será importante ver, igualmente, el impacto de los dos debates entre los candidatos presidenciales. El primero celebrado el domingo 1 de octubre (sin un impacto aparente), y el segundo y último de cara a la primera vuelta el próximo domingo 8. Si se especula, o al menos algunos lo hacen, con la posibilidad de que Milei gane el domingo 22 es porque encabeza todas las encuestas después de su inesperado triunfo en las PASO.

Pero, no se debe olvidar la escasa diferencia que separó entonces a las tres principales fuerzas políticas, poco más de dos puntos y medio entre la primera y la tercera. Si La Libertad Avanza (LLA) obtuvo el 29,86% de los votos, Juntos por el Cambio (JxC) conquistó el 28% y el peronismo, Unión por la Patria (UP) un 27,28%. Con estas cifras y la baja credibilidad demoscópica resulta bastante aventurado decantarse por algún escenario concreto.

Hay otros elementos que alimentan la incertidumbre y permiten afirmar que cualquier cosa es posible. Inclusive que la segunda vuelta pueda celebrarse entre los candidatos más impensados, como Patricia Bullrichy Sergio Massa, ya que la mayor parte de los analistas y la prensa en general da por descontado que Milei será un número fijo. De cumplirse esta predicción, el balotaje sería bien entre Milei y Massa, la opción preferida por las encuestas, o Milei y Bullrich.

Entre los elementos que acrecientan la incertidumbre se cuentan el bajo nivel de participación en las primarias, la posibilidad de que éste aumente en la elección y el destino de esos votos; el impacto de la crisis económica y de una inflación descontrolada entre una población muy enojada y frustrada; o la lectura que los ciudadanos puedan hacer de los últimos casos de corrupción. A esto se agrega el resultado de las tres elecciones provinciales de septiembre y los triunfos contundentes de los candidatos de JxC, que han modificado radicalmente el mapa de la distribución territorial del poder.

Si bien, por un lado, los resultados provinciales y municipales no son extrapolables a las nacionales, la tendencia marcada y el bajo nivel de aprobación de los candidatos de LLA, o ubicados en su esfera de influencia, es clara. Por el otro, es evidente el atractivo de Milei, de su figura y de su discurso entre diversos sectores del electorado. Con todo, la cuestión de fondo es si quienes votaron por él en las primarias, hartos de los políticos y de la política, lo seguirán haciendo en las presidenciales, o si, por el contrario, se limitaron a darles una bofetada, sabiendo que el descontento de agosto era gratis, aunque fuera un serio toque de atención para todo el establishment.

El resultado de las primarias, comenzando por el primer puesto de Milei y el tercero del peronismo/kirchnerismo cambió el paso de los tres candidatos mejor situados, obligándoles a alterar sus planes de campaña y a modificar, más o menos parcialmente, su discurso para atraerse a los votantes. Milei, esperaba salir tercero y contaba en seguir apelando a la motosierra de manera sistemática y visceral, de modo de seguir sacudiendo el avispero y llevando el agua a su molino. Pero la proximidad al triunfo y al sentirse tan cercano a la Casa Rosada ha provocado más de un cambio en su imagen y su relato.

Lo mismo les ocurrió a Bullrich y Massa, que esperaban enfrentarse entre ellos y tenían montadas sus campañas desde una perspectiva más tradicional. Esto no ocurrió y la incertidumbre de enfrentarse a un personaje tan imprevisible como Milei, con su especial conexión emocional, no racional, con la gente, puede convertir en contraproducente la estrategia mejor montada. De aquí al 22 todo está abierto, cualquier cosa puede ocurrir. Los precedentes de Estados Unidos (Trump) y de Brasil (Bolsonaro) impiden ver una línea clara de por dónde pueden ir los votos de una sociedad desafecta, descreída y quebrada.