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La perversa unanimidad

En la política actual no hay sitio para la imprescindible disidencia

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. / EFE

"La herejía, el desacuerdo y la crítica son los umbrales de la verdad". Estas palabras fueron pronunciadas por George Steiner en 2012 en el prestigioso Nexus Instituut, que preside Rob Riemen, autor de "Nobleza de espíritu". La conferencia del filósofo y crítico literario ha sido recogida ahora, junto a otros relevantes textos sobre los valores humanísticos europeos en el libro "Nuestras palabras", primera publicación de la recién nacida editorial Ladera Norte.

Las palabras del pensador nacido en París pero que se declaraba a sí mismo como una "persona extraterritorial", vienen muy a cuento en unos tiempos en los que se idolatra la unanimidad y se condena la disidencia. El fin de semana pasado, Juan Soto Ivars, en su Trinchera Cultural de "El Confidencial", lo definía con palabras más llanas, pero más contundentes: "No hay nada más fascista que la unanimidad". Se refería a las feroces críticas recibidas por las tres jugadoras de fútbol que no han firmado el documento de renuncia a la selección suscrito por 15 de sus compañeras.

La disidencia se ha convertido en el tema estrella de la agenda política. Las voces críticas en el PSOE con respecto a la concesión de la amnistía a los condenados por el 1-0 a cambio del voto favorable en la investidura han alcanzado su cénit con la fulminante expulsión del partido de Nicolás Redondo Terreros. En el PSOE siempre ha habido disidentes. Los menos jóvenes recordarán las "corrientes", grupos de militantes que no comulgaban con la línea oficial. Pablo Castellano, Luis Gómez Llorente, Francisco Bustelo o Antonio García Santesmases fueron algunos de sus valedores. Por no hablar de Nicolás Redondo, quien pese a organizar la mayor huelga general que se recuerda contra el Gobierno de González, murió en enero pasado manteniendo su carnet del PSOE.

De lo que nadie se ha olvidado es de la amenaza del hoy disidente Alfonso Guerra: "El que se mueva no sale en la foto". Guerra, por cierto, dio muchos dolores de cabeza al hoy también disidente Felipe González, encabezando el muy poderoso sector guerrista dentro del partido. Ahora coinciden en sus divergencias con el actual presidente. ¿Se atreverá Sánchez a expulsar del PSOE a González y a Guerra? Sus opiniones sobre la pretendida amnistía no difieren demasiado de las de Redondo Terreros.

Están tan desprestigiados el debate interno, el contraste de opiniones, la disidencia. que hasta se criminaliza a la oposición cuando manifiesta su desacuerdo. Así ha ocurrido cuando Aznar, Rajoy o Feijóo han alertado de la gravedad de la concesión de la amnistía. Se les ha llegado a tachar de golpistas por hacer pública su oposición. ¿Qué espera que haga la oposición precisamente el partido que aplaudió el "rodea el Congreso" de 2013?

Nuestros gobernantes se sienten incómodos si no consiguen la unanimidad. Cualquiera diría que añoran las míticas mayorías a la búlgara, en las que a veces había hasta había más votos que votantes; o, sin ir más lejos, las aplastantes mayorías de los referendos organizados por Franco. No parecen tener en cuenta que, gobierne quien gobierne, ha de hacerlo no solo para quienes le hayan votado, sino para todos los españoles. Y aún más, si cabe, en este caso, donde, paradójicamente, la más votada ha sido la oposición.

Claro que no hablamos sólo de un partido, sino de un bloque. El llamado bloque o mayoría de progreso, que incluye a partidos como el PNV o el de Puigdemont, baluartes, aunque nadie lo diría, del conservadurismo en este país. ¿Desde cuándo el nacionalismo es progresista?

El CIS acaba de hacer público el resultado de una apasionante encuesta sobre un asunto que nos quitaba el sueño a todos los españoles. ¿La tortilla de patata con cebolla o sin ella? Han ganado con holgura los "concebollistas", Aclarado tan acuciante dilema, quizá sea el momento de que la institución presidida por Tezanos pregunte a los españoles sobre la pertinencia de la amnistía a los organizadores del referéndum ilegal de 2017. El resultado probablemente ayudaría al presidente a cumplir con la voluntad popular a la que tanto recurre.