Opinión | CLÁSICOS DEL VERANO

La batalla de la toalla

"Me hacen gracia muchas normativas municipales como esa de multar a quien ponga la toalla en la playa y luego se vaya hasta tres o cinco horas después. ¿Cuánta policía han visto ustedes en la orilla del mar?"

Jóvenes en la playade O Vao ayer.

Jóvenes en la playade O Vao ayer. / J. LORES

A un lado del ring, con bermudas rojos y motivos psicodélicos y 82 kilos de peso, don Arturo Yolosetodo Pérez y Pérez, de profesión ingeniero retirado, 63 años y residente en Calculosnegros de arriba. Frente a él, con bañador slip negro y 68 kilos de pesadez, don Pedrito Presumidillo de Jacintez, de profesión desconocida, 54 años y con domicilio en Calastraca de abajo.

Está a punto de empezar una batalla épica, que sucede todos los días en todas las playas de toda la costa de toda España: la lucha por "el mejor sitio" para poner la sombrilla en la playa.

Durante dieciséis años tuve la suerte de veranear en la Comunidad Valenciana la primera quincena de agosto y tener la sombrilla más próxima a unos diez metros. También es cierto que nos levantábamos puntualmente todos los días de las vacaciones a las nueve, y a las nueve y media debíamos estar llegando a la playa. Y no es menos verdad que eran los años ochenta y noventa y que yo no estaba en Benidorm. Además de poder afirmar que mi padre tenía el sitio tan medido y estudiado que estoy seguro de que alguna vez puso la sombrilla en el agujero que había hecho en la arena el día anterior y que todavía seguía allí, como el dinosaurio del cuento.

Pero lo que veo a través de la televisión son playas donde las toallas de los veraneantes se tocan y las sombrillas son como aquel bosque que un día fue Madrid: una ardilla podría cruzar de un extremo a otro saltando de tela en tela -de árbol en árbol originalmente-: vamos que no tendría ni que saltar, podría pasear tranquilamente como si fuera una autopista de piso ondulado y colorido.

Es ahí donde empieza el motivo para la guerra: todos queremos nuestros dos metros cuadrados, en primera línea, para poder entrar de un salto entre las anheladas olas sin quemarnos las plantas de los pies. Esto es como anhelar un pedazo de territorio de otro país en pleno siglo diecinueve. Y armados con una gorra "a lo Villarejo" a modo de bacía de don Quijote, dos sillas plegables por escudos y sombrillas como lanzas de torneo medieval empieza la batalla de quién llegó primero y quién tiene más derecho a plantar la tumbona mirando al Mediterráneo.

Las mejores toallas amplias para estar cómodos en la playa este verano

Las mejores toallas amplias para estar cómodos en la playa este verano / epe

¿Se puede pelear por un espacio pequeño de suelo cubierto de fina arena? No sólo se puede, se hace. Es casi un ritual. E incluso levantarse a las seis de la mañana... ¡a las seis de la mañana! para dejar ya la toalla extendida como cuando éramos pequeños y jugábamos al rescate y gritábamos "¡seguro!" cuando llegábamos a un sitio donde no nos podían atrapar.

Me hacen gracia muchas normativas municipales como esa de multar a quien ponga la toalla en la playa y luego se vaya hasta tres o cinco horas después. ¿Cuánta policía han visto ustedes -o habéis visto vosotros- en la orilla del mar? Yo creo que en mis taitantos + infinito al cuadrado años he visto una o dos veces a las fuerzas del orden "cerca" de la playa, que no "en" ella. Me imagino la conversación.

- ¿Es usted el dueño de esta toalla?

(Digo yo que aquí el ciudadano, siendo mínimamente avispado, diría que la toalla no es suya, y si le preguntasen por qué la cogía o se acercaba a ella podría afirmar que pensaba llevarla a objetos perdidos viendo que nadie hacía uso de ella después de varias horas).

- Sí, señor.

- ¿Sabe usted que está infringiendo la normativa 145.465,45/21/7777777 sobre reserva de espacios playeros?

- No, señor. ¿A qué se refiere?

- Está prohibido dejar la toalla e irse varias horas. ¡Llevamos aquí mi compañero y yo desde las siete y diecinueve de la mañana y son las diez y veinte! Hemos levantado un atestado: "Toalla verde oliva con pinceladas violetas donde se presenta el personaje de Disney de La Sirenita. Las tonalidades extrañas y algunas imperfecciones del dibujo hacen pensar en una falsificación china. La ausencia de etiqueta puede deberse a esa sospechada procedencia o a su eliminación por parte del usuario. Imposible saber si cumple con las normas de calidad de la Unión Europea. No habiendo hecho nadie uso del citado objeto durante varias horas es altamente probable que se esté infringiendo la norma que prohíbe dejar toallas o sombrillas en la playa para reservar sitio".

Silencio.

- La toalla se la he dejado al vecino como un regalo y yo sé que siempre baja pronto. Pero debe ser que hoy no ha venido.

Toda la escena resulta ridícula. Resulta cierto que la primera escena protagonizada por D. Arturo y D. Pedrito también lo es y sin embargo se produce con frecuencia. ¿Quién se imagina a la policía esperando tres horas a que aparezca el dueño de una simple toalla? 

Como si la policía no tuviese cosas mejores que hacer. Por no hablar de que cabe la posibilidad de que la toalla desaparezca antes de que su dueño venga a aposentar su respetable c... sobre ella.

La cuestión es increparse o enfrentarse por el "mejor sitio" de la playa y generar bronca hasta para tirarse en la arena a descansar. No tenemos remedio, ni siquiera en verano.

PS: ¿Alguien quiere saber cómo termina la discusión entre A y P? Se han ido alejando del sitio por el que discuten, casi como si fueran púgiles haciendo juegos de pies, y D. G. R. F. G. de Biedma, veraneante solitario, ignorando el círculo de gente que se ha formado en torno a los dos "contrincantes", ha colocado su sombrilla y su toalla justo en el punto por el que se siguen peleando. Ha abierto un libro y, arrullado por la banda sonora de las olas que vienen una y otra vez, se ha metido en una torre de marfil donde no hay riñas por un puñado de arena.