Opinión | GATO ADOPTIVO

Que us bombin a tots!

Xavier Trias.

Xavier Trias. / EFE

Hace ahora dos décadas, Marta Ferrusola pronunció su famoso y polémico análisis de las elecciones catalanas de aquel año: “Es como si entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos, porque te han robado”. En noviembre de 2003, Pasqual Maragall había ganado las elecciones en número de votos y Artur Mas en número de escaños, pero el primer tripartito impidió a CiU seguir en la Generalitat. “Aunque hemos ganado las elecciones, nos han robado el Gobierno”, insistió la esposa del ex president Jordi Pujol.

El sábado pasado, en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, muchos con años de experiencia en la política catalana creyeron ver en el exabrupto del candidato posconvergente a la Alcaldía, Xavier Trias, un remedo de aquellas palabras de Ferrusola. “Si no surto d’alcalde, que us bombin a tots!”. A estas alturas, es innecesario proceder a su traducción. Los menos avezados creyeron ver un arranque de clasismo de “un señor de Barcelona” porque la Alcaldía se la arrebataba un “chico del Guinardó”, Jaume Collboni. Pero no, la salida de tono de Trias tiene mucho más que ver con las afirmaciones, hace casi 20 años, de la matriarca de la familia Pujol.

A base de gobernar durante lustros o de ser conocidos en el Congreso como “el grupo catalán”, los convergentes han desarrollado un sentimiento patrimonial de las instituciones de Cataluña del que no consiguen desprenderse, aunque ahora su mesías no resida en la plaza de Sant Jaume sino en Waterloo. Lo decía sin filtro, como en ella era costumbre, Marta Ferrusola: su “casa” es Cataluña y sólo “robándoles” pueden arrebatarles su administración.

Da igual que Junts haya apartado de la Alcaldía de Girona a la candidata vencedora, del PSC, para entregársela a la CUP; da igual que Junts hiciera president a Pere Aragonès pese a que el socialista Salvador Illa fue el ganador de las últimas elecciones autonómicas… nadie tenía derecho a despojarles de la joya de la corona, la “casa gran”, Barcelona, y como hace 20 años la familia Pujol, sienten que les han robado la cartera.

No vieron venir la jugada maestra de Ada Colau y los Comuns, que convirtió a Daniel Sirera y Alberto Núñez Feijóo en colaboradores necesarios del asalto socialista a la Alcaldía. Sea un movimiento táctico o estratégico, el tiempo dirá, el anuncio de Colau de que los Comuns iban a apoyar a Collboni y quedarse en la oposición dejó sin margen de maniobra a Génova: votar a Sirera, como tenían previsto los cuatro ediles populares, regalaba la Alcaldía de la segunda ciudad española al independentismo, al partido del fugado Puigdemont y la condenada Borràs, en coalición con ERC, y eso era un suicidio político para el PP a cinco semanas de las elecciones del 23J. El PP no tuvo que tomar decisión alguna, Colau la tomó por ellos.

Las primeras declaraciones del Collboni alcalde a nuestro medio hermano EL PERIÓDICO, asegurando que mantendrá “la estructura y los directivos que teníamos con los Comuns, no somos sectarios”, pueden indicar que la partida todavía no está acabada, que tras el 23J, ya sin elecciones en el horizonte, con la ex alcaldesa fuera de la circulación y los antiguos cuadros de Iniciativa per Catalunya tomando de nuevo el control del partido de Colau, el PSC podría incorporarlos al Ayuntamiento. Se reeditaría así la coalición que durante más tiempo ha gobernado Barcelona, y a la que desbancó precisamente Xavier Trias en 2011.

Pero él ya no estará. Hay que reconocerle la sinceridad (o alcalde o “que us bombin a tots!”) y apuntar que será recordado por una frase a la altura de la pronunciada hace siglo y medio por otro “senyor de Barcelona”, Estanislau Figueres, efímero presidente de la Primera República Española, el día de su dimisión: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”.