Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Gemma Robles

Yolanda Díaz tendrá que mojarse (y mucho)

La jefa de Sumar ha logrado escapar de las polémicas y salvar su imagen. Pero eso acabó. Entró en campaña. Responder es obligado

Yolanda Díaz

Yolanda Díaz / DAVID CASTRO

Subrayemos que todavía no hemos entrado en tiempo oficial de campaña electoral. Otra cosa es la sensación… térmica. No se han registrado oficialmente las listas, pero la composición de algunos gobiernos locales y autonómicos como el de Valencia -con PP y Vox firmando un acuerdo gubernamental- ha hecho subir la temperatura ambiente. Sin duda. El guirigay que ha rodeado a la candidatura de Sumar y el veto a Irene Montero también ha hecho sudar a algunos y algunas. Esta vez y en este tema concreto no puede afeársele de Yolanda Díaz que se haya resguardado ante la lluvia de críticas, para no mojarse, en cuanto a cómo será a partir de ahora su relación con un Podemos venido a menos. Con Montero no había paraguas posible. Era un "sí" o un "no". Con sus consecuencias en ambos casos. Ya saben que una de las virtudes con su defecto que se le achacan a la política gallega es que, hasta ahora, ha sabido escaparse bien de situaciones complejas sin meterse en líos que enturbiaran su imagen pública (ahí la virtud), pero ha sido en numerosas ocasiones a cambio de callar su opinión sobre temas muy relevantes, a pesar de su rango en el Gobierno (en esto el defecto). Virtud con defecto. O defecto con virtud.

¿Qué si ya ha cesado el estruendo por el veto a la ministra de Igualdad o queda resaca o sorpresa? Veremos. El sábado hay convocado un Consejo Ciudadanos de Podemos horas antes de que se cierre el plazo oficial para presentar las listas. Y "Juntas sí se Puede", el partido que los morados inscribieron "por error" en el registro del ministerio de Interior -¿recuerdan el hecho y la memorable excusa?- ahí sigue. En el registro. Pero no será esta la única cuestión sobre la que va a tener que mojarse, y mucho, seguramente hasta calarse, la vicepresidenta de Trabajo y líder de Sumar. Ella ha decidido subrayar su perfil económico y el de su equipo para poner en valor su trabajo en el Ejecutivo… pero se ha encontrado con Nadia Calviño de frente, que no está dispuesta a ceder ese protagonismo y desdeña la influencia de los morados en la gestión de la economía en estos años. 

No hay piedad de Calviño, siquiera con quien puede que el PSOE necesite "sumar" si le dieran los números para no hacer mudanza de Moncloa. Y esta ¿sorprendente? pugna de las vicepresidentas en tiempo de descuento gubernamental no se queda en simple cruce de declaraciones. Qué va. La decisión del ala socialista de no ceder la venta del legado económico del Gobierno de coalición es firme. Tanto que desde la Moncloa (la que domina Pedro Sánchez) no han dudado en decirle a Díaz, al menos a través de la prensa, que de aprobar un Estatuto del Becario en uno de los últimos Consejos de Ministros antes del 23J... nada de nada. Que les da igual que se haya una foto con los sindicatos, pero que lo ven "muy verde" sin el apoyo de la patronal y, sobre todo, de los rectores de universidad. La jefa de Sumar no va a poder pasar por esta controversia de puntillas. Silente. Tendrá que mojarse, o mojarse más, después de la jarra de agua fría que sus propios compañeros de coalición acaban de echarle encima. Un golpe sobre un Estatuto del becario anunciado a bombo y platillo es un golpe serio. Y no se lo han dado a Díaz desde la derecha. Ni desde Podemos. Se lo ha dado el partido que supuestamente la va a necesitar, sí, pero que al mismo tiempo cree que la única oportunidad real que tiene de salvarse es aglutinar cuanto más voto de centro-izquierda en unas siglas, las del PSOE, mejor.

Esto ha ocurrido, además, en los días en que Sumar señalaba al hasta ahora jefe económico de CC.OO, Carlos Martín Urriza, como su gurú para la economía, número seis de su lista y defendía un impuesto para las grandes fortunas "permanente" como medida estrella. O al menos, como una de ellas. El programa está por decubrir. Martín Urriza no es el único fichaje que ha hecho la jefa de Sumar para estas elecciones. Su número dos será otro veterano: el diplomático Agustín Santos Maraver, a quien se le achacan numerosos y polémicos escritos bajo seudónimo apoyando el derecho de autodeterminación de Cataluña, la república o atacando a la OTAN... es lo que tienen los veteranos, que tienen pasado y en algún caso, como el de Urriza, puede darle quizas algún que otro quebradero de cabeza a una líder política que, como decíamos en el comienzo de este artículo, ha tenido hasta ahora como virtud con defecto, o como defecto con virtud, no mojarse en demasía. Pero son tiempos electorales. De debates. De mojarse en definitiva. Y mucho.