Opinión | LA CORONACIÓN DE CARLOS III
Dios salve al Rey
El sábado, durante un día despareció la angustia en Ucrania, el hambre en Somalia, los talibanes, la tiranía de Trump y Putin o incluso la amenaza del cambio climático
¿Alguien puede pensar todavía que entre nosotros y Dios manda un Rey? Los tiempos cambian y la coronación de Carlos III al tiempo que un anacronismo con sus carrozas doradas, regimientos de caballería o proliferación de cetros y coronas, no deja de ser también la manifestación política de una serie de valores, que llevan a la corona británica al centro de la agenda global como garantes de por vida de la estabilidad de un estado, que ahora mismo navega sin rumbo preciso tras el Brexit.
Pocos británicos hoy en día creerán que Carlos III tiene un mandato divino pero el índice de aceptación de la corona es abrumador. A pesar de que los fastos invocan a la religión cristiana, el panorama británico hoy en día es mucho más parecido al mundo que a la realidad cerrada de un credo. Basta mirar el entorno. El primer ministro británico es hindú. Y el alcalde de Londres y el primer ministro de Escocia son musulmanes.
El mundo ha cambiado enormemente, pero el sábado, mientras la iglesia anglicana procedía con el ritual milenario de coronar a un nuevo monarca, el mundo se detuvo entre Buckingham y Westminster. A quienes nos dedicamos a la agenda global nos cuesta decidir dónde poner el foco para atraer la atención sobre los problemas más acuciantes. Pero el sábado, durante un día despareció la angustia en Ucrania, el hambre en Somalia, los talibanes, la tiranía de Trump y Putin o incluso la amenaza del cambio climático.
La cita de la agenda global se detuvo en Londres. Allí estaban los representantes de medio mundo incluyendo a la primera dama americana o la mujer del presidente Zelenski. En una sociedad en profunda mutación tal vez sea ese el principal valor que le quede a la monarquía británica.
En consonancia con lo que fue su imperio, defender una visión integradora y multicultural frente a quienes excluyen criminalizando a la inmigración y polarizan para alcanzar el poder. Si eso es así, que Dios salve al Rey mucho tiempo, porque ese es el mundo que viene. No solo en Gran Bretaña.
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