Opinión | TRIBUNA

Por una gestión inteligente de la sequía en España

Sequía

Sequía / EFE

Como todo el mundo sabe, las sequias se suceden en el clima mediterráneo y en un escenario de cambio climático se van a producir con mayor frecuencia, intensidad y extensión. A mediados de julio del 2022 se está produciendo la segunda ola de calor “oficial” del año, donde se están desafiando récords de intensidad, extensión y duración y por supuesto está acentuando la sequía hidrológica que estamos padeciendo desde hace meses.

España se encuentra al 44% en capacidad de sus embalses, es decir, 10 puntos menos que en 2021 y 20 puntos menos que hace 10 años. En algunas cuencas la situación es mucho más dramática: el Guadiana al 28%, el Guadalquivir con el 27%, Guadalete-Barbate con un 30% y todos ellos con la mitad de lo que tendría que la media de los últimos 10 años.

La situación se extiende al trasvase Tajo-Segura y parte de cuencas del norte como Galicia. Esta situación ya está produciendo importantes perdidas: en torno al 35% de la cosecha de cereal, que afecta posteriormente a la ganadería y a las importaciones, el aumento de incendios forestales que ya han afectado a 90 mil hectáreas, y sobre docenas de sistemas de abastecimiento que se irán extendiendo a cientos por todo el territorio según avance el verano y las próximas olas de calor.

España presenta una elevada vulnerabilidad frente al cambio climático, mientras aumentan elevados consumos de agua por la ampliación de regadíos hasta el año 2021(¡!), el incremento de superficie artificial especialmente en zonas áridas y semiáridas del mediterráneo donde se concentran una gran parte de los habitantes y turistas que se superaban año tras año hasta la crisis de la COVID19 y que ahora se está recuperado rápidamente. Por otra parte, seguimos acumulando problemas con la gestión del agua desde hace decenios, con elevadas pérdidas en el sistema de abastecimiento y transporte, falta de depuración a nivel terciario en el conjunto del país y carencia de gestión y transparencia en decisiones sobre este recurso estratégico y limitante para el desarrollo socioeconómico. Además, el aumento de las temperaturas que ya se ha detectado en España está determinando mayor evapotranspiración y también mayor demanda de agua por parte de los cultivos.

El cambio climático, según recientes investigaciones, está determinando que aumente la expansión e intensificación del Anticiclón de las Azores hasta una forma inusual en los últimos 1.200 años y que podían estar detrás de que aumenten los periodos de sequía en esta región del planeta. Es decir, por una parte, aumenta la demanda y por otra sabemos que vamos a tener cada vez menos agua.

La actual situación de sequía en España, igual que la de 2017 es una de las más severas de los últimos decenios. Ante la grave situación existente, las administraciones públicas deben de priorizar seguridad en las infraestructuras criticas como el abastecimiento de cada pueblo y ciudad, inicio de campaña masiva de publicidad y ahorro en todas las administraciones públicas, cierre de pozos ilegales, introducir señales de precio en el agua de riego.

Es fundamental aumentar la eficiencia en el uso del recurso, conseguir depuración y regeneración de aguas depuradas, la paralización de cualquier nuevo regadío, pero también iniciar un adecuado plan de decrecimiento de zonas de regadío. Conceder prioridad del destino de las aguas para abastecimiento y otros usos antes que para producción energética. El sector empresarial debe cambiar procesos para ahorrar agua, depurar totalmente sus vertidos y reciclar sus aguas, campañas de ahorro con publicación de resultados y la ciudadanía con campañas de ahorro en casa. Hay quien señala, exagerando un poco, que cualquier empresa o ayuntamiento debería coger sus aguas un poco más debajo de donde las vierte. A medio plazo las recomendaciones consisten en un enfoque basado en la gestión de la demanda y no al aumento de la oferta.

La normalidad anterior ya no existe.