Opinión | CASA REAL

Sonrojo en Sanxenxo, temor en Zarzuela

Juan Carlos no puede obviar que regresar tras 650 días en Abu Dabi sin asumir sus actos tiene repercusiones en la credibilidad de la monarquía

El Rey Emérito a bordo de su yate 'Bribón' en aguas gallegas.

El Rey Emérito a bordo de su yate 'Bribón' en aguas gallegas. / Álvaro Ballesteros / Europa Press

La expresión ‘bochorno en Sanxenxo’, utilizada por Carmen Calvo, la exvicepresidenta del Gobierno, para aludir a la llegada de Juan Carlos de Borbón a Galicia, resume el sentimiento de muchos ciudadanos. No se trata de la vuelta del Rey Emérito en sí, controvertida pero legítima y humanamente comprensible, sino de cómo ha sido: sin dar explicaciones por los graves sucesos que le obligaron a marcharse al extranjero y con una agenda que empieza con una regata a la que llega en jet privado. Como si no hubiera pasado nada. Como si fuera una visita más de las que solía hacer cuando reinaba para subirse al yate ‘Bribón’ y navegar con sus amigos. Es cierto que Juan Carlos no tiene ninguna causa pendiente con la justicia española y la Fiscalía del Supremo ha considerado que algunos de los presuntos delitos que podían atribuírsele han prescrito o quedaban cubiertos por la inviolabilidad que le protegía como jefe del Estado. Sin embargo,no puede obviar, por el conocimiento que se le supone de la institución monárquica que este retorno, después de 650 días en Abu Dabi, tiene hondas repercusiones para la credibilidad de la institución que encarnó.

Si hubiese puesto por delante la defensa de la monarquía no hubiese comenzado su visita por un acto festivo envuelto en un dudoso olor de multitudes. A quien ha sido el representante de la máxima institución española durante casi cuatro décadas se le podía exigir otro comportamiento. Más discreto y asumiendo la gravedad de los sucesos que protagonizó en los últimos lustros y que le obligan a estar pendiente de una vista ante la justicia británica. Las inéditas imágenes de Sanxenxo han sido todo lo contrario. El rey emérito ha actuado como si nada hubiese sucedido. “¿Explicaciones de qué?”, respondió cuando una periodista le preguntó si iba a satisfacer las dudas se los ciudadanos sobre su fortuna.

El emérito ha actuado como si nada hubiese sucedido y sin dar ningún tipo de explicaciones"

Hoy lunes, Juan Carlos tiene la última y más delicada etapa de su visita. Se reunirá con el rey Felipe VI, la reina Sofía y demás miembros de su familia en el Palacio de La Zarzuela. Una oportunidad para medir la distancia que pone el actual jefe del Estado con su padre, que dijo “esperar muchos abrazos y ver a la familia” pero se mostró cortante cuando le preguntaron si tenía ganas de reunirse con su hijo. Si el emérito quiere seguir contribuyendo a la estabilidad y a la democracia española –como hizo durante los primeros años de su mandato– debe reconocer la nueva etapa que su hijo se esfuerza en abrir para la monarquía española, marcada por la transparencia, la rendición de cuentas y la responsabilidad. El emérito debe salir de la burbuja en la que vive y no alimentar la imagen de que ‘al Rey no le manda nadie’ que es como reivindicar el clima que seguramente le llevó a actuar como actuó, y aceptar que su conducta es reprobada por una parte significativa de las fuerzas políticas y de la opinión pública española e internacional.

El padre del rey debe reconocer la nueva etapa que su hijo se esfuerza en abrir para la Corona española"

Una etapa marcada por la transparencia, la rendición de cuentas y la responsabilidad social de la monarquía y sus representantes. Todo lo contrario de lo que ha sido la actuación de Juan Carlos I. Para ello, el Rey Emérito debe salir de la burbuja en la que vive y no alimentar la imagen de que ‘al Rey no le manda nadie’ que es tanto como reivindicar el clima que seguramente le llevó a actuar como actuó, y aceptar que su conducta es reprobada por una parte significativa de las fuerzas políticas y de la opinión pública española e internacional.