Opinión | LA CRISIS DEL PP

Recuperar la centralidad (perdida)

Alberto Núñez Feijóo ya ha lanzado el aviso a votantes, potenciales votantes, contrincantes electorales y, también, para la anterior dirección

Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo / EP

Los primeros días de abril se celebrará en Sevilla el XX Congreso Nacional Extraordinario del PP que, previsiblemente, encumbrará a Alberto Núñez Feijóo a la presidencia de esta formación política. Este Congreso y la proclamación del actual presidente de la Xunta como líder nacional del partido, pretende, entre otras cuestiones, cerrar las heridas abiertas por la reciente confrontación entre la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y el hasta hace unos días, presidente del PP, Pablo Casado, que acabó con la abrupta salida de este último —una dimisión en diferido—y de su secretario general, Teodoro García Egea.

Feijóo, que no quiso dar el salto nacional en el anterior Congreso de 2018, llegará ahora en olor de multitudes con la intención de dejar atrás la reciente etapa y “recuperar la centralidad” dentro de la política española, según declaró hace unos días en Murcia en un acto de campaña para dar a conocer su candidatura a este congreso extraordinario. Una declaración de intenciones y un mensaje para todos: votantes, potenciales votantes, contrincantes electorales y, también, para la anterior dirección.

Solo se intenta recuperar aquello que se ha perdido. O que se tiene la percepción que se ha perdido. Pero ¿realmente se ha escorado el PP hacia la derecha en este tiempo? Los datos de encuesta indican que al inicio de su presidencia Casado estaba más escorado a la derecha y que se ha ido centrando con el paso del tiempo. Por lo menos esta es la percepción que han tenido no solo el conjunto de los españoles, sino, también sus propios electores y los votantes de Vox. En febrero de 2019 -apenas un mes después de que Sánchez prometiera su cargo como presidente del Gobierno- los españoles situaban a Casado, de media, en un 7.9 en la escala ideológica 1-10 que utiliza el CIS (en la que el 1 es una posición de extrema izquierda, el 10 una de extrema derecha y, en puridad, el centro corresponde al 5.5). En el Barómetro de este pasado mes de febrero, los ciudadanos situaban a Casado en el 7.4: cinco décimas “más centrado” que hace tres años. La misma percepción tienen los votantes del PP: en febrero de 2019 le situaban en el 7.3 y el mes pasado en el 6.9. Más abrupto ha sido el viraje al centro de Casado a ojo de los votantes de Vox: del 6.9 hace tres años al 5.8 actual. Otra cosa es que la actitud, las propuestas y las alianzas electorales del PP presidido por Casado hayan mirado más hacia la derecha que hacia el centro. La culminación de este estrabismo político se ha producido en Castilla y León: primer parlamento que en el que Vox va a tener cuota de poder autonómico gracias a su alianza con el PP.

El calendario electoral no resulta favorable para plasmar en la práctica las intenciones con las que Feijóo pretende teñir su presidencia al frente del PP

Feijóo parece plantear, por tanto, seguir con esa senda hacia la centralidad política que, por lo menos a ojos de los ciudadanos, había emprendido su antecesor. Un objetivo que puede obedecer a dos motivos que no tienen por qué ser excluyentes. Uno, relacionado con cuestiones ideológicas: que Feijóo se sienta más cercano y cómodo ocupando esta posición en el tablero político electoral. La segunda razón puede ser más pragmática: intentar atraer al electorado no solo de centro-derecha, sino también, al de centro-izquierda que pueda sentirse desencantado con el actual Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos o con sus alianzas parlamentarias. Al fin y al cabo, la mitad del electorado español se sitúa en esas posiciones ideológicas intermedias (puntos 4-5-6 de la escala). Así, esta pretendida búsqueda de la centralidad pasaría, se entiende, por abandonar posiciones políticas y socios de gobierno situados en el extremo. Pero hoy por hoy el calendario electoral no resulta favorable para plasmar en la práctica las intenciones con las que Feijóo pretende teñir su presidencia al frente del PP.

La siguiente cita electoral, la primera con Feijóo al frente del partido, será Andalucía donde todos los datos parecen indicar que no existe una pulsión de cambio entre la ciudadanía y que Juan Manuel Moreno Bonilla podría ser el candidato más votado. Ahora bien, no con una mayoría suficiente para gobernar en solitario. El declive de Ciudadanos y el ascenso de Vox -tendencias hoy por hoy persistentes- hará de estos últimos un socio necesario. Y lo mismo ocurrirá en muchos ayuntamientos y en algunas comunidades en las elecciones locales y regionales del próximo año: para que el PP gane o mantenga el poder en estos lugares necesitará el apoyo de Vox. Y el partido de Santiago Abascal exigirá ahora como contrapartida en la mayoría de los casos, como ha ocurrido en Castilla y León, formar parte del Gobierno. Un escenario que echaría por tierra la estrategia de recuperación de la centralidad que pretende Feijóo.

La otra posibilidad que tiene el próximo presidente del PP es la de buscar acuerdos con el PSOE apostando por la gran coalición: una solución que algunos sectores políticos y sociales vienen reclamando con insistencia desde la llegada del multipartidismo y que se agudiza en momentos de crisis. Pero no olvidemos que la mayoría de votantes de PP y Vox, ven con buenos ojos los acuerdos de gobierno entre las dos formaciones de la derecha. Así que, la opción de la gran coalición solo parecería factible hoy por hoy si, como primera condición, en cualquiera de las elecciones venideras, PP y Vox no suman los votos suficientes para poder gobernar: en solitario o conjuntamente. Seguiremos atentos.