EN MADRID | ENTREVISTA

Elia Tralará, cuentacuentos: "Contar cuentos es un acto de amor"

Narradora oral y actriz, empezó trabajando por los escenarios de su pueblo en Segovia, se tuvo que marchar a Inglaterra y volvió a Madrid para asentarse contando cuentos, poemas, relatos e incluso canciones para familias o para adultos solamente

La narradora y actriz Elia Tralará en Madrid.

La narradora y actriz Elia Tralará en Madrid. / ALBA VIGARAY

Álex González

Álex González

¿De dónde viene su amor por contar cuentos?

Supongo que de mi necesidad de expresarme a través de alguna actividad artística. Ya de adolescente, como en verano nos quedábamos en el pueblo y no había mucho que hacer, empezamos un grupo de chicas a enredar con el teatro, sin ningún adulto que nos empujase a ello ni nos supervisase. Mi abuelo, mi tía y mis padres de pequeña me contaban algún cuento, pero sobre todo relatos de vida y anécdotas de gente de la comarca. De adulta me apunté a un taller de cuentacuentos porque me daba una libertad creativa que me fascinaba. Elegir una historia, la manera de contarla, trabajarla y compartirla con el público. Empecé por placer y poco a poco me fui profesionalizando. Desde 2012 que dejé el trabajo en una revista me dedico a esto y vivo del cuento literalmente.

¿Cuánto de necesarios son los cuentos para los niños?

Son imprescindibles, el hábitat natural del cuento era y debería seguir siendo el del hogar. Es una forma maravillosa de comunicarnos, de evadirnos, de viajar, de imaginar otros mundos o posibilidades. Cuando alguien se sienta a contarle un cuento a un niño o niña, se relaciona con él de una forma que sale de lo cotidiano, es algo lúdico que dedica un tiempo y atención a esa persona.

¿Ayudan a su formación como personas?

Es un acto de amor, que sin pretenderlo transmite valores, enseña a escuchar y alienta su imaginación. También hay otros efectos como adquirir vocabulario o aprender a expresarse, los cuentos no tienen por qué ligarse siempre a un fin educativo.

¿Y para los adultos?

A todo el mundo le fascina una buena historia bien contada de viva voz. Cuando los libros no estaban tan generalizados, los conocimientos, valores o advertencias se transmitían oralmente a través de cuentos, mitos o leyendas en todas las civilizaciones. Es algo profundamente humano y hasta hace no tanto en las casas se contaban cuentos entre los adultos que los niños que andaban por allí escuchaban. Hoy cuando los profesionales los contamos desde un escenario a un público adulto, la gente ve cercanía y sencillez en esas narraciones orales y muchos se sorprenden con que la palabra pueda crear tantas imágenes o despertar tantas emociones. Nosotros tenemos las imágenes de lo que va sucediendo en la cabeza e intentamos que el público se lo vaya imaginando lo más nítidamente posible.

El primer fin del cuento debe ser el disfrute, no el decirte cómo debes comportarte o qué tienes que pensar. Cada cual toma del cuento lo que necesita o lo que quiere

¿Cuál es su cuento favorito para contar?

Me pones en un compromiso. Cuando cuento un cuento normalmente es porque disfruto mucho contándolo. Hay algo de mí, no siempre consciente, que está en ese cuento. Pero por decirte alguno La Zarrampla o La niña de los tres maridos, que son tradicionales y los cuento para todos los públicos, o Cocorico, de Marisa Núñez, que suelo narrarlo en sesiones familiares y siempre provoca reacciones muy potentes en el público infantil. También disfruto mucho con las historias que cuento en Orgullo rural, uno de los espectáculos de narración y música que hago junto a mi compañera Uxía López en el que cuento mi infancia en el pueblo. Tiene mucho humor, es mi obra más personal y la gente, sobre todo adultos, se identifican mucho con el relato.

21.05.2024. MADRID. La narradora y actriz Elia Tralará en Madrid. Foto: Alba Vigaray

La actriz, con algunos de los objetos que usa en sus narraciones. / ALBA VIGARAY

¿Y el que más le ha marcado?

Así a bote pronto, te podría decir uno que no tengo en repertorio. Solo lo conté una vez, hace muchísimo. No he vuelto a contarlo porque no me veo capaz. Se llama Tristeza y es de Chéjov. Habla de lo desolador que es no encontrar a nadie que escucha cuando sientes una necesidad imperiosa de que alguien lo haga.

¿Todos dejan una moraleja?

No, porque el primer fin del cuento debe ser el disfrute, no el decirte cómo debes comportarte o qué tienes que pensar. Hay relatos como las fábulas que terminan con moraleja explícita, que evidencian una enseñanza. Otros pueden llevarla más o menos implícita y otros cuentos que no tienen una única interpretación, sino que cada persona que lo escucha puede extraer sus propias conclusiones. Cada cual toma del cuento lo que necesita o lo que quiere.

Hay un cuento que solo he contado una vez, no me veo capaz de volver a hacerlo. Se llama 'Tristeza' y es de Chéjov. Habla de lo desolador que es no encontrar a nadie que escucha

¿Quién ha sido el mejor escritor de cuentos de la historia?

Hay muchos escritores y escritoras magníficos creando cuentos. Un cuento puede ser inmejorable para ser leído, pero muy complicado de traducir al lenguaje oral y ser narrado a viva voz. Ahí aparece el arte de la persona que narra. Los cuentos más preparados para ser contados son los tradicionales que han sido narrados y depurados de generación en generación. Cuentos vivos que se pasaban de boca en boca y cambiaban de forma natural. Entre los más populares estarían algunos como La Cenicienta que tiene siglos de antigüedad y hay distintas versiones en todo el mundo. Antes de que llegasen las películas o se fijasen en un papel, el cuento se iba adaptando y limando cada vez que alguien lo contaba. También hay otros que se contaban mucho aquí en la Península como Blancaflor, la hija del diablo, Juan el oso, El hombre del saco, Garbancito o La mata de albahaca, que son relatos muy antiguos cuyo origen es oral.

Y actualmente, ¿cuál está de moda?

Desde hace unos años en la literatura infantil y juvenil hay una tendencia hacia lo políticamente correcto. Creo que el arte, también la narración, está ahí para reflejar la vida y no es un manual de buen comportamiento. Hay una moda de “cuentos para”, donde hay para aprender a identificar nuestras emociones o para concienciar en igualdad… es decir, cuentos con moraleja clara y objetivo educativo patente. Muchas veces son previsibles, poco interesantes a nivel narrativo y sin matices. Un relato tiene que ser entretenido y con un mínimo de tensión dramática. A muchos les sobra moraleja y se escriben sin conflicto o con falta de imaginación.

¿Piensa dejar de contar cuentos algún día?

No, disfruto tanto que creo que no me voy a jubilar nunca de contarlos. Otra cosa es que tenga que bajar el ritmo porque el cuerpo ya no responde igual. Hace un par de años me planteé viajar menos, sobre todo en coche, pero me cuesta hacerlo, ya que donde más me gusta contar cuentos es en pueblos pequeños que, por desgracia, suelen estar mal comunicados con transporte público.