ARQUITECTURA

El Madrid de Antonio Palacios: una invitación a mirar hacia arriba

Un recorrido por las obras del arquitecto que en las primeras décadas del siglo XX transformó la capital y de cuyo nacimiento se cumplen 150 años

Palacio de Telecomunicaciones, en Cibeles, actual sede del Ayuntamiento.

Palacio de Telecomunicaciones, en Cibeles, actual sede del Ayuntamiento.

Víctor Rodríguez

Víctor Rodríguez

Dicen de Antonio Palacios (Porriño, Pontevedra, 1874 – Madrid, 1945) que es a Madrid lo que Gaudí a Barcelona. Quizá su estilo no sea tan singular ni esté tan asociado a la imagen de la villa y corte en la cultura popular como el del catalán a la ciudad condal. Pero, por contra, el arquitecto gallego sí tenía una visión de la transformación que en la capital debía acometerse para hacerla asimilable a las grandes urbes europeas y en gran medida sus edificios contribuyeron a ello. Durante las primeras décadas del siglo XX, los años 10 y 20, principalmente, Palacios fue la estrella de la arquitectura del momento y hoy Madrid sería muy otro sin sus aportaciones. Cabe atribuirle, entre otras cosas, el diseño de algunas de las primeras estaciones y del logo del Metro..

El pasado 8 de enero habría cumplido 150 años y se suceden las conmemoraciones. Una muestra en el Colegio Oficial de Arquitectos repasa hasta el 9 de febrero sus trabajos fuera de Madrid. Y en el Palacio de Telecomunicaciones, actual sede del Ayuntamiento, una exposición permanente relata desde el pasado mes de diciembre la historia del edificio, acaso el más representativo de cuantos erigió Palacios. Con todo, el mejor homenaje es recorrer la ciudad mirando hacia arriba para apreciar sus creaciones: su monumentalidad invita a ello. Estas son las más representativas:

PALACIO DE TELECOMUNICACIONES (1907-1919). Plaza de Cibeles, 1. En 1904, con apenas 30 años, Antonio Palacios y su entonces socio, Joaquín Otamendi, ganan el concurso que cimentaría su reputación. El Estado quería centralizar en un solo edificio los servicios de Correos, Telégrafos y Teléfono. Palacios y Otamendi plantean un audaz edificio con una monumental fachada de piedra minuciosamente labrada combinada en el interior con una moderna estructura de hierro y cristal y una inteligente disposición funcional para alojar los tres servicios. El exterior, explica Jacobo Armero, arquitecto, agente inmobiliario, autor del libro ‘Antonio Palacios, constructor de Madrid’ y comisario de la exposición ‘Vida del Palacio de Cibeles’, “funciona como una suerte de retablo escultórico”. Nuestra Señora de las Comunicaciones se bautizó popularmente, de hecho, el edificio, por recordar el aspecto de una catedral. “El estilo responde perfectamente a la voluntad de un Estado entonces débil, al inicio del reinado de Alfonso XIII, recién perdidas Cuba, Puerto Rico y Filipinas, de afianzar una imagen de unidad de la nación española, de hacer converger las provincias en torno a Madrid”. Desde 2007 acoge el Ayuntamiento de Madrid.

HOSPITAL DE JORNALEROS (1908-1916). Maudes,17. La construcción del Palacio de Telecomunicaciones fue azarosa y se prolongó en el tiempo, pero ya desde que se inició sentó la fama de Palacios. Al poco de comenzar las obras, él y Otamendi recibieron el encargo de levantar un hospital benéfico cerca de lo que hoy es Cuatro Caminos y entonces eran las afueras pendientes de urbanizar. Arquitectónicamente, es un edificio interesante, con una planta en forma de aspa en torno a un espacio octogonal, a la manera de los hospitales renacentistas. La fachada, con torreones y pináculos remite en cierto modo a la del Palacio de Cibeles, pero llama la atención el uso de piedra sin desbastar. La familia de la madre de Palacios era propietaria de canteras en Galicia, lo que siempre se ha asociado con el mimo que el arquitecto brindó a este material. “El hecho de que aquí recurriera a una piedra más rústica”, señala Armero, “seguramente tenga que ver con el entorno entonces menos urbano en que se situaba y apunta a otro de los rasgos de la arquitectura de Antonio Palacios: la adecuación de sus obras al lugar en que se levantan”. Tras funcionar como hospital hasta 1970, cayó en desuso y estuvo abandonado una década hasta que en los años 80 lo compró la Comunidad de Madrid. Hoy es sede de la Consejería de Transportes, Infraestructuras y Vivienda.

BANCO ESPAÑOL DEL RÍO DE LA PLATA (1911-1918). Alcalá, 49. Se conoce como el Edificio de las Cariátides por las dos enormes estatuas que flanquean la entrada. Hoy alberga la sede central del Instituto Cervantes, pero en origen fue un banco. “Aunque mantiene su monumentalidad característica, choca en cierto modo con el resto de su producción hasta ese momento”, explica Miguel Lasso de la Vega, director gerente de la Fundación Arquitectura del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. “Parece un templo griego, una especie de exaltación al poder del dinero”. Las cariátides y las enormes columnas del cuerpo central refuerzan esa imagen. En el interior Palacios optó por una solución habitual en él: un vestíbulo recorría toda la altura del edificio, rematado en una cúpula con vidriera, pero posteriormente se procedió al forjado intermedio y se perdió ese efecto de altura. “Sería bueno que se recuperara la idea original y siendo ahora el Instituto Cervantes sería perfectamente posible”, desliza Lassso de la Vega, por si alguien quiere recoger el guante.

CASA COMERCIAL PALAZUELO (1920-1921). Mayor, 4. Fue uno de los primeros edificios comerciales de una ciudad que se abría a la modernidad. y en él se distingue el carácter ecléctico de un Palacios aquí influido por las corrientes de la Escuela de Chicago. Sin alcanzar ni de lejos la altura de un rascacielos, sí repite la estructura de un zócalo, un cuerpo intermedio, en este caso con columnas y miradores de hierro y cristal entre ellas y un cuerpo ático. Su interior, iluminado desde la parte superior con una vidriera y pasillos sinuosos, es muy reseñable. Se organizan visitas guiadas. Una construcción ‘hermana’ es el Edificio Matesanz, en la Gran Vía, con una diferencia, más allá de los cambios formales, que anota Lasso de la Vega: “Palacios concibió Matesanz como una obra que se sumaba a una transformación ya en desarrollo como e la Gran Vía, pero en Palazuelos veía el primer paso para un cambio total del entorno de la Puerta del Sol”. El gallego tenía planes megalómanos, que no llegaron a materializarse pero que habrían destruido el centro histórico de Madrid tal y como lo conocemos hoy.

CÍRCULO DE BELLAS ARTES (1921-1926). Alcalá, 42. Es el último gran edificio de Palacios en Madrid, en la década de los años 30 su estrella empezó a declinar. Para Jacobo Armero es, además, uno de los más interesantes, “el más complejo y desestructurado, el menos equilibrado, que parece inclinarse hacia la esquina de la calle de Alcalá y con su escalamiento caprichoso para crear ese gran torreón”. Con la torre, el edificio alcanza los 67 metros de altura. Su interior es también un alarde para organizar en sus ocho plantas dependencias de lo más variado. En su origen, en plena ebullición de los locos años 20 tenía piscina, salón de baile, pista de patinaje… Para ganar el concurso Palacios tuvo que batallar contra las limitaciones de altura que imponían las ordenanzas municipales y perseverar para que fueran los socios del Círculo los que eligieran. La construcción se encontró con problemas presupuestarios, igual que ocurrió con otras obras, pero, claro, no es lo mismo financiar los sobrecostes cuando el promotor es el Estado o un banco que cuando es una institución cultural privada. Con todo, salió adelante para terminar convertido en eso que a Lasso de la Vega gusta definir como faro de la cultura iluminando la ciudad.