AUDIENCIA NACIONAL

La Fiscalía pide 50 años de cárcel para el yihadista que asesinó a un sacristán en Algeciras

El Ministerio Público le imputa tres delitos de terrorismo por el asesinato del religioso y las lesiones a otras cuatro personas más

La policía, ante el cuerpo del sacristán Diego Valencia, asesinado por un yihadista en Algeciras el 25 de enero.

La policía, ante el cuerpo del sacristán Diego Valencia, asesinado por un yihadista en Algeciras el 25 de enero. / EFE

Alberto Muñoz

Alberto Muñoz

La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha solicitado 50 años de cárcel para el yihadista marroquí que asesinó a un sacristán en Algeciras e hirió a varias personas más durante su ataque a varias iglesias armado con un machete. El acusado, que estaba en situación irregular en España, está acusado de delitos de asesinato terrorista, tanto consumado como en grado de tentativa, así como de lesiones resultantes también de acto terrorista.

Los hechos se produjeron el 25 de enero de 2023, cuando Yassine Kanja, un hombre marroquí de 25 años, asaltó tres iglesias armado con un machete al grito de "muerte a los cristianos" y "Alá es grande".

Según el relato que hace la Fiscalía de cómo se fueron sucediendo los hechos, el joven fue entrando en una espiral cada vez mayor de violencia que culminó con el asesinato a cuchillazos del sacristán. Por todo lo que sucedió aquel día, piden para él 25 años de cárcel por un delito de asesinato terrorista, 15 por otro delito de asesinato terrorista en grado de tentativa y otros diez por un delito de lesiones terroristas.

Escalada de violencia

Alrededor de las seis de la tarde, explica el escrito de acusación consultado por este periódico, Kanja se dirigió a la iglesia de San Isidro, Algeciras, donde golpeó uno de los bancos de oración con una Biblia e increpó a uno de los fieles allí presentes: "¿Por qué crees en una escayola?".

De allí, dicen los testimonios recabados por la justicia, el joven salió haciendo referencias a "Allah" y gritando que "El mundo se va a acabar", y se dirigió a su domicilio, donde apagó su teléfono móvil, lo guardó en un cajón y sacó un "machete de grandes dimensiones" que tenía escondido debajo de su cama.

Alrededor de 15 minutos después de haber abandonado la iglesia, el presunto terrorista se cruzó, dice la Fiscalía, con la primera víctima, una persona a la que rompió las gafas de un golpe en la ceja tras increparle al grito de: "Tú trabajas para la magia". A ese hombre, Kanja solo llegó a enseñarle el machete que llevaba oculto entre la ropa. Por este delito de lesiones fruto de acto terrorista, la Fiscalía pide 10 años de prisión para él.

Otros 15 minutos después, ya pasadas las siete de la tarde de ese 25 de enero de 2023, el marroquí, que estaba en situación irregular en España y del que se cree que actuó como un 'lobo solitario' en nuestro país, se dirigió a la iglesia de San Isidro.

Allí se encontró con la celebración de una misa a la que acudían diez personas, y, tras destrozar varios y objetos y blandir su machete, persiguió al sacerdote de 74 años que la estaba oficiando hasta propinarle un fuerte golpe en la nuca y huir del lugar. Para sus herederos, pues habría fallecido desde entonces, la Fiscalía pide una indemnización de 17.000 euros.

La última parada del yihadista estaba a 200 metros, en la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma, en cuyo patio Kanja se encontró al sacristán. Tras recibir un primer ataque, el hombre, que estaba casado y tenía dos hijos, intentó defenderse con una silla y huir a la plaza. Allí fue alcanzado por el yihadista, que le "propinó dos fuertes golpes con el machete, uno en el cuello y otro en la cabeza", lo que terminó provocándole la muerte.

La Fiscalía pide, además de los 50 años de cárcel, 150.000 euros de indemnización para la viuda y otros 50.000 euros para cada uno de los hijos de la víctima mortal del ataque terrorista.

El párroco de la Iglesia de La Palma de Algeciras, Juan José Marina, aseguró después de los sucedido que el atacante que esa tarde entró en el templo y mató al sacristán seguramente debió pensar que la víctima era el cura. "En vez de morir yo, ha muerto él", lamentó en declaraciones la agencia Efe.

Proceso de radicalización

La Fiscalía recoge en el escrito que Kanja había "experimentado en los meses anteriores a la agresión un proceso de radicalización, asumiendo las tesis más rigoristas del islam, que defienden la incompatibilidad de esta religión con los principios y valores de otras religiones y la necesidad de actuar para favorecer su eliminación y la de los musulmanes que no siguen los preceptos de su religión".

Además, el escrito también reconoce el estado mental en el que se encontraba el marroquí en el momento de llevar a cabo las agresiones: "Presentaba una descompensación psicótica aguda con importante grado de implicación afectiva y conductual, que afectaría muy severamente a sus capacidades volitivas e intelectivas".

Eso sí, el fiscal también deja claro que "sus capacidades volitivas e intelectivas no estaban totalmente anuladas por su enfermedad". De hecho, ya en fase de instrucción el juez destacó las conversaciones del investigado con su madre mediante WhatsApp, donde se ponía de manifiesto su radicalización religiosa en las semanas previas al asesinato. Una circunstancia que “es advertida por la madre de este en varias ocasiones”.

El magistrado coincidió con los investigadores y consideró que “de la conversación del investigado con su madre se puede concluir que Yassin tenía premeditado el ataque mortal que llevó a cabo”. La madre manifiesta en esos mensajes su temor por las revelaciones que le hace su hijo (“Yo tengo miedo por ti, por las cosas que me decías”) y por lo que Yassin le manifiestó. Lo que "no hace más que revelar y corroborar la predisposición de este a cometer una acción", señaló entonces el auto. “Lo siento, estás en tu derecho. Lo siento y mucho. Es mi culpa, pero nuestro honor era todo para mí”, le dice el detenido a su madre cuando ésta le manifiesta su temor.