PERFIL

La cajetilla de tabaco que delató a Paesa: "Le descubrimos porque fumaba una marca muy exclusiva de color amarillo"

Los periodistas y el detective que desvelaron en 2004 que Francisco Paesa no estaba muerto narran las peripecias vividas para descubrir el paradero del ex espía, fallecido en mayo pasado a las afueras de París

Francisco Marco, Francisco Paesa y Antonio Rubio

Francisco Marco, Francisco Paesa y Antonio Rubio / Nacho García

Tono Calleja Flórez

Septiembre de 2003. El dueño de la agencia de detectives Método 3, Francisco Marco, recibe un encargo: encontrar a una mujer de nombre común, Beatriz García, vinculada a una supuesta estafa. ¿Quién era esta señora? Difícil saberlo con certeza, especialmente en una época en la que el uso de internet no estaba generalizado.

El detective emprendía en ese momento una tarea que no iba a ser nada fácil y que amenazaba con extenderse en el tiempo. Sin embargo, una conversación con el entonces periodista de El Mundo Antonio Rubio abría una hipótesis que podría ser relevante. El informador conocía a una abogada con el mismo nombre que había abierto un despacho en Luxemburgo y era sobrina de Francisco Paesa, el exespía que según adelantó eldiario.es falleció el pasado 3 de mayo a las afueras de París.

"Me plantea que está buscando a una persona con ese nombre y yo conocía a Beatriz, la sobrina. Y es a partir de ahí que nos ponemos a trabajar. Yo la conocía personalmente de otros temas", recuerda Rubio.

En 2004 Paesa, conocido por su colaboración en la fuga de Luis Roldán, ex director general de la Guardia Civil en el Gobierno de Felipe González, llevaba seis años muerto. O eso parecía después de que la hermana del exespía María Paesa pagara una esquela que se publicó en El País en la que se anunciaba su fallecimiento el 2 de julio de 1998 en Tailandia, sin concretar la localidad, pero especificando que el cuerpo del difunto había sido "incinerado". El texto de la esquela apuntaba también que las misas gregorianas que durante todo el mes de agosto se iban a celebrar en el monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña, "se aplicarán por su alma y para confortar a los que le llevamos en el corazón".

Viaje a Luxemburgo

Sin embargo, tanto Marco como Rubio tenían la sospecha de que no había fallecido, sino que era una nueva argucia del sospechoso de haberse quedado con 10 millones de euros de Roldán, condenado a 31 años de cárcel tras quedarse con parte de los fondos destinados a los huérfanos de la Guardia Civil.

Por eso el detective y el periodista de El Mundo acudieron a Luxemburgo convencidos de que encontrarían a Paesa y a su sobrina."Estaba con un nombre falso [del ciudadano argentino Francisco Pando Sánchez], que coincidía con las siglas reales. Teníamos dudas de que fuera él, pero al final confirmamos que estaba con la misma mujer con la que vivía en Madrid. Le descubrimos porque fumaba una marca de tabaco que era muy exclusiva, Benson & Hedges, con un paquete de color amarillo", explica Marco, que rememora para este periódico aquellos días en los que Paesa lograba cambiar constantemente su imagen para pasar desapercibido.

"Era un hombre de costumbres y muy familiar, pues siempre se acompañaba de sus dos sobrinos": Beatriz y Alfonso, prosigue Marco, cuyo equipo de trabajo logró hacer una fotografía que probaba que Paesa seguía vivo. "Lo revivimos", dice de forma sarcástica el periodista, que reivindica el trabajo conjunto con el detective. La noticia firmada por Antonio Rubio abrió la portada de El Mundo el 15 de noviembre de 2004 con un elocuente titular: "El muerto está vivo". En la imagen aparece el exespía con un cigarrillo en la boca.

Se trasladó a París

El dueño de Método 3 también estuvo vinculado a una nueva resurrección o aparición pública de Paesa, en esta ocasión en Francia, en diciembre de 2005, un año después de la información publicada por Antonio Rubio: "Sabíamos la zona, pues tras ser descubierto en Luxemburgo se escondió en París. Nos llega la información y para obtener una imagen utilizamos una motocicleta en la que instalamos una cámara de vídeo camuflada, de esas que tenían cintas VHS. Y empezamos a revisar la gente que pasaba por ahí. En un momento le vemos y al día siguiente llamaron a un fotógrafo, que tomó las imágenes. Los periodistas de Interviú lograron hacerle una entrevista", destaca.

Marco se refiere al entonces director de Interviú, Manuel Cerdán, el promotor de la exclusiva. Le entregó una imagen en la que no se veía la cara del objetivo. Sin embargo la fotografía convenció al periodista de que sí era Paesa, pues el hombre retratado llevaba un sombrero muy característico, una de sus prendas habituales. El director de la revista contó con la colaboración de dos jóvenes informadores. Uno de ellos Daniel Montero y el otro Luis Iturriaga, quienes por encargo de Cerdán permanecieron durante cuatro días en París. Tuvieron que "hacer guardia en una calle estrecha en la que había un instituto, en un ambiente gélido" para tratar de encontrar al prófugo.

El máximo responsable de la revista encomendó a Montero y a Iturriaga seguir los pasos al objetivo en París. Al tercer día, poco después de que Cerdán llegara a la capital gala, los informadores, cuando ya barajaban la posibilidad de que su reportaje se basara únicamente en las declaraciones de los vecinos del exespía, vieron reflejada en el escaparate de una cafetería la figura de Paesa. Este, al percatarse de la presencia de los periodistas, trató en vano de zafarse de ellos. Acudió a un portal, en el que no se encontraba su vivienda, y llamó a la desesperada a un piso, cuyos moradores no le abrieron la puerta.

En francés

Fuen entonces cuando Paesa se dirigió a Cerdán en francés, en un último intento de evitar ser reconocido, pero el informador le cortó en seco: "¡Paco, no me jodas!", le espetó el exdirector de Interviú, que consiguió que Paesa diera marcha atrás y pasara a hablarle en español. Después, incluso le concedió una entrevista en una cafetería.

Tras abandonar ambos el establecimiento, Cerdán dio una orden que, según los testigos, Montero acató de inmediato: irrumpió en la cafetería para hacerse con la taza del café que había tomado Paesa, pero también la cucharilla y las colillas del tabaco de la marca británica Benson & Hedges, que meses antes había ayudado a delatar la falsedad de la muerte del exespía.

Estos dos reportajes periodísticos elevaron la relevancia de la figura de Paesa, cuyo nombre apareció también en otros casos que saltaron a la opinión pública. Nacido en Madrid el 11 de abril de 1936, fue un estrecho colaborador de los servicios secretos españoles. Un comisario principal, que prefiere no facilitar su nombre, confirma que este estuvo detrás de una de las mayores operaciones de los cuerpos policiales contra ETA. Les vendió varios misiles, que fueron balizados. A la postre esta operación permitió desarticular un importante arsenal de armas de la banda terrorista en la cooperativa Sokoa, ubicada en Hendaya (Francia).

También 'playboy'

El prófugo también protagonizó momentos de fama en la prensa, pero en esta ocasión en el papel couché. Según El País el también playboy se casó con Ratna Dewi, la viuda japonesa del presidente de Indonesia Achmed Sukarno. Anunció su enlace con una fiesta de flamenco y fuegos artificiales en Gland, un pequeño pueblo helvétivo que por una horas se llenó de coches de alta gama. ¡Hola! y Semana cubrieron el evento.

El rotativo madrileño apunta también que Paesa participó en un episodio relacionado con el terrorismo de Estado contra ETA, en concreto con los GAL. Hizo supuestamente de intermediario del Ministerio del Interior, pues se entrevistó con las mujeres de los policías José Amedo y Michel Domínguez en la puerta del hotel Wellington en Madrid y "les pidió que cambiasen su declaración judicial", dice la información, que incluye en la misma el certificado del Ayuntamiento de Bois-Colombes de la muerte de Paesa.