TENSIÓN INTERNACIONAL

Rusia se armará en el Ártico con nuevos radares y rompehielos dotados de drones y misiles

El interés de proteger esta zona va más allá de defender la integridad territorial rusa, y radica también en las posibilidades económicas potenciales que Moscú quiere aprovechar

Una ceremonia militar rusa en San Petersburgo, el pasado 24 de diciembre.

Una ceremonia militar rusa en San Petersburgo, el pasado 24 de diciembre. / EFE

Litros y litros de gas para calentarse y el estereotipo de la tradicional resistencia de los rusos a los elementos meteorológicos no son suficientes para apuntalar la presencia de Rusia en la región del Ártico. El presidente Vladímir Putin admitió el pasado mes de diciembre la importancia de dicha zona, enfatizando su intención de fortificar su frontera norte: "La región ártica tiene enormes oportunidades económicas. Además, el Ártico está asociado al fortalecimiento del potencial energético ruso, la ampliación de la logística y la garantía de la defensa". Por este motivo, añadió, "el desarrollo de estos territorios es una prioridad innegable para la Federación Rusa".

El norte del país, a veces apodado "la última frontera" por ser un lugar inhóspito, es también un punto crítico por la posible explotación de los recursos bajo el mar Ártico y por ser un foco de tensión con países miembros de la OTAN como Noruega, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia y Canadá. Por ello, Moscú busca aumentar su capacidad defensiva con radares de mayor capacidad, algo previsto para 2027, o un aumento de las capacidades ofensivas de los buques rompehielos que surcan la región. "Podemos equipar un rompehielos convencional con drones de ataque e incluso con armas de misiles de ataque", apuntó al medio ruso 'Izvestia' Nikolái Novichkov, diputado de la Duma rusa y miembro del comité de la Duma Estatal para el Desarrollo del Ártico y el Lejano Oriente. "En tiempos normales, el buque cumplirá con su tarea de guía sobre el hielo a lo largo de la Ruta Marítima del Norte, y en un periodo de amenaza se convertirá en un buque de guerra de la Flota del Norte para llevar a cabo las tareas de disuasión ante un probable enemigo", indicó el mismo político.

El botín del Polo Norte

El interés de proteger esta zona va más allá de defender la integridad territorial rusa, y radica también en las posibilidades económicas potenciales que Moscú quiere aprovechar. Aunque hay una parte del Polo Norte rusa, la mayor parte de este se considera legalmente como aguas internacionales al no haber territorio emergido bajo el hielo. Esto limita la explotación potencial de recursos naturales por parte de Moscú, y para combatir dicho inconveniente ha querido ampliar su territorio de la mano de sus geólogos.

Desde el año 2000, Rusia ha intentado demostrar que la dorsal de Lomonosov, una cordillera submarina que atraviesa el océano Ártico, forma parte de la plataforma continental rusa, algo que la legitimaría como parte del país. A día de hoy, el anuncio resulta cuando menos controvertido porque Dinamarca también ha señalado que dicha formación submarina forma parte de la corteza de Groenlandia. Debido a expediciones de diferentes países, se sabe que en el fondo del Ártico hay reservas de gas y petróleo, además de metales como oro, plata, mercurio o zinc, entre otros.

Rodeado de hielo

La parte ártica del país posee la mayor parte de su costa rodeada de hielo marino y con pocos asentamientos humanos en su proximidad. Justamente para combatir la ausencia de civiles residiendo en el inhóspito lugar y fortalecer las posiciones árticas rusas, el Gobierno está impulsando la iniciativa conocida como "la hipoteca ártica", que otorga a algunas personas que viven en la zona acceso preferencial a algunos préstamos con intereses bajos, para favorecer que gente de otras regiones se anime a mudarse y para ayudar a los que ya viven allí.

Aunque el calentamiento global es una amenaza para muchos países, a Rusia le abre una ventana comercial interesante, ya que permite un uso más intensivo de la denominada Ruta del Norte, que conecta Europa Occidental con China y Asia por el Ártico. Aunque esta vía aún no es muy usada a día de hoy, ya se ha probado y representa un ahorro de tiempo y combustible considerable para los barcos. Además, no implica pasar por zonas peligrosas como el estrecho de Malaca o la costa de Somalia, donde hay piratas, o el mar Rojo, donde los rebeldes hutíes de Yemen han emprendido una campaña de ataques a buques mercantes. Si esta ruta se afianzara, sería un éxito comercial para Rusia y un gran apoyo para desarrollar la zona ártica y el norte de Siberia, donde actualmente existe una de las densidades poblacionales más bajas del planeta

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