RAMY SHAATH

1.000 días en una cárcel egipcia: cómo vivir en una celda con 30 personas dentro

El preso político egipcio Ramy Shaath nos cuenta su calvario en la infame prisión egipcia de Tora

La presión de Emmanuel Macron ha conseguido su liberación, pero hay decenas de miles de presos políticos en el sistema represivo del presidente egipcio Al-Sisi

Este domingo Egipto recibe a los líderes mundiales para la cumbre climática COP-27

El activista egipcio-palestino Ramy Shaath

El activista egipcio-palestino Ramy Shaath / Amnistía Internacional

Mario Saavedra

Mario Saavedra

- La celda tenía 23 metros cuadrados…

- ¿La midió con precisión?

- ¡Por supuesto, pasé ahí dos años y medio! 7.65 metros por 2.85 metros. Era muy importante saber las dimensiones porque, cuando metían a más gente, teníamos que redistribuir el espacio. En el mínimo, éramos 18. Llegamos a estar 32. Cuando estaba más llena, tocábamos a tres puños de anchura para cada uno. Dormíamos por turnos, claro.

La suerte del preso político egipcio Ramy Shaath es que está casado con una mujer francesa, Céline Lebrun, que lanzó una campaña para su liberación y forzó a Emmanuel Macron a esgrimir su nombre en una rueda de prensa conjunta con el presidente egipcio, Abdelfatah al-Sisi. Era diciembre de 2020. El mandatario galo dijo a los periodistas que iba a seguir adelante con la venta de dos docenas de aviones de combate Rafale a Egipto, pero que le había pedido a Al-Sisi que soltara a Shaath. Ha sido liberado un año después, en enero de este 2022.

Ramy Shaath (Beirut, Líbano, 1973) es un activista muy conocido en el mundo árabe. Primero, porque fue uno de los líderes de la revolución egipcia de 2011. Aquella con epicentro en la famosa plaza de Tahrir de El Cairo que acabó con la dictadura de Hosni Mubarak. Segundo, porque es cofundador del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel por la ocupación de Palestina. Es laico, y carga contra la ocupación israelí como carga contra los dictadores árabes. Al-Sisi (que obtuvo el poder tras un golpe de Estado contra el Gobierno electo de Mohamed Morsi) tiene, dice, un sistema carcelario y represivo mucho peor que el de Mubarak. Desde 2013, el actual líder egipcio ha llevado a cabo una campaña sistemática de represión contra la sociedad civil, según denuncian organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional. Decenas de miles de detenidos. Desde el domingo, Al-Sisi será anfitrión de la cumbre del clima de la ONU COP27 y recibirá a los líderes mundiales en Egipto.

El Cairo (Egiptp), 2011.- El activista Ramy Shaath, líder de las protestas Tahrir

El Cairo (Egiptp), 2011.- El activista Ramy Shaath, líder de las protestas Tahrir / Ramy Shaath

El calvario de Shaath comenzó de madrugada. “Llegaron decenas de militares con ametralladoras y aterrorizaron a mi familia y a todo el vecindario; los activistas los llamamos los ‘visitantes de la medianoche’ por la hora a la que suelen detenernos”, explica en perfecto inglés a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA durante una visita a Madrid. Esposado y con los ojos vendados, comenzó su periplo carcelario. 

Primero, lo llevaron a uno de los centros de detención secretos de las fuerzas de Seguridad del Estado. Nada más llegar, según su testimonio, lo encadenaron a una pared. Así permaneció varios días. 

- ¿Cuál es tu número? - le preguntó un funcionario.

- No me han dado ninguno.

- Entonces serás “el Sinnúmero”.

El “Sinnúmero”, Ramy Shaath, cuenta que en esos centros a los presos no se les llama por su nombre, sino por una cifra, para evitar que se sepa quién está allí encerrado. Todas las noches escuchaba las sesiones de tortura, normalmente entre las nueve de la noche y las cinco de la mañana. La primera pregunta suele ser siempre la misma: “Dinos algo malo que hayas hecho en tu vida”. Y luego los golpes. “Todavía me dan escalofríos y me cuesta dormir a esas horas por la noche”, confiesa.

Celda autoorganizada

Luego le llevaron a la infame cárcel de Tora, en El Cairo. Conocida por los “comités de bienvenida” en la que los funcionarios de la prisión golpean y humillan a los reos a su llegada, y por albergar el ala de máxima seguridad conocido como Scorpion, donde se les encerraba en cubículos sin ventanas o electricidad, según probó Human Rights Watch con un vídeo sacado en secreto de la prisión.

En Tora ha pasado Shaath dos años y medio de su vida, cerca de 1.000 días, desde julio de 2019 hasta enero de este año. Ha convivido en una celda pequeña, del tamaño del salón de una casa, con dos decenas de personas de media. 23 metros cuadrados para caminar, ir al baño (un agujero en el suelo con una ducha de agua fría encima), comer.

Tenían que establecer unas reglas estrictas, especialmente de reparto del poco espacio disponible, en función de los “invitados” que hubiera en ese momento. “Con 18 era el infierno; con 32 era más allá del infierno: tocábamos a dos puños y medio (unos 30 centímetros) de espacio para dormir. Yo, la mayor parte de los días, no pegaba ojo por la noche, descansaba durante el día”, explica.

El resto del ecosistema lo formaban insectos (muchos), paredes de ladrillo visto sucias y un baño de un metro cuadrado separado del resto de la estancia solo por una pared y que usaban las decenas de presos para todo: para hacer sus necesidades, lavar la ropa o la comida… Surgían problemas en el cubículo, peleas, especialmente a la hora de conseguir turno para el baño. “Había gente de todos los estratos sociales y creencias, religiosos y laicos”. 

En la celda regía una suerte de sociedad democrática y deliberativa. Se votaba al jefe, el encargado de poner en práctica las reglas que ellos mismos se habían dado para reparto de espacio o sobre cuestiones de seguridad. A él le votaron jefe a los dos meses de llegar. ¿Qué hacían con todo ese tiempo inmóviles? Hablaban y hablaban. Sólo salían una hora para caminar en el patio, los días de diario. “Así viví durante dos años y medio, 915 días”, suspira.

París, 8 de enero de 2022.- El activista egipcio-palestino Ramy Shaath, con su mujer,  Céline Lebrun, a su llegada a París tras ser liberado de una cárcel egipcia.

París, 8 de enero de 2022.- El activista egipcio-palestino Ramy Shaath, con su mujer,  Céline Lebrun, a su llegada a París tras ser liberado de una cárcel egipcia. / Michael BUNEL / Le Pictorium

Llegó el covid. Según su relato, no tenían ningún tipo de atención médica. Por supuesto, ni vacunas ni mascarillas. “He visto a siete compañeros y amigos morir delante de mí”.

- ¿Cómo hiciste para mantener la cordura?

- Lo importante es tener una buena relación con los compañeros de celda. Yo les contaba un chiste cada día y les daba clases de política. Y cantábamos canciones de todo tipo, especialmente revolucionarias de la plaza Tahrir o Bella Ciao.

Este jueves, Shaath, hombre libre desde enero, se ha reunido en Madrid con representantes de Derechos Humanos del Ministerio de Exteriores español. Él, y organizaciones de activistas como Amnistía Internacional, piden que los líderes globales aprovechen su estancia en la ciudad-resort egipcia de Sharm el-Sheij -donde se celebra durante dos semanas la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático- para exigir al régimen de Al-Sisi la liberación de los presos políticos y disidentes, que se cuentan por miles en el país. “Sinnúmero”, Shaath, vive ahora con su mujer en París, tras ser despojado de la nacionalidad egipcia como pago por su libertad.