PERFIL

Shinzo Abe: el modernizador que recuperó el orgullo de Japón

Heredó su faceta nacionalista de su abuelo, que fue encarcelado como criminal de guerra tras la Segunda Guerra Mundial antes de ser nombrado primer ministro de Japón.

Su tío abuelo fue primer ministro durante el llamado milagro económico japonés de los años 60

Shinzo Abe

Shinzo Abe / REUTERS

Alberto Muñoz

Alberto Muñoz

Shinzo Abe (Tokio, 1954) debía haber nacido, como casi todos los japoneses de su época, con la cabeza gacha. La derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial le hizo abrir los ojos en un país sometido, pero él se crió en un entorno diferente. Nieto de un criminal de guerra que acabó convirtiéndose en primer ministro para luchar contra las sanciones internacionales, Shinzo, que ha sido asesinado hoy en un mitin, terminó convirtiéndose en el dirigente que más tiempo ha ostentado el cargo en la historia del archipiélago nipón. Sus políticas económicas, bautizadas como ‘abenomics’, tuvieron un éxito dispar, pero sirvieron para reactivar la actividad del país y recuperar su relevancia en la esfera internacional.

Hijo de primeros ministros

Shinzo y su abuelo no fueron los únicos miembros de la familia en ostentar un cargo de responsabilidad dentro del gobierno japonés y del Partido Liberal Democrático (PLD).

Su padre fue ministro de Exteriores y su abuelo, Nobusuke Kishi, que llegó a ser primer ministro entre 1957 y 1960, fue encarcelado durante tres años como criminal de guerra “clase A” por Estados Unidos . Durante la Segunda Guerra Mundial, Kishi fue considerado como el “rey económico” del territorio chino ocupado, además de ostentar el cargo de ministro de municiones japonés durante el conflicto. Mientras su padre su ocupaba de su propia carrera política, Abe se crio con su abuelo y de él heredó un fuerte nacionalismo y unas férreas convicciones conservadoras.

Con el que más similitudes políticas tiene, sin embargo, es con su tío abuelo Eisaku Satō, quien ocupó diversos cargos de responsabilidad en las décadas de los 50 y los 60 hasta que fue nombrado primer ministro el año en que supervisó la organización de los Juegos Olímpicos de Tokio del 64.

De él, de Eisaku, Shinzo recogió varios testigos, entre ellos el récord de permanencia en el cargo. Eso sí, sólo le superó por cuatro días, pues, como ya ocurriera en 2006 tras solo un año de mandato, Abe fue forzado a dimitir por una colitis ulcerosa.

Reactivó Japón con sus ‘abenomics’

Su tío abuelo gobernó durante los primeros compases del llamado milagro japonés, un periodo de desarrollo económico que dejó cifras de crecimiento anuales de más del 10% entre los 60 y los 80. Shinzo, ya en el nuevo milenio, repitió, aunque con menos éxito, la tarea de hacer subir a Japón un nuevo escalón en el plano económico.

Sus abenomics, como bautizó a sus agresivas medidas de flexibilización monetaria, estímulos fiscales y reformas estructurales, funcionaron solo a medias, pues, por ejemplo, no consiguieron ofrecer respuestas ante los desafíos de la pandemia. Ensombrecida ya la parte final de su mandato, la economía cayó en picado, igual que sus índices de popularidad. Para cuando tuvo que dimitir del cargo en agosto de 2020, solo uno de cada tres japoneses aprobaban su gestión.

Antes, sin embargo, Abe fue capaz de conectar con su pueblo, y, por ejemplo, para organizar los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020, que finalmente no pudieron celebrarse hasta 2021, llegó a disfrazarse de Super Mario para escenificar la recogida del relevo olímpico de los Juegos de Río de Janeiro.