MACHISMO EN POLÍTICA

Lo que el 'escándalo' Sanna Marin evidencia: el escrutinio machista contra las políticas jóvenes

La primera ministra de Finlandia padece una campaña de descrédito por haber salido de fiesta

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin.

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marin. / EFE/EPA/KIMMO BRANDT

Violeta Molina Gallardo

Violeta Molina Gallardo

"La cuestión es que he estado de fiesta con unos amigos, bailando y cantando". Sanna Marin, la primera ministra finlandesa, está siendo objeto de una campaña de descrédito que ha trascendido las fronteras de Finlandia tras haberse filtrado un vídeo en el que se la ve de fiesta con sus amigos. La polémica que se ceba con Marin es el enésimo ejemplo del escrutinio y las críticas exacerbadas que padecen las mujeres jóvenes en política.

Sanna Marin tiene 36 años, es la líder del partido socialdemócrata finlandés y es la primera ministra de Finlandia desde diciembre de 2019. Desde entonces ha sido blanco de críticas por cuestiones como haber acudido al desfile del Orgullo o a un festival de heavy metal ataviada con pantalón corto y chupa de cuero. Ahora, los ataques que ha recibido tras la publicación de los vídeos de una fiesta privada, en los que aparece bailando y cantando desinhibida, no sólo están siendo aprovechados por sus adversarios políticos conservadores (habrá elecciones la próxima primavera), han dado la vuelta al mundo.

La primera ministra se ha visto forzada a dar explicaciones y, para "limpiar su reputación" y tirar por tierra las acusaciones de haber consumido drogas, se ha sometido a un test de estupefacientes que ha dado negativo. "Estoy molesta por que estos vídeos se hayan publicado. La cuestión es que he estado de fiesta con unos amigos, bailando y cantando, aunque es cierto que alocadamente", decía la líder finlandesa. Una mujer joven tiene que dar explicaciones por disfrutar con sus amigos. De fondo, el cliché del buen político, cimentado sobre la seriedad, y una mirada censora de los liderazgos femeninos que se acentúa cuando la política juzgada es joven.

"Sanna Marin tiene dos condiciones demoscópicas que la hacen vulnerable y que son precisamente ser mujer y joven. Estos dos hechos hacen que los adversarios políticos y otros que no tanto consideren que es una persona frívola por el hecho de bailar y pasárselo bien, algo que no le pasaría a un señor mayor", analiza la politóloga Verónica Fumanal en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Recuerda Fumanal la reacción que suscitó el vídeo del expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, bailando Mi gran noche, de Raphael, en una boda. "Nadie consideró que fuera frívolo, al contrario, lo humanizó. En la sociedad profundamente machista en la que vivimos, existen prejuicios que hacen que un hombre mayor bailando sea visto como un ejercicio de humanidad, simpatía y campechanía, mientras que en una mujer joven es visto como una frivolidad impropia de una responsable política", denuncia la experta.

El exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente, señala que lo que realmente ha molestado del baile de Marin es "la libertad que muestra", que se comporte como "una mujer más de su edad": "Eso es lo que les duele y les fastidia, que tenga libertad para hacerlo".

La primera ministra defendía precisamente que los altos cargos políticos también los puede ocupar "gente normal, con una vida corriente": "Tengo una vida familiar, una vida laboral y tiempo libre para pasar con mis amigos, exactamente igual que mucha gente de mi edad", afirmaba.

El cliché del buen político está muy presente en esta polémica, afirma Lorente. Un cliché construido con una visión androcéntrica que defiende al buen gobernante como un hombre serio, respetable, con una cierta edad, que no presenta ninguna frivolidad ni "pierde el tiempo".

Se trata de un "modelo perverso" y caduco de "día y noche" que no se traduce en una mejor gestión, apunta el experto, pues "desconectar es esencial para poder tomar perspectiva y analizar con tranquilidad lo que está pasando".

Se espera de las políticas que se comporten como lo han hecho históricamente los políticos, cuando se es mujer las críticas son más feroces por el machismo.

Ambos expertos precisan que el hecho de que sea una gobernanta progresista es un elemento más de la ecuación del descrédito. Recuerdan Fumanal y Lorente cómo la oposición conservadora critica las vacaciones de los presidentes del Gobierno socialistas.

La juventud, la belleza y el baile de Marin "son elementos que resultan distorsionantes porque rompen con su modelo de lo que es la gestión. (...) Les molesta que baile como cualquier mujer de su edad", añade Lorente.

Fumanal denuncia que las mujeres siempre han de estar demostrando sus capacidades para ocupar altos cargos, algo en lo que coincide Lorente, que cuenta que conoce a políticas que desde muy jóvenes han tenido que planificar sus vidas y vivir con cautela para evitar que algo tan inocente como hacer toples pudiera ser utilizado en su contra.

Tras la polémica que se ha generado en torno a su persona, Marin avisaba que seguirá siendo "la misma persona que hasta ahora" y que espera ser aceptada tal como es. De no serlo, matizaba, las elecciones serán el momento de dirimirlo.

A pesar de las críticas furibundas, la primera ministra también ha recibido una gran ola de apoyo de las mujeres de su país, que han publicado en redes sociales vídeos en los que aparecen pasándolo bien.