Opinión | IGUALDAD
Cosas de mujeres
El deseo sin peligro debe ser solo asunto de hombres y vedado para las mujeres, según Isabel Díaz Ayuso
Muchos lectores, cuando vean que esto va otra vez de mujeres quejándose de sus cosas, pasarán página. Ya me gustaría a mí abstraerme de esa tozuda realidad y comportarme como un columnista al uso que trata de la crisis del petróleo o la reforma del sistema electoral, y no tener que hablar del dolor menstrual, los piropos o el cuidado de la familia que es mucho menos distinguido.
Pero es que somos unas flojas, como nos recuerda Rocío Monasterio que ella saca trabajo y familia sin necesidad de medidas absurdas de las "feministas radicales" y con una sonrisa, Instagram dixit. Malcriadas babyboomers que crecimos en una sociedad que empezaba a ser libre y nos permitía cruzar una ciudad a las cinco de la mañana, achispadas según el lenguaje de la nueva sección femenina y solas, si queríamos. A veces preferíamos volver acompañadas, pero porque éramos unas irresponsables que no se hacían cargo de las consecuencias.
El deseo sin peligro debe ser solo asunto de hombres y vedado para las mujeres, según la presidenta de la Comunidad de Madrid, porque no nos abochornamos ni de nuestras peores decisiones. Y les garantizo que la elección de alguna pareja al despertar se acercaba a la doctrina Ayuso. Que es quien decide también cuál es la periodicidad pertinente para abortar, poco frecuente; y no con la frivolidad con la que se toma ahora como si la vida fuera un problema y nosotras una incubadora.
Todo esto lo dijo de corrido en una misma frase, dando muestras de que ella conoce con profundidad el significado de lo frívolo y también el manejo experto de provocar la indignación del posible adversario y con ello la interacción. Gracias a esta interacción, los ultraderechistas y los extraliberales han conseguido un amplio alcance, que les ha permitido llegar a contactos indecisos que no obtendrían a través de una comunicación segmentada.
Y lo sabemos, y no nos podemos callar, porque tenemos la testosterona de Santiago Abascal, que le reporta mucho placer como nos ilustró en sede parlamentaria. Le pareció un lugar apropiado para hablar de sus cosas, así que como no voy a poder hacerlo yo desde una columna. Deberíamos sonreír y callar, como cuando te gritan "bonitas piernas, ¿cuándo abren?" en un alegato a la belleza y que según la diputada Toscano transformamos en odio al hombre.
Sonreír, mientras ves cómo utilizan la sensación de derecho agraviado en el conflicto generado por la pérdida de un concepto de masculinidad, se hace difícil. Esta retórica crea la figura de la víctima que se rebela y se vuelve resistente, creando un imaginario colectivo de autojustificación que da votos y te lleva al poder. De eso se trata y por eso lo hacen.
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