MUJERES Y PANDEMIA

Urgenciólogas: el difícil acceso al poder de las mujeres que lideraron la pandemia

Las profesionales sanitarias de urgencias y emergencias ocupan menos puestos de dirección y son penalizadas por la maternidad

Médicas y enfermeras son mayoría en los servicios de urgencias, pero muy pocas llegan a puestos directivos.

Médicas y enfermeras son mayoría en los servicios de urgencias, pero muy pocas llegan a puestos directivos. / Imagen de archivo / Pixabay

Violeta Molina Gallardo

Violeta Molina Gallardo

Las mujeres, mayoría del personal sanitario de los servicios de urgencias y emergencias, tuvieron que adoptar las decisiones más duras de la pandemia cuando no se sabía nada del covid-19, demostraron autonomía y liderazgo mientras la sociedad luchaba a ciegas contra el virus y se contagiaron más al estar en la primera línea de la trinchera hospitalaria. Sin embargo, su presencia en los puestos de gerencia y en la dirección de los servicios aún está a años luz de sus compañeros. Ahora, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) quiere dar un giro radical a esta realidad.

"Las urgenciólogas hemos demostrado sobre el terreno en este tiempo que somos imparables, que hay mujeres líderes y brillantes que tienen que estar en esos puestos de dirección. La pandemia ha puesto en evidencia lo injusto que es que las mujeres no estén en puestos de liderazgo. (...) Estamos hartas de que los hombres nos digan lo que tenemos que hacer", denuncia Iria Miguens, responsable de mUEjeres, la iniciativa de SEMES para la visibilización de las profesionales de urgencias y emergencias.

"No teníamos tiempo ni para llorar"

Miguens, médica de urgencias de un gran hospital público madrileño, defiende que sus compañeras han sido las "verdaderas líderes de la gestión" de la crisis sanitaria a pesar de la incertidumbre y la dureza vividas: en los peores meses de 2020, tuvieron que ser autónomas porque no tenían suelo que pisar: "La que estás delante del paciente eres tú. No teníamos tiempo para la reflexión, ni para compartir dudas, ni siquiera para llorar. Nos hemos puesto a prueba", recuerda.

Mujeres auxiliares, enfermeras y médicas son mayoría en los servicios de urgencias. Históricamente han sido las más perjudicadas a la hora de acceder a la investigación, la docencia y los puestos de dirección, penalizadas por la maternidad. "En cuanto son madres, las mujeres sufren un parón brutal en la producción científica", incide la experta. Después de haber tenido que tomar las decisiones más duras contra reloj, las urgenciólogas quieren una representación equilibrada en los despachos de poder y más facilidades para su desarrollo profesional investigador.

"Dicen que somos el sexo débil, pero hemos podido con la carga asistencial y emocional, el estrés y el miedo 24 horas al día, siete días a la semana, durante tantos meses. Hemos tomado decisiones tan duras nosotras, los protocolos cambiaban a diario, la evidencia científica variaba cada día,... La pandemia es como si lo hubiese explotado todo: las mujeres debemos estar en puestos de liderazgo por nuestros méritos, no por cuotas, que no nos engañen ya", critica la urgencióloga.

La penalización de la maternidad

SEMES trató de esbozar una suerte de mapa de la presencia de mujeres urgenciólogas en los distintos servicios de urgencias y emergencias. A partir de las respuestas de más de 900 profesionales sanitarios de este ámbito, se vio que los hombres ocupaban más puestos de liderazgo que las mujeres, casi el doble (12 % frente a 6,8 %).

El 63 % de las profesionales detectaban problemas a raíz de la maternidad, mientras que sólo el 35 % de los hombres consideraba que la paternidad era un factor limitante.

A partir de aquí, el proyecto mUEjeres pretende estudiar la situación real de las urgenciólogas, acabar con las discriminaciones que padecen y prestar "el reconocimiento debido a las mujeres que dedican su vida personal" a atender a los pacientes más vulnerables, los que acuden a urgencias.

"Es un momento muy vulnerable para los pacientes. No sólo necesitas el desarrollo de los conocimientos científicos, sino la empatía, la comprensión e incluso la protección, cualidades que hemos desarrollado las mujeres por motivos históricos y sociológicos. No quiero decir que mis compañeros hombres no lo hagan bien, sino que es un denominador común de todas las mujeres", asevera.

La urgencióloga Iria Miguens, responsable del proyecto mUEjeres de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).

La urgencióloga Iria Miguens, responsable del proyecto mUEjeres de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES). / Archivo

En Madrid, el 70 % de las gerencias de los hospitales públicos están ocupadas por hombres: "¿De verdad que ese 70 % es mejor?", se pregunta la médica.

Cuidar al que cuida

"Como nosotras somos más en el ámbito de la asistencia, nos hemos contagiado muchas más. Si hubiéramos estado en despachos, no nos hubiéramos contagiado", añade. "Hacen falta mujeres para impulsar directrices y estándares de calidad que tengan en cuenta la perspectiva de género".

Miguens demanda una gerencia más humanizadora que promueva cuidar al que cuida, especialmente después de meses tan difíciles de pandemia. A su juicio, el estudio del impacto psicológico en los sanitarios (con gran presencia del estrés postraumático, insomnio y ansiedad) debería tener en cuenta la situación de hombres y mujeres. Ellas, explica la experta, presentan un mayor sentimiento de culpa por haber sentido que abandonaban a sus familiares por el trabajo: "Nosotras tenemos una gran capacidad de ser simuladoras, de poner por delante a los demás. No nos hemos atrevido ni a llorar", sostiene.

Para seguir adelante, los profesionales de urgencias no pueden mirar demasiado al pasado, es "una negación por supervivencia", pero piden que la sociedad no olvide: "Ha quedado todo olvidado ya, es injusto que lo haga la sociedad. La infantilización que hubo al no mostrar imágenes de lo que estaba pasando en los hospitales es absurda, dejamos una deuda para próximas generaciones", lamenta la médica.

Reducir la brecha de género en urgencias

Para reducir la brecha de género, SEMES va a hacer público este mes de noviembre unos estándares de calidad que enviará a los distintos servicios de urgencias y emergencias médicas.

Entre las medidas propuestas, se encuentran la creación de comités de igualdad y conciliación, la elaboración de protocolos individualizados para la asistencia y detección de la violencia de género, adoptar las decisiones del servicio con perspectiva de género y la promoción de la representación académica, investigadora y directiva de sus profesionales mujeres.

El reconocimiento del talento femenino, la ponderación del tiempo de baja por maternidad, lactancia y cuidado de mayores y dependientes para que esto no suponga un freno al desarrollo profesional de las urgenciólogas y poseer uniformidad e instalaciones específicas para las mujeres, como vestuarios o salas de lactancia.

Las urgenciólogas demandan además una mejor organización de los turnos y horarios de trabajo, una mayor flexibilidad para la conciliación personal y familiar y contratos más estables. También guarderías en los centros hospitalarios, que se dé una mayor visibilidad a referentes femeninos y una mayor formación en la patología específica de la mujer.

Miguens explica que la población femenina acude menos a los servicios de urgencias que la masculina y que sus síntomas y dolencias difieren de las de los hombres: sienten el dolor de manera diferente y en una medicina gestionada por los varones desde sus inicios, se infravalora el dolor de las mujeres.

"Se ha pensado siempre que las mujeres somos más flojas y esto no es así. La realidad está siendo estudiada y medida y va a tener un impacto científico que necesitará ser divulgado", concluye.