REPORTAJE

La Moraleja de la clase media de Madrid: ¿qué hay detrás del 'boom' de Villalbilla?

Este municipio de 15.049 habitantes, a nueve kilómetros de Alcalá de Henares, es el cuarto que más ha crecido de toda España en la última década. La inmensa mayoría de las casas son chalés, muchos de ellos con piscina

Aquí ya no hay ni casas vacías ni pisos vacíos. Esto era un poblacho y ha crecido una barbaridad", ratifica Lorenzo, jefe de obra de uno de los desarrollos

Vista aérea de la acumulación de chalés en Villalbilla, en Madrid.

Vista aérea de la acumulación de chalés en Villalbilla, en Madrid. / GOOGLE MAPS

Roberto Bécares

Roberto Bécares

 Al Ayuntamiento de Villalbilla, cuenta Emilio Jiménez, arquitecto técnico, llegan de forma frecuente constructores buscando parcelas. “Como si nosotros fuésemos una inmobiliaria. Te dicen ‘¿No sabrás dónde hay parcelas libres?’ Yo si me preguntas por una parcela en concreto te digo qué se puede hacer en ellas, pero no más”, explica este arquitecto municipal en una de las salas del Consistorio, donde estos días están con pequeñas reformas. Es un día laborable y apenas se ve gente por las calles del pueblo, de casas bajas o edificios de tres alturas a lo sumo. Ni siquiera hay tránsito frecuente de vehículos por la arteria principal.

Cuatro paisanos toman un café en el bar El Trébol, frente al juzgado de paz. El camarero lleva un buen rato en la cocina, preparando unas tostadas, mientras la televisión a todo volumen da cuenta de las últimas novedades de la crisis judicial. El tiempo parece que se hubiera detenido. Cuesta imaginar que este pequeño pueblo sea el cuarto que más ha aumentado su población en toda España en los últimos diez años. Ha pasado de 10.465 vecinos en 2011 a 15.049 en 2021 —ahora tiene 15.866—, solo superado por Arroyomolinos, Aranguren y Seseña. En una década sus empadronados han crecido un 38,1%.

“El pueblo no ha cambiado nada, pero las urbanizaciones no veas lo que han crecido. Es impresionante. Cuando quieres bajar a Alcalá siempre hay atasco. Eso sí, toda la gente que ha venido nueva no hacen nada de vida aquí”, afirma uno de los clientes del bar. No le falta razón. A primera hora, la M-300, la carretera de un único sentido que cruza Los Cerros camino de Alcalá de Henares, donde la llamada cuesta del Gurugú, es una hilera infinita de coches de vecinos atascados camino de su trabajo en Madrid o en la ciudad complutense, a solo nueve kilómetros.

Un matrimonio pasea un carrito de bebé por una de las calles de El Viso; al fondo, los chalés. 

Un matrimonio pasea un carrito de bebé por una de las calles de El Viso; al fondo, los chalés.  / EPE

Tiene este pueblo de Madrid una peculiaridad que lo hace único, ya que dispone de muchos núcleos dispersos, a bastante distancia algunos de otros. Por un lado, el núcleo urbano. Al este, en un cerro desde el que se divisa el pueblo y al que se sube por una sinuosa carretera, El Robledal, una urbanización de chalés en parcelas enormes construido al lado del campo de golf en los 70, y, muy cerca, El Mirador, un desarrollo ya de este siglo que ahora es un skyline de grúas, donde hay chalés de todo tipo y no se para de construir.

Lorenzo echa un cigarro en un descanso de la mañana de tajo ultimando con su cuadrilla 18 chalés “que van a tener las primeras calidades, aquí no se ha escatimado”. Los chalés estaban a medio construir desde la burbuja inmobiliaria que estalló en 2009. Fueron abandonados, e incluso alguno se ocupó. Ahora la obra se ha reactivado ante el boom demográfico que vive el pueblo. “Aquí ya no hay ni casas vacías ni pisos vacíos. Esto era un poblacho y ha crecido una barbaridad. Si vas al Viso [el desarrollo más grande del municipio] hay unas grúas que flipas. El que nos da los suministros, que es de aquí, dice que no para de trabajar”, revela.

A pocos metros de allí está el colegio Educrel, concertado bilingüe, donde los padres están dejando a sus hijos en clase. “Yo compré un chalé aquí, la verdad es que me costó caro, y justo pinchó la burbuja. Sólo estaba alumbrada la calle principal”, recuerda Sergio, que hace un año, como sus hijas “son más mayores”, decidió mudarse a Alcalá. “Aquí dependes del coche para todo. Querían ir al cine, por ejemplo... y es que aquí no hay nada, solo un bar, y abre cuando quiere. Lo puse a la venta y vendí rápido, en tres meses”, relata, torciendo el gesto al ser preguntado si ganó dinero en la operación. “Ahora las niñas , están encantadas, pero les queda ya solo un año de colegio aquí”, añade.

Vista de chalés y grúas de obra en El Mirador, en Villalbilla.

Vista de chalés y grúas de obra en El Mirador, en Villalbilla. / EPE

Marta y Eva están charlando. Ambas compraron aquí un chalé con sus parejas hace 15 años, en plena burbuja. Era de vivienda de protección pública libre, de 115 metros cuadrados, y les costó 180.000 euros. “Entonces los buenos costaban 240.000; ahora 300.000”. Dicen que están encantadas, por la “tranquilidad y la naturaleza”, pero se quejan de que no hay supermercado. “Nos tenemos que ir al Mercadona o al Ahorra Más de El Viso, porque en el pueblo solo hay un Covirán y es más caro”. En un recorrido por la urbanización, donde hay 543 viviendas, de acuerdo al Ayuntamiento, la mayor parte chalés, hay numerosos parcelas en construcción, con carteles vendiendo casas unifamiliares por precios dispares. Uno de ellos publicita unas enormes adosados por 262.000 euros más IVA. “La promoción es de este año y de los 16 que teníamos ya hemos vendido 15. Esta es una zona en clara expansión”, afirma un comercial sobre unas viviendas muy amplias, de 180 metros por planta, más semisótano.

Chalés de seis dormitorios

Los anuncios en el portal inmobiliario Idealista ofrecen chalés con piscina individual incluso más económicos. Uno de ellos, en El Mirador, promociona chalés adosados de 116 metros cuadrados con jardín y garaje incluido por 259.000 euros. Con piscina privada 15.000 euros más. Los de segunda mano se llegan a ofertar desde 212.000. En El Viso, la zona de mayor crecimiento, hay una promoción de 83 chalés en un conjunto residencial de 4, 5 y 6 dormitorios con hasta cuatro baños y con piscina comunitaria desde 346.000 euros. “Es que en Alcalá un piso nuevo, no muy grande, te puede costar 400.000 euros y aquí por ese precio tienes un buen chalé”, ratifica el oficial de primera Lorenzo.

Para llegar a El Viso —al oeste del pueblo— desde El Mirador hay que echar un buen rato, en concreto 13 minutos por 9 kilómetros. Al entrar sorprenden las avenidas anchas y dos enormes supermercados —Ahorra Más y Mercadona—, además de un Burguer King. Parace un PAU de la capital. Hay parques infantiles e instalaciones deportivas por todos lados. Las grúas despuntan allá por donde mires.

Emilio Jiménez, arquitecto técnico del Ayuntamiento de Villalbilla, muestra un plano del municipio.

Emilio Jiménez, arquitecto técnico del Ayuntamiento de Villalbilla, muestra un plano del municipio. / EPE

Francisco, de 45 años, perito de vehículos de profesión, pasea al perro por una de las anchas aceras. Llegó hace ocho años, cuando “todo esto era campo”, bromea sobre las fases recién terminadas. El chalé le costó 200.000 euros. “Por el precio de un piso en Torrejón aquí te compras un buen chalé”. Dice que él y su familia están muy contento aquí “por la tranquilidad” y por las instalaciones municipales. “Hay de todo, gimnasio, pistas de pádel, de fútbol, centro cultural, lo malo es el transporte, hay poquito y muy espaciado, y lo del pediatra. No hay en el centro de salud. Nosotros nos tenemos que ir a Torres de la Alameda”.

Según explican desde el Ayuntamiento, en el municipio hay tres colegios públicos, dos concertados, un instituto y tres consultorios médicos, dos bibliotecas y un ayuntamiento y unas oficinas municipales —todo estos repartidos entre barrios para poder llegar a toda la población—.

“Lo de los colegios públicos es un problema sí”, dice Pablo, taxista jubilado, “porque este año tuvieron que ir obligados como nueve niños al concertado porque no había plazas”. “Pero aquí se vive muy bien, yo estoy encantado; hay muy buenas avenidas y hay de todo, por eso ha crecido una barbaridad”, relata el hombre que acaba de visitar el pequeño centro comercial de Peñas Albas, otra de las urbanizaciones de chalés —un total de 640— pegada a Zulema, donde antes vivía. “Allí tenía ocho habitaciones, pero me compré un chalé en El Viso por 280.000 euros. En Alcalá por ese precio te dan un piso chiquitín”, dice en un comentario muy repetido en esta suerte de La Moraleja de la clase media.

En un principio tanto Zulema como Peñas Albas o El Robledal nacieron como núcleos de segundas viviendas para los residentes en Alcalá de Henares o Torrejón, pero con el tiempo todo el pueblo se convirtió en la primera opción por, como coinciden muchos, el precio económico que se paga por estar en una vivienda unifamiliar. “Un chalé en el que yo vivo aquí te costaría un millón de euros en Alcalá”, razona uno de los residentes de El Viso, el complejo urbanístico que nació de Los Hueros, donde también había parcelas enormes.

Vigilancia privada

Este boom poblacional, que ha sido progresivo, se disparó con la pandemia del coronavirus, facilitado por que las normas subsidiarias aprobadas en el año 2000 preveían un crecimiento muy ambicioso que no se terminó de desarrollar del todo. La gente quería viviendas unifamiliares y espacios abiertos, a la sazón más seguros para sortear al virus. “Con la pandemia se han desempolvado parcelas o casas antiguas que llevaban años sin interés y ahora se han convertido en una oportunidad, como en Los Hueros, El Robledal... De llevar años sin movimiento inmobiliario ha habido mucho”, ratifica Emilio Jiménez, el arquitecto municipal.

Vista del núcleo urbano de Villalbilla, desde El Mirador. 

Vista del núcleo urbano de Villalbilla, desde El Mirador.  / EPE

“Es verdad que tenemos mucho trabajo, no damos abasto. Yo llevo aquí 20 años y éramos la mitad de personal, ahora todo ha cambiado...se ha convertido en una zona muy parecida a Madrid”, señala el arquitecto. De acuerdo a los datos que manejan en su Consistorio, en diez años las viviendas con licencia de primera ocupación han pasado de 4.865 a 6.721, la mayor parte chalés porque los únicos bloques de pisos, pocos, están en El Viso, donde ya hay cerca de 2.800 viviendas en uso.

Aun así, subraya que el crecimiento ha sido progresivo, “no ha sido tan repentino, ha sido ordenado”, y continuará siéndolo porque todavía quedan muchos solares por urbanizar, como por ejemplo en torno al polideportivo de Villalbilla. Y eso pese que ha subido la valoración del suelo, ya que han aumentado el coeficiente de los precios de las tablas de coste de referencia que se calcula desde la Comunidad de Madrid.

Cartel de vivienda de nueva promoción en El Mirador, en Villalbilla.

Cartel de vivienda de nueva promoción en El Mirador, en Villalbilla. / EPE

“Es cierto que la zona se ha encarecido un poco, pero yo estoy muy contenta viviendo aquí, por la tranquilidad”, ratifica Natalia en El Viso, que junto a su marido, ambos empleados públicos, compraron un chalé hace 12 años. El método de comprar la parcela y construir tu mismo, que se comenzó a hacer en Zulema, una de las urbanizaciones primigéneas, de avenidas anchas y arboladas, como si estuviera incrustada en la propia naturaleza, se sigue utilizando en el pueblo. Así fue como lo hizo Fabián, ahora jubilado, hace 40 años y que pasea por una de sus calles arboladas del complejo, que como el de Peñas Albas cuenta con vigilancia privada en las garitas de acceso. “Aquí hay gente trabajadora, sí, pero también rica. Un vecino mío ha vendido su chalé por 500.000 euros”, exclama. “Lo bueno que tiene Zulema es que aquí nadie te molesta”.