ELECCIONES 23J

Feijóo, a la estrategia 'atrapalotodo': "Vox ya no nos llamará blandos y el PSOE sabe que no gobernará"

El líder del PP asume que su actuación en el debate lanzó un mensaje claro a los votantes de Vox que aún dudaban de su dureza

En Génova creen que esa circunstancia vuelve a activar la 'vía andaluza' para captar electores de centro izquierda que ya ven imposible la victoria de Sánchez y solo quieren dejar a Abascal fuera del Gobierno

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un acto de la campaña en Ciudad Real.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un acto de la campaña en Ciudad Real. / JESÚS MONROY.

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Taparse con la misma manta la cabeza y los pies. Ni siquiera Alberto Núñez Feijióo contaba con que el debate de cara a las Elecciones Generales 2023, el único cara a cara con Pedro Sánchez de la campaña electoral, le iría tan bien. Tampoco esperaba un rival con tan pocos reflejos, ni que su estrategia —al ataque desde el primer minuto— serviría para “noquearlo” en distintos momentos. La euforia que este triunfo ha desatado en Génova no cambiará el guión previsto para la próxima semana y media: el PP sigue decidido a conquistar buena parte de los votantes de Vox, como se vio durante el duelo con el presidente, enviándoles un mensaje rotundo: si desconfiaban de su dureza con Sánchez, ahora saben que se equivocaban. Es más, ayer mismo, a última hora de la tarde en un mitin de Cádiz, hizo una apelación directa: "Votar a Vox es garantía de que Sánchez se queda en Moncloa".

Paradójicamente, ese perfil duro que dejó a Sánchez fuera de juego contribuirá también, aseguran en Génova, a activar de nuevo la ‘vía andaluza’. La que desarrolló Juanma Moreno en las elecciones del año pasado, llamando masivamente a los electores de centro izquierda que ya asumían la victoria del PP y que pasaron a tener una única prioridad: evitar a Vox dentro del Gobierno. Una estrategia ‘atrapalotodo’ con la que alcanzar los escaños suficientes.

Feijóo lleva trabajando en captar votos por el centro prácticamente desde que empezó su andadura en la política nacional. Todas sus acciones han ido destinadas a ese propósito. Enmendó posturas y, sobre todo, las formas, de su antecesor. Y retomó la idea de “ensanchar el partido” mirando, por primera vez en mucho tiempo, a su izquierda. Hace unas semanas el PP daba por zanjado ese trasvase que persiguieron durante tanto tiempo.

El riesgo de que ese grupo de electores se moviera llegó tras el 28 de mayo con la firma de los pactos municipales con Vox por toda España y coaliciones como la de la Comunidad Valenciana. La gestión de Extremadura (que, finalmente, solo tendrá un consejero de Vox en el Gobierno autonómico) les hizo sufrir aún más. El PP intentó compensar esas alianzas con otras como la de Cantabria con el partido de Miguel Ángel Revilla, el de Coalición Canaria e incluso cesiones como la alcaldía de Barcelona al PSC. Este lunes Fernando López Miras no pudo ser investido presidente de Murcia (le faltan dos abstenciones) por no meter a Vox en su Ejecutivo.

Con todo, el PP no ha detectado una pérdida cuantitativa de apoyos por los pactos con Vox a pesar de las reticencias que muchos electores muestran por los discursos del partido de la extrema derecha en cuestiones tan básicas como la violencia de género. De hecho, los conservadores se lanzaron a por el voto de Santiago Abascal, convencidos de que una mayoría de sus electores no aprobaban, entre otras cosas, la elección de perfiles tan extravagantes para ponerse al frente de parlamentos autonómicos.

Ahí empezó una operación definitiva que se prolongará durante toda la campaña con el único objetivo de sumar apoyos dentro del bloque de la derecha para mermar la influencia de Vox. 

Sin embargo, mientras Feijóo se emplea en ese movimiento, tapándose la cabeza con la manta, también pretende enchufar al elector de centro izquierda que da por descontada la derrota de Sánchez (especialmente tras el fracaso en el debate del lunes después de todas las expectativas generadas) y que ahora podría buscar, casi en exclusiva, dejar a Vox fuera del Consejo de Ministros. Y ahí se taparía los pies.

Una suerte de rompecabezas que a la dirección nacional le encaja por completo. En realidad, el esquema desde hace mucho tiempo ha sido el de Andalucía. La cuestión es que en la política nacional, la fragmentación de partidos es mayor y el comportamiento de los electores también varía. A Moreno Bonilla le ayudó la campaña de Macarena Olona, repleta de excentricidades y centrada en exigir una vicepresidencia. Aquello desató el miedo entre muchos electores que acabaron optando por el popular solo para garantizar un Gobierno en solitario.

Abascal actúa de manera distinta. Pero su programa electoral y las exigencias que ha puesto encima de la mesa para muchos acuerdos con el PP han desvelado sus cartas. Y con ellas juega ahora Feijóo para, mientras demuestra contundencia a la hora de atacar a Sánchez (quedó claro en el debate con duras acusaciones de “mentiras”, “soberbia” y frases como que será “el presidente que pasará a la historia por haber firmado la ley del solo sí es sí”, además de un empeño por desmontar la supuesta buena gestión económica) poner en evidencia que el único escenario es un Gobierno del PP. Ahora, dicen en su equipo, “los electores deben decidir si puede tenerlo solo o entra Vox”.

La única obsesión de Feijóo lleva siendo desde hace tiempo conseguir una cifra suficiente de escaños (superando la barrera de los 150 y acercándose, en realidad, a los 160) para que el mensaje de las urnas sea inequívoco. A partir de ahí, como publicó este diario, la estrategia cambiará, mirando al resto de grupos parlamentarios (también el PSOE, pero no solo) y buscando una corresponsabilidad a la hora de aislar a Vox. “Con las críticas no vale. Habrá que pasar a los hechos”, insistían en la dirección.

La estrategia ‘atrapalotodo’ se ha vuelto a activar a raíz del debate. Si el cara a cara hubiera sido distinto, la lectura en Génova sería otra. Pero el balón de oxígeno al ver que su líder no cometió errores y salió plenamente airoso del duelo, les permite seguir adelante con los planes y reforzarlos. “Ahora solo falta que de un lado y otro vayan entrando”, reconocen en Génova. Alargar la manta.