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UPN se mide en solitario con una izquierda que quiere volver a sumar en Navarra

La derecha se presenta dividida pese a que la coalición ‘Navarra Suma’ fue la fuerza más votada en las elecciones al parlamento foral

María Chivite

María Chivite / EFE

Miriam Ruiz Castro

Miriam Ruiz Castro

Hace dos décadas que en las elecciones autonómicas de Navarra gana siempre el mismo partido, pero no siempre gobierna. UPN ha sido la fuerza más votada en todos los comicios desde 1991, pero en un Parlamento con múltiples colores, sumar y pactar es mayor garantía de éxito. Lo sabe la socialista María Chivite, que gobierna la comunidad foral gracias al apoyo de Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, y la abstención de EH Bildu. Chivite se presenta a la reelección y quiere volver a sumar, un verbo que, al menos antes de ir a las urnas, la derecha no ha sabido conjugar esta vez: UPN, PP y Ciudadanos no reeditarán el pacto que sellaron en 2019 y que conformó Navarra Suma, la coalición que venció en los comicios.

Los datos que deja la encuesta del CIS despejan algunas dudas. Aunque la horquilla de diputados da opciones de victoria a cuatro partidos —UPN (10-13), PSE (9-12), Geroa Bai (8-10) y EH Bildu (8-10)—, también aleja cualquier posibilidad de gobierno a las formaciones de la derecha, a las que concurrir por separado puede costarles un puñado de escaños. El resultado de UPN podría ser el peor de su historia.

Una derecha dividida

Sergio Sayas
y Carlos García Adanero Javier Esparza

Con Ciudadanos, una marca en horas bajas, fuera de la ecuación, las dos formaciones han tirado de reproches mutuos para acabar presentándose en solitario. Ahora el tercero en la derecha es otro, Vox, que puede —esta vez sí— estrenarse en el Parlamento navarro. En 2019 apenas logró el 1,31% de los votos, pero en las generales de noviembre alcanzaron el 5,6%, y las encuestas le conceden entre dos y tres escaños.

UPN, a por el voto socialista

la decisión de Esparza de concurrir en solitario

Por Geroa Bai, la coalición en la que se integra el PNV, repite Uxue Barkos, que busca arañar al PSN algún escaño que le permita volver a situarse como la fuerza más votada del bloque de izquierdas. Es lo que ocurrió en 2015, año en el que un pacto a cuatro la convirtió en presidenta. La clave en aquel momento fue Podemos, que le pegó un buen mordisco a la porción de voto de los socialistas. Para Barkos es el todo o nada, porque también cabe la posibilidad de que, con un resultado inferior a los de UPN, PSN y Bildu, acabe como cuarta fuerza.

En una posición similar está EH Bildu, al que las encuestas sitúan en empate técnico con Geroa Bai y cerca del PSN. La izquierda abertzale fue clave, con su abstención, para garantizar el gobierno a Chivite, y en estos nuevos comicios aspira, como mínimo, a tener de nuevo la llave. Una situación que no es del todo cómoda para los socialistas: la polémica por la inclusión de condenados de ETA en las listas de Bildu ya ha puesto a la presidenta navarra en más de un aprieto.

Bildu y las alcaldías en juego

Los ayuntamientos también renuevan concejales

En Pamplona, Bildu se hizo en 2015 con el bastón de mando que sostenía UPN desde 1999. Cuatro años después, los conservadores recuperaron la alcaldía con los únicos votos de sus concejales (trece ediles frente a los siete de Bildu). Los socialistas, que optaron por votar a su candidato, facilitaron así el regreso de los conservadores al poder municipal. Algo parecido ocurrió en otros ayuntamientos, donde el PSN impidió que los abertzales lograran alcaldías que acabaron así en manos de Navarra Suma. Para este 2023, las encuestas apuntan a que UPN y Bildu vuelven a jugarse el gobierno de la capital, y el PSN podría volver a tener la última palabra.

Los dirigentes de Bildu llevan meses señalando el papel que jugará el PSN en el reparto de los ayuntamientos, e insisten en que debe apostar por “mayorías progresistas”. Precisamente Chivite ya se ató en marzo a la hemeroteca asegurando que los concejales socialistas de Pamplona votarán por su candidata.