RUGBY

Crónica resumen del 6 Naciones del rugby: de la Guinness al prozac

Análisis final de las selecciones en esta edición de 2024 en la que Irlanda ganó el título y Gales la cuchara de madera, pero el triunfador fue Italia

Los irlandeses celebran el título del 6 naciones 2024 de rugby

Los irlandeses celebran el título del 6 naciones 2024 de rugby / Irish Rugby

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Finalizó el 6 Naciones y lo más justo sería decir que el ganador fue el más fuerte, que no el mejor. Porque Irlanda se hizo con el título, pero no con el Grand Slam, y en medio del relato que les proclama pomposamente “la mejor selección del mundo”, volvieron a fallar en el momento decisivo. Algo que no es nuevo. Dicho esto, y a riesgo de contradecir a quienes exageran sus elogios y tanto daño les hacen con ello, hay que rendir tributo a esta Irlanda que suma 13 victorias en los últimos 15 partidos del 6 Naciones. Algo impensable para quienes nos acostumbramos a verles enlazar derrota tras derrota hasta la aparición de Brian O’Driscoll.

IRLANDA: Otro gatillazo inoportuno

Los de verde comenzaron arrasando a Francia en casa con su delantera industrial. No sabíamos entonces que gran parte del mérito verde recaía en el demérito de los del gallo, especialmente en su desastrosa defensa durante todo el torneo. La delantera hibernia ha tenido un nivel notable, con Beirne deslumbrando en la segunda junto a Big Joe, pero sin encontrar soluciones ante la fiabilidad de ingleses y escoceses. Su tercera ha sido solvente, pero sin el brillo de otras veces. En fases estáticas los de la rosa les incomodaron en el pasillo, aunque en melé han dominado. Destacó, una vez más, su dinamismo en el breakdown, generando los rucks más rápidos del torneo con un Gibson-Park que no dejó descansar la pelota en el suelo impidiendo que les ensucien las abiertas. Buena sintonía con un Crowley al que se le adivina descaro, pero aún le falta querer más pelota. En ese aspecto el jugador diferencial ha sido James Lowe, que recogió el testigo de un Bundee Aki titánico en el Mundial, pero cansado en este torneo. Bien Calvin Nash, titular los cinco partidos, y al fondo Hugo Keenan confirmó su monarquía aérea del juego. Los centros estuvieron menos incisivos y el equipo lo notó, sobre todo en los partidos en los que más se les necesitó: Twickers y ante Escocia. Notable en general con fases sobresalientes y episodios deficientes.

FRANCIA: Anatomía de una caída

Los del gallo maquillaron su paupérrimo torneo con dos patadas. La de Paolo Garbisi que no entró y salvó el empate ante Italia en suelo francés, y la de Thomas Ramos para doblegar en la última jugada de ‘Le Crunch’ a Inglaterra. No merecieron ni lo uno ni lo otro. Francia es el equipo que más involucionado en estos meses posteriores al Mundial. El fiasco ante Sudáfrica, resultado posible o incluso probable, aún no ha sido digerido por Fabien Galthie, su peculiar seleccionador, que mantiene al equipo deambulando con claros síntomas depresivos en su juego: ansiedad, stress emocional, mala toma de decisiones, desorientación absoluta de su defensa, falta de un plan de juego… La marcha de Dupont al 7 y la falta del lesionado Roman Ntamack les pesó también demasiado. Comenzó Galthie apostando por Lucu de 9 y Jalibert de 10. Irlanda descosió a una Francia lastimosa sin alma ni rumbo. Fickou ha estado desaparecido todo el torneo y se lesionaron Danty y Jalibert en el tercer partido, que debieron perder, pero no apareció una toma clara del evidente ensayo escocés. Para la cuarta el seleccionador situó a Thomas Ramos de 10 y a Le Garrec, suerte de Baptiste Serin más efervescente, de 9. Recuperó Francia la alegría ofensiva, pero perdió cohesión defensiva. En Gales le salvaron los veinte últimos minutos, donde pasó del 24-20 al 20-45. Y en Lyon entró y salió del partido con los ingleses en un esperpento de despliegue defensivo de ambos convertido en un correcalles indigno para dos selecciones de esa talla. Un caos en el que Penaud confirmó su talla mundial. Francia ha cambiado el champagne por prozac, y si no lo ha hecho, debería. De ahí que le venga como anillo al dedo el título de la premiada película de Justine Triet.

INGLATERRA se quita la camisa de fuerza

Puede sonar raro, pero a Inglaterra le vino bien perder en Murrayfield el tercer partido. Fue la señal que terminó de convencer a Steve Borthwick, quien reunió a su gente tras el partido con Escocia, como reveló George Ford, para dar una vuelta de tuerca al juego. Desde entonces el apertura jugó más plano con la línea, poniéndolos en juego y relazando a un Ollie Lawrence que no ha dejado de crecer, igual que en diferente medida lo han hecho Freeman, Furbank, Marcus Smith o Feyi-Waboso. Borthwick le quitó la camisa de fuerza al equipo y Ben Earl comenzó a poner la pelota por delante. Después de ganar en Roma sufriendo, de doblegar en Londres a Gales con un golpe final que no merecieron y de lo de Escocia, los ingleses soltaron lastre y pusieron en práctica un viejo mandamiento del rugby: “Quien ataca bien, defiende mejor”. Aparcaron su versión numantina y tumbaron a Irlanda atacando para cerrar el torneo en Lyon, donde como dijo el seleccionador inglés, “no hemos perdido, nos ha faltado tiempo”. Remontaron del (16-3) al (16-24) con su caballería al galope para acabar cayendo en el caos francés (33-31). Inglaterra, que se ha marchado al descanso perdiendo todos los partidos, lo que denota su naturaleza diésel con demasiado veterano o acomodado, ha abierto una ventana en este 6 Naciones por la que ve entrar algo de luz. Delante necesita renovar su primera, que compite en melé por oficio. George Martin tiene más jerarquía que Itoje, pero Underhill no ha llegado a ser el que era. Así que la apuesta con Chessum de 6 como ‘tercer tercera’ ha dado al equipo los kilos que no tiene un Earl que ha desterrado su fama de 8 ligero. Su sentido evasivo mezcla a la perfección con lo que tiene delante y, sobre todo detrás, donde en Mitchell hay un 9 para un lustro o dos. El de Northampton además combina perfectamente en la bisagra con Ford, porque tiene el arrojo que no presenta el 10, que, sin embargo, es un apertura astuto y canónico de esos que ganan partidos con su cabeza y su pie. La Rosa termina claramente con la flecha para arriba.

Finn Russell patea en el partido de la primera jornada del 6 Naciones de rugby ante Gales

Finn Russell patea en el partido de la primera jornada del 6 Naciones de rugby ante Gales / Scottish Rugby

ESCOCIA: A una toma de televisión de la gloria

Un instante marcó a la Escocia más seria y competitiva que hemos visto en años. Dos razones explican esta última afirmación. La primera, desplegó la mejor defensa del torneo. Todos sufrieron para desequilibrar a los bravos caledonios, feroces en la defensa de cada centímetro de su campo. La segunda, la versión del Finn Russell más centrado de su carrera, quien además mostró una especial conexión con Duhan van der Merwe, máximo anotador de ensayos junto al irlandés Sheehan (que al ser talonador apoya los de maul). La potente delantera escocesa trabajó a la perfección para darle pelotas limpias a un Russell que tenía a su espalda a una pareja excelsa en el mediocampo, Sione Tuipulotu y Huw Jones. Cada error rival era penalizado con ensayo del cardo, hasta que se lesionó el primero. Tres cometieron los ingleses, tres veces apareció Van der Merwe. Si no llegaban los errores, aparecía Finn en el intervalo para ganar la ventaja y descargar sobre sus compañeros. Pero el instante del que hablábamos al principio les hipotecó el torneo. En el partido en Edimburgo ante Francia, Sam Skinner (116 kilos y 1,96 centímetros) se lanzó sobre la zona de ensayo francesa y acomodó la bola sobre un pie rival, en primer término, para luego hacerlo sobre el suelo. Sin embargo, la montonera impidió encontrar una sola toma clara donde se confirmase lo evidente, que había sido ensayo y con ello ganaba Escocia el partido en esa segunda jornada. En la tercera laminaron a Inglaterra, pero ya transitaban taciturnos por el torneo pensando en la juga del no ensayo ante Francia. Lo que les llevó a perder ante una Italia determinada, y de ahí, como almas en pena, a Dublin, donde sucumbieron dejando, todo hay que decirlo, una magnífica imagen. Defensa pétrea, jugadores que han dado un paso adelante como Christie, Schoeman, Fagerson o Gilchrist, y atrás la línea más letal del torneo. Si logran mantener centrado a Finn, Escocia es seria candidata a pelear por el título las próximas ediciones.

ITALIA: De invitado a fiero competidor

Mientras muchos pedían que se desbloquease el 6 Naciones para sacar a Italia y meter a Georgia, los transalpinos llevan años haciendo las cosas bien y trabajando con paciencia. Han puesto todos los huevos en la cesta correcta, la de sus jóvenes, y les han dado un entorno competitivo en el que desarrollarse. Resultado: el mejor 6 Naciones desde que ingresaron en el torneo. Algo que coincide, y no es dato menor, con la llegada a su banquillo de Gonzalo Quesada, un técnico sustantivo a nivel club que ha sabido dotar de esa cohesión al grupo. Esta Italia del 6 Naciones pasa por ser dominadora en el breakdown, donde domina mejor que nadie sus rucks y pesca más bolas que nadie en el rival, porque acude en manada y los ensucia hasta hacerlos lentos, lo que da tiempo a su defensa a ordenarse. Es el equipo que más placa, con mucha diferencia, y en fases estáticas domina sus melés y comienza a hacerse respetar arriba en los saques laterales. Rozó la gesta ante Inglaterra en Roma (24-27), perdonó la vida a Francia en suelo galo con aquella patada final que fue al palo de Garbisi (16-16) y terminó ganando a Escocia (31-29) y a Gales, en Cardiff (21-24). Un empate y dos victorias para una Italia que ya es capaz de dominar los partidos, de imponer su plan de juego y de encontrar a jugadores muy solventes como Fischetti en la primera o el dinámico Nicottera como talonador, la consistencia de Ruzza en la 2ª, los devastadores Lamaro (más de cien placajes) y Negri en la tercera, un Varley que ha alternado con Page-Relo como medio melé, Paolo Garbisi luciendo galones de 10, Brex siendo uno de los mejores centros del torneo, o Ioane ganando metros en cada carga. Solo se echó en falta más de Capuozzo, al que la lesiones no han dejado estar a su nivel. Duros delante y verticales atrás. Un equipo que se ha ganado su lugar en el 6 Naciones por derecho propio. Y una selección con un enorme futuro, el que asegura su selección Sub-20, que ha dado aún más sorpresas en el 6 Naciones júnior. Un modelo de crecimiento en el que España debería fijarse más y criticar menos tras cada derrota que encajan. Sin duda, los vencedores del torneo.

GALES: Gatland pone su cargo a disposición

Warren Gatland ha puesto su cargo a disposición de la Federación Galesa de Rugby a la conclusión de este 6 Naciones en el que han cosechado la cuchara de madera. Un despropósito para una selección que se conectaba y desconectaba de los partidos. Capaz de irse 0-27 al descanso y perder 26-27 al final ante los escoceses. Un grupo joven, demasiado incluso, al que le falta un apertura de garantías, dos centros de nivel y un ala con iniciativa y conocimiento del juego. Y aún así, Gales tiene jugadores interesantes y fiables, como Tommy Reffell, o tipos trabajadores como Wainwright, Dafydd Jenkins, Mann o Rowlands. Se hace respetar delante, pero cuando la pelota llega atrás se ralentiza y se diluye. Lo cual es más preocupante porque tiene gente punzante por fuera como Rio Dyer o Cameron Winnett. Pero no tiene un plan de juego. No saben si van o vienen. Si son o si están. Si atacan o defiende. Sus partidos son divertidos de ver, siempre y cuando no seas simpatizante de Gales, porque en todos acumulan una enorme cantidad de errores, algunos especialmente groseros. Es paradójico que un equipo de Gatland, precisamente de alguien tan marcial y económico en el riesgo como él, se haya convertido en un dislate de tamañas características. Se le agradece el empeño, pero alguien debería retomar el timón y la brújula para ordenar su propuesta de juego. La duda es saber quién será el timonel porque necesitará paciencia y arrestos para cruzar la tempestad en la cual se encuentra el rugby galés con serio peligro serio de encallar en los arrecifes. 

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