CICLISMO

Festival en la Vuelta de un Jumbo intratable

El conjunto neerlandés no da tregua a nadie, gana la etapa con Primoz Roglic y coloca al estadounidense Sepp Kuss al frente de la clasificación general.

Sergi López-Egea

En el Xorret de Catí el ácido láctico aumenta más que el precio del aceite de oliva. Todos van al máximo. Suben las pulsaciones, la respiración, el cansancio, pesan las piernas y aunque son apenas cuatro kilómetros, las cuestas ahogan hasta el punto de que se quedan solos los que aspiran a la victoria, los que no dan tregua vestidos con el uniforme del Jumbo y los que sufren y hasta se quejan por el aplastante dominio del conjunto neerlandés en la

Vuelta

.

Llega gente de todas partes. Suben andando o retorciéndose en sus bicis, lejos del pedaleo intenso que muestran las estrellas de la carrera, entre las que ya no está Lenny Martínez, que pierde el jersey rojo, que pasa a Sepp Kuss, con la sensación de que los compañeros del Jumbo lo han querido recompensar con el liderato de la Vuelta. Que sea uno de los suyos el que se vista de rojo. Porque lo desean todo, el triunfo de etapa, por obra y gracia de Primoz Roglic, la primera plaza de la general con el gregario de oro y, sobre todo, el poder contar con 

Jonas Vingegaard

, algo escondido, pero con el argumento de que quizás es la última bala del conjunto neerlandés. Son tan y tan buenos que pueden escoger.

No se fía de ellos, nadie, porque nadie tiene un pelo de tonto; menos, Remco Evenepoel. Asciende por el Xorret de Catí con un doble cometido: luchar por la victoria de etapa (cruzará la meta en segunda posición) y demostrar que lo sucedido en los montes de Teruel fue un pequeño tropiezo en el largo camino de la Vuelta. El Jumbo, que tiene un doctorado en ciclismo, deja que se desgaste, que marque el ritmo de subida y hasta le pone una trampa. ¡Ataca Kuss! Evenepoel no entra al trapo.

De nuevo, con ellos, Juan Ayuso (tercero) y Enric Mas (cuarto) se mueven en la galaxia de las estrellas de la Vuelta con Marc Soler instalado en la segunda plaza de la general ante la cita de este domingo en el Collado murciano de la Cruz de la Demanda.

El despiste de Evenepoel

Confiesa Evenepoel que no sabía que el esprint final con Roglic Ayuso era por el triunfo de etapa. Creía que había fugados por delante. En ocasiones, la desinformación de los ciclistas se convierte en un lío cuando se concentran en lo suyo. Roglic, en cambio, sí estaba al tanto de que podía conseguir el 11º triunfo en una Vuelta que ha ganado en tres ocasiones. “Nos dijo que quería la etapa y para desgastar a Evenepoel ataqué en la subida final. Nosotros queremos ganar la Vuelta y nos da igual con quién. Claramente,

Roglic

y Vingegaard son más fuertes que yo”, explica Kuss en la meta de Xorret de Catí.

Tantas son las ganas del Jumbo para dar un toque de clase a la Vuelta que se pasan toda la etapa tratando de anular la fuga, en la que, entre otros, va Oier Lazkano, el campeón de España. Y también todo un excampeón del mundo como es el portugués Rui Costa, que tacha de abusones a los corredores del Jumbo. Pese a la queja fue sensacional el trabajo durante kilómetros de Robert Gesink. Él solito pone a todo el pelotón en fila india y se encarga de que la escapada no tome minutos que luego se conviertan en un muro infranqueable.

El sacrificio de ir a rueda

Todos ven las ganas del Jumbo. No es día para repartir sonrisas. Ni siquiera hay tiempo de hablar, ni de comer en los avituallamientos. El Jumbo convierte a la Vuelta en una carrera salvaje, sálvese quien pueda. Aguantarlos a rueda ya es un sacrificio cargado de valor, una salvajada para la que no está preparado un alto porcentaje de los corredores. Y las ganas del Jumbo animan la etapa e impiden la siesta a los que siguen la prueba por televisión.

novela con final previsto, Roglic gana y deja sin obsequio a EvenepoelAyuso le pone ganas, tremenda fuerza en las piernas. Hacer tercero ante semejantes fieras ya es un mérito tremendo. “Ha sido un buen resultado porque a mitad de la etapa no me sentía bien”, advierte el corredor de la tierra, nacido en Barcelona y criado en Atlanta. Se acuerda de su compañero Soler, que hace un esfuerzo exagerado para no perder el compás de los favoritos, porque sabe que se pone segundo de la general y es una posición increíble para el corredor catalán, porque si aguanta este domingo en la cumbre murciana -8 kilómetros al 5,6%, lejos de ser la cima más difícil de la Vuelta-, yendo bien contra el cronómetro y con 1.48 minutos de ventaja con Evenepoel, siempre hay margen para que un sueño se convierta en realidad.