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Secuestre mi avión, por favor: la loca aventura que algunos soñaban vivir en los 70

Durante años, los secuestros aéreos llenaron los periódicos de todo el mundo. Sin embargo, mientras que en Europa y Oriente Medio estos hechos eran dramáticos y terroríficos, en Latinoamérica a menudo adquirieron un cariz utópico y festivo, como cuenta Massimo Di Ricco en el libro 'Los condenados del aire. Crónica del secuestro aéreo más largo de la historia' 

'Los condenados del aire' repasa la historia de los secuestros aéreos en Latinoamérica.

'Los condenados del aire' repasa la historia de los secuestros aéreos en Latinoamérica. / UNSPLASH

El 6 de febrero de 1969, los miembros del conjunto colombiano los Black Star regresaban a Medellín después de haber estado actuando en Barranquilla. El trayecto, de apenas una hora en avión, se realiza por el interior de Colombia, por lo que no tenía sentido que la aeronave estuviera sobrevolando el mar. Extrañados, los músicos solicitaron la presencia de la azafata que, tras pedirles cautela para no alarmar a los demás pasajeros, les confirmó que la aeronave había sido secuestrada. "¿El nuevo destino?", preguntaron. "Cuba", les respondió.

En ese momento, los Black Star sacaron las botellas de güisqui que llevaban en el equipaje de mano y celebraron el nuevo rumbo que había tomado el avión. Tiempo después, ya de regreso en Colombia, el grupo grabó El secuestro, una canción cuyos versos decían: "Salimos de Barranquilla, salimos de Barranquilla, con destino a Medellín. / El avión cogió otra vía, el avión cogió otra vía, yo no conocía el fin / Y fuimos a Cuba sin pagar pasaje. Le dije a un cubano qué bueno otro viaje". Esta es una de las muchas anécdotas recogidas en Los condenados del aire. Crónica del secuestro aéreo más largo de la historia (Libros del KO, 2024) escrito por Massimo Di Ricco, Doctor en Estudios Culturales del Mediterráneo. Un ensayo periodístico que parte del secuestro del vuelo 601 de la compañía SAM —iniciado el 30 de mayo de 1973 y finalizado 60 horas más tarde—, para repasar la historia de los secuestros aéreos en Latinoamérica en las décadas de los 60 y 70.

"Estaba investigando en la Biblioteca Piloto de Barranquilla sobre los descendientes árabes en la costa del Caribe colombiano, cuando encontré en la hemeroteca noticias sobre este secuestro. Lo que más me impactó fue que, si bien sabía bastante del secuestro de aviones durante los años 60 y 70 en Europa por parte de guerrilleros palestinos o del movimiento chií, no sabía que el mismo fenómeno se había producido en Latinoamérica con ciertas diferencias respecto a lo sucedido en Europa y en Oriente Medio", recuerda Massimo Di Ricco, que explica en su libro cómo la fiebre de los secuestros en Latinoamérica estuvo muy vinculada al bloqueo comercial a Cuba.

Una de las calles más transitadas de La Habana (Cuba).

Una de las calles más transitadas de La Habana (Cuba). / ALEXANDER KUNZE

"En esa época, por la presión de la Organización de Estados Americanos y por Estados Unidos, que siempre consideró Latinoamérica como su patio trasero, el único país del continente americano desde el que se podía viajar a Cuba era México. Por tanto, si una persona latinoamericana quería conocer la isla, podía hacerlo desde Europa, donde sí había vuelos, o desde México. En todo caso y debido a la situación política, tanto en un caso como en el otro, a su regreso al país esa persona iba a ser fichada por la policía e interrogada sobre las razones por las que había ido a Cuba, cosa que a nadie le apetecía que sucediera", comenta Di Ricco que, a pesar de lo que podría pensarse por el destino elegido, los secuestros no estaban motivados únicamente por razones políticas, sino por cuestiones de mera necesidad.

"Esa es otra de las cosas que me chocó de mi investigación —reconoce Massimo—. Leyendo la prensa de la época, cualquier intento de secuestro era tildado como de acción de agentes castristas que estaban coordinados desde Cuba con los hermanos Castro para llevar la revolución a otros países. Sin embargo, cuando lo mirabas con más atención, se veía que muchos secuestros eran cometidos por personas normales, en muchas ocasiones al margen de las sociedades en las que vivían, y que veían en Cuba —que era una tierra de la que, al estar cerrada a nivel diplomático, no se sabía demasiado—, la posibilidad de empezar desde cero una vida en la que, a diferencia de lo que les sucedía en sus países, podían estudiar, tener un trabajo y un futuro".

Vacaciones pagadas

Si bien su intención nunca ha sido romantizar este tipo de sucesos, de la lectura del ensayo de Di Ricco resulta innegable que los secuestros aéreos en Oriente Medio y Latinoamérica no eran comparables entre sí. Mientras que los primeros eran violentos hasta el punto de tener consecuencias dramáticas, los segundos tenían un elemento festivo que rebajaba la tensión, al no percibirse un riego real para las vidas de pasajeros y tripulación.

"No dudo que hubo gente que vivió mal los secuestros, pero si miras las estadísticas, de las más de 5.000 que viajaron a Cuba en esos años a consecuencia de uno de estos hechos, solo una persona falleció y fue por un ataque al corazón. Era algo tan frecuente, que se terminó instaurando esa idea de que el secuestro a Cuba era un paseo y, en cierta manera, así era. El avión llegaba a la isla, los pasajeros eran alojados en un buen hotel, les llevaban a conocer los sitios turísticos, a ver los logros de la revolución, les ofrecían una cena o un baile, al día siguiente otro paseo, regalos de cortesía y vuelta a casa. De hecho, en esa época, en la que los accidentes aéreos eran frecuentes, había más posibilidades de tener un accidente de avión a que ocurriera un desenlace dramático en un secuestro en Latinoamérica".

A raíz de estos sucesos, los sistemas de control del transporte aéreo se fueron endureciendo.

A raíz de estos sucesos, los sistemas de control del transporte aéreo se fueron endureciendo. / ARTUR TUMASJAN

Poco a poco, los sistemas de control del transporte aéreo se fueron endureciendo para poner fin a este tipo de sucesos. No obstante, la implementación de esos protocolos no fue homogénea en todo el mundo. Además de las importantes inversiones necesarias para adaptar las terminales, adquirir los instrumentos de control y dotar a la policía de mejores equipos, las diferencias culturales entre Estados Unidos, Europa y Latinoamérica volvieron a desempeñar un importante papel en este aspecto.

"En Latinoamérica, además de que se tardó más en colocar detectores de metales, hubo que cambiar la mentalidad de la población. Había que explicarle a la gente que el avión no era un autobús, que no se podía llegar a última hora, que no se podía viajar con el billete a nombre de otra persona, o bajarse y subirse en paradas intermedias sin que hubiera un registro del pasajero", explica Di Ricco que, a pesar de todo este tipo de controles, es consciente de que hasta el sistema más sólido es vulnerable. "Hace unos días, en una presentación me preguntaban cómo era posible que la gente se colase en los aviones en esa época. Unos días después, tuve que viajar a Berlín y, de repente, el avión se quedó parado en la pista sin despegar. Luego nos explicaron que, entre los pasajeros, había una persona que se había colado y que no tenía que estar en el vuelo. A pesar de todos los controles, todavía hoy hay gente que se cuela en el avión".

'Los condenados del aire'

Massimo Di Ricco

Libros del KO

328 páginas | 21,90 euros