Crítica de 'Freelance': ni humor, ni coreografías solventes acción, ni nada memorable

Aunque a ratos finja ser una mezcla de cine de aventuras y comedia romántica en la línea de Tras el corazón verde, Freelance apenas puede considerarse una película. Sí, se han invertido 40 millones de dólares en ella -¿cuántas cosas infinitamente más últiles podrían haberse pagado con ese dinero?-, y posee tanto una base argumental como un reparto encabezado por dos actores generalmente agradables, John Cena y Alison Brie, pero no solo no ofrece dosis mínimas de química entre ellos, ni de humor, ni de coreografías solventes de acción ni de nada memorable sino que, peor aún, apenas da muestras de intentarlo.

Su protagonista es un antiguo soldado reconvertido en guardaespaldas de una periodista cuya misión es entrevistar al dictador de un país sudamericano, y que se ve envuelto en un intento de golpe de estado aderezado de tiroteos, persecuciones, explosiones, críticas simplonas a las grandes corporaciones y pinceladas de paternalismo racista en el retrato de la población local. Se supone que ninguno de esos tres personajes son las personas que aparentan ser a primera vista, pero lo cierto es que ni ellos piensan o actúan como gente real ni resulta fácil entender por qué les pasa lo que les pasa en la mayoría de las escenas. Cierto, el francés Pierre Morel nunca dio muestras de ser más que un director de actioners intermitentemente solvente, pero nada en su filmografía previa ayuda a explicar semejante dejadez.