MÚSICA

Las 10 joyas ocultas del Mad Cool 2023

Un pequeño muestrario de lo que ofrece la gran cita musical madrileña más allá de sus grandes figuras y los nombres de siempre

King Princess, Yellow Days, Sylvan Esso, The Rose, Mimi Webb, Jaime XX, Maika Makovski, Honey Dijon, Polo & Pan y Tash Sultana.

King Princess, Yellow Days, Sylvan Esso, The Rose, Mimi Webb, Jaime XX, Maika Makovski, Honey Dijon, Polo & Pan y Tash Sultana. / EPE

El Mad Cool lleva al extremo esa maldición de los grandes festivales de que mientras ves una cosa que te gusta te estás perdiendo otras tres. En la gran cita madrileña, uno tiene la senación de que todo, absolutamente todo, coincide. Hacerse un organigrama para disfrutarlo resulta una misión más compleja que resolver un cubo de Rubik, así que aquí damos unas cuantas pistas para quienes quieran aventurarse en todo eso que está debajo de las dos primeras filas del cartel o de los nombres que copan el prime time. Porque hay vida más allá de las grandes estrellas que lo suelen acaparar todo en este festival.

King Princess

King Princess

El caso de Mikaela Straus bien daría para una segunda entrega de la comedia musical Begin Again: es cierto que en esta historia no hay cazatalentos con el porte de Mark Ruffalo, pero si una joven con la misma luz que la cantautora a la que interpretaba Keira Knightley. Curtida en los estudios de grabación que alternaba su padre, a los 11 años le ofrecieron su primer contrato discográfico. Sin embargo, lo rechazó: quería vivir lo suficiente para construir un discurso propio. Y así lo hizo: desde que debutó con 1950 ya dejó claro que lo suyo era el pop queer de ramalazo yanqui. Un atrevimiento que, como en la película, descolocó a una industria heterocentrista. Sus letras están inspirando a una juventud que, por primera vez, disfrutará el amor con todas sus referencias. No en vano ya hay quien la ha bautizado como Lesbian Jesus.

Honey Dijon

Honey Dijon

Después de algunos años (¿lustros?) en los que parecía haber perdido su hegemonía, el house ha vuelto a posicionarse como ese género de referencia para que el ser humano baile sin necesitar antes un curso de aprendizaje, con Beyoncé como su última gran valedora. En la galaxia de maestros de ese estilo tiene un lugar destacado Honey Dijon, una dj bien entrada en la cincuentena que se educó musicalmente en su Chicago natal, cuna del house, cuando este sonido daba casi sus primeros pasos, y que después se graduó en los clubs underground del Nueva York de los 90 junto a grandes nombres como Danny Tenaglia. Más allá de encasillamientos, Dijon es ese tipo de dj que lo mismo pone música a un desfile de Vuitton que se marca un remix de Bowie o se escapa un rato del house y del disco para marcarse una sesión más techno. Un epítome de lo cool, vamos, pero con fundamento. Haga lo que haga, lo que siempre está garantizado con ella es una fiesta de las que no se olvidan fácilmente.

Mimi Webb

Mimi Webb

Amelia lo tenía claro: quería triunfar en la música. Sin embargo, no sabía muy bien cómo hacerlo. Así que optó por la herramienta que mejor conocía: en TikTok empezó a crecer como la espuma gracias a sus versiones de Sam Smith y Justin Bieber. Su trepidante y magnética voz enamoró a un millón de personas en cuestión de semanas. Dicho hito llamó la atención de las multinacionales, que rápidamente vieron en ella una apuesta ganadora. El pasado marzo publicó su primer álbum, un concentrado pop con tintes sinceros y matemáticos que recuerda al que catapultó a Aitana en España. En él, la joven de Canterbury desgrana sus últimas relaciones sentimentales en busca de una comprensión que, parece ser, ha encontrado masivamente en su público.

Yellow Days

Yellow Days

George van den Broek tiene apellido flamenco pero procede de las apacibles tierras de Surrey, en el sur de Inglaterra. El suyo es otro de esos talentos cocinados a fuego lento en una habitación adolescente con una guitarra y un ordenador, un buen representante de ese estilo que se ha dado en llamar bedroom pop y en el que tiene compañeros de viaje tan ilustres como Mac DeMarco, con el que ya ha publicado alguna colaboración. Lo suyo es fabricar canciones relajadas que a ratos tienen un punto psicodélico y a ratos se escoran hacia el funk o hacia el yacht rock de los últimos 70, casi siempre con unos ejercicios vocales que le podrían acercar al soul. Música para apaciguar al espíritu, pero siempre que se consiga una sombra a esa hora en la que toca, y en la que el sol del sur de Madrid seguirá siendo, como mínimo, achicharrante.

Tash Sultana

Tash Sultana

En canciones como Cigarettes, Jungle y James Dean puede descifrarse la vida, muerte y resurrección de Natasha: a los tres años su abuelo le regaló una guitarra que aprendió a tocar tan rápido como el saxofón, la trompeta, la batería, el bajo… y así hasta dominar 20 instrumentos. Un don que la animó a asaltar las plazas de Melbourne en busca de una oportunidad. Sin embargo, a los 17, las drogas la sumieron en un trastorno psicótico que la mantuvo bajo vigilancia durante meses. A lo largo de su recuperación, empezó a componer algunos de los temas que más tarde la catapultarían en YouTube. Este desahogo rápidamente se viralizó y, en 2017, tomó cuerpo en Notion, un epé a medio camino entre el rock psicodélico y el indie pop que sentó las bases de una propuesta diversa, coherente y sincera.

Polo & Pan

Polo & Pan

Este dúo de productores franceses ya saben lo que hay que hacer para poner a bailar al público de la capital: lo han probado tanto al aire libre (en la edición prepandémica de Paraíso Festival) como bajo techo (hace unos meses en el club Lula). Pertenecientes a la penúltima hornada de lo que todavía podríamos denominar el french touch, en la música de Paul Armand-Delille y Alexandre Grynszpan no hay que buscar una especial profundidad ni audacia, porque lo suyo es crear atmósferas agradables, hacer feliz a la gente y poco más. Y para eso su electrónica soleada y con cierto aire cinematográfico, un invento bastante particular que podríamos denominar 'minimalismo tropicalista' (por qué no...), se demuestra un arma infalible. Si uno no se los toma demasiado en serio, se disfrutan todavía más.

The Rose

The Rose

Frente a la burbuja K-Pop que no para de crecer en Corea se ha plantado The Rose: Woosung, Dojoon, Hajoon y Jaehyeong no bailan coreografías contagiosas ni interpretan melodías facilonas. Ellos hacen K-Rock, una alternativa al género que está revolucionando el mercado mundial gracias a bandas tan populares como BTS y Blackpink. Con matices más acústicos y pretensiones menos comerciales, la formación lleva seis años macerando un sonido único que ya les ha llevado hasta Francia, Reino Unido, Canadá y España. De hecho, ésta será la segunda vez que visiten nuestro país, donde cuentan con un público en perfecta comunión con sus postulados. Sorry fue el inicio de un flechazo que, por el momento, parece no haber perdido un ápice de pasión… por mucha distancia (cultural) que haya de por medio.

Jaime XX

Jaime XX

Considerar a estas alturas a Jamie XX una joya oculta tiene algo de miopía o de acabar de aterrizar en el planeta Tierra. Pero el mundo es tan paradójico que uno de los grandes genios de la música reciente sigue pasando desapercibido para demasiada gente, al menos si se le compara con gigantes como esos Red Hot Chili Peppers que le harán de teloneros (es broma). A este miembro de aquella banda fugaz (por ahora) pero trascendental que fue The XX le ha tocado un duro rival en su franja horaria, The Prodigy, otros impecables artesanos de los sonidos electrónicos. Pero donde estos destilan fuerza y rabia, James Thomas Smith (así se llama) ofrece sensibilidad y algo que podría parecerse a unas poéticas matemáticas sonoras, con mezcla de géneros y abundancia de voces que lo mismo se arrancan con una balada que despachan cantos tribales. Si solo hubiera que ver una cosa de este Mad Cool, quizá debería ser esta.

Maika Makovski

Maika Makovski

Tiene ocho discos publicados, pero pocos podrían definir con claridad la música de Maika Makovski. De origen macedonio, savia andaluza e inspiración balear, ha ido salpicando sus canciones de elementos propios de los lugares en los que ha echado raíces. Tras un debut de esencia rockera (Kradiaw), con el que giró junto a Howe Gelb y The Dubliners, y después de su asociación con Jonh Parish para la producción de su tercer álbum (Maika Makovski), la artista se ha propuesto celebrar el arte y la vida en MKMK, un cancionero de esencia setentera que reflexiona sobre la necesidad de conectar y reunirse. Podría decirse que ese el eje que vértebra toda su discografía, un delicioso compendio de temas que, si bien resultan difícil de etiquetar, subrayan la esencia de la que parten: el amor por el amor.

Sylvan Esso

Sylvan Esso

Hubo un tiempo en que el pop electrónico que no se sentía obligado a hacerte bailar, y esa derivación algo más sensiblera que se denominó folktrónica, tuvieron su predicamento en ciertas esferas de aficionados. Sylvan Esso, el dúo estadounidense que componen la vocalista Amelia Meath y Nick Sanborn, encargado de la botonería, no estuvo en la eclosión de todo aquello, allá por los primeros dosmiles, pero es fruto de ella. Pop bonito y romanticón pero sintético, hecho con cacharritos y con la intervención puntual de instrumentos más tradicionales que, bueno, a veces sí que se baila.