ENTREVISTA

Coque Malla: “España es uno de los países más complicados para el arte y la cultura”

El cantante, exlíder de Los Ronaldos, protagoniza el documental ‘Jorge. Una travesía con Coque Malla’, en el que recorre toda su trayectoria y que se estrenará el 20 de enero en los cines

Coque Malla, durante un instante de la entrevista.

Coque Malla, durante un instante de la entrevista. / ARCHIVO

P. Ya tiene un documental, como Keith Richards o Bob Dylan. ¿Le hace eso sentirse leyenda?

R. No, no, como dice Bunbury muy acertadamente, con el sentimiento de leyenda no se hacen canciones. Lo que te tienes que sentir es músico, artesano y neófito, porque no hacemos más que empezar de cero con cada disco.

P. En el filme, de Cristina y María José Martín (Lasdelcine), Los Ronaldos aparecen reivindicándose como currantes más que como estrellas del rock.

R. Éramos estrellas del rock, pero la industria de este país no te permitía serlo, a diferencia de la industria anglosajona. En esos años era muy cutrona y ramplona. España para eso es más complicada.

P. En su historia hay un punto de conflicto central: en 1998 disuelve Los Ronaldos y se ve trabajando en solitario con muchos apuros, tocando en bares, sin banda de apoyo… Menudo shock.

R. Fue duro, pero apasionante. Mi crisis tuvo más que ver con romper con el sistema derivado de tener una banda. Lo heavy ya no es el dinero, el éxito, sino que debes inventarte otra vida. Costó mucho que la gente dejara de pensar en mí como el cantante de Los Ronaldos. Fueron bastantes años de travesía en el desierto.

P. El editor Borja Casani habla en el documental del momento en que la gente se avergüenza de sus ídolos adolescentes. ¿Se sintió juguete roto?

R. No fui capaz de analizarlo de una manera tan certera hasta que escuché esa frase de Borja, que es muy sabia. De todas formas, el boom de Los Ronaldos fue muy fuerte al principio, pero pasó bastante pronto. Eso amortiguó la caída. No pasé del superestrellato al bajón total.

P. A un artista que ha vivido esos altibajos le puede quedar una mirada cínica, escéptica o resentida hacia el mundo de la música, el show business, el vaivén de los gustos del público… ¿Puede haberle pasado?

R. No lo sé. Sí que tengo una mirada un poco pesimista hacia la manera en que este país se relaciona con sus artistas. España es uno de los países más complicados para el arte y la cultura. A Cervantes no se le trata como tratan los franceses a, no sé, Marguerite Duras. No entendemos la música como un valor sagrado, sino como ocio o como un servicio, con gente que se queja porque no has tocado una determinada canción.

P. Ese fan que le ha pedido siempre en sus conciertos, a gritos, que toque Adiós papá. El otro día mencionaba un hartazgo de No puedo vivir sin ti en La Resistencia. ¿Siente amor-odio con sus canciones?

R. No, ya sabes cómo son las redes. Esa frase había que escucharla en su contexto. Era una broma. Estábamos en el programa de Broncano, donde todo es un delirio. Esa percepción de las canciones cambia en los conciertos, donde el público ha pagado para verte y conoce tu repertorio más allá de los temas más conocidos.

P. En otros tiempos estaban Tocata y Rockopop. Ahora, Pablo Motos y David Broncano. ¿Hemos salido ganando?

R. Intento no ir a lugares donde intuyo que me lo pasaré mal. En el de Broncano me lo paso teta cada vez que voy. Lo que me lo hace pasar mal es que no haya programas estrictamente musicales y que no sean a las cinco de la madrugada. Es un drama.

P. El documental pasa por alto las polémicas en torno al tema Sí, sí, de Los Ronaldos, señalado por promover la violencia de género. ¿No quisieron darle más cancha al asunto?

No se habló de esto. Seguramente, fue una decisión de Lasdelcine de no meterse en ese lío, y yo no caí en ello, y es una gozada no hablar de ello. Es más interesante hablar de lo que está pasando con la libertad de expresión.

P. ¿Le preocupa?

R. Mucho, mucho. Está calando el mensaje de cuatro guardianes de la moral allá donde no tiene que calar: la ficción, el humor, el arte… Ese debe ser un territorio salvaje, fuera de la moral y la ética. El arte es la plasmación gráfica del subconsciente, que no tiene moral. Es como reprender a alguien por haber soñado algo. El otro día me asustó oír a un artista diciendo “esto ahora no se puede cantar”. Si ya en los artistas cala ese mensaje moralista, estamos jodidos.

P. Sorprende la aparición en el filme de su esposa, Macarena, revelando que rompió con su pareja tras quedarse prendado de usted en un concierto. ¿Dudó sobre introducir esa pincelada tan personal?

R. Fui yo quien tuvo la idea de que ella apareciese, y es un momento muy potente. Vi la escena cuando ya estaba hecha y me sorprendió. No sabía que iba a contar eso de una forma tan explícita. Pero me gustó. Y si ella había decidido contarlo, no iba yo a censurarlo.

P. ¿Por qué no está John Cale, que produjo el álbum Sabor salado (1990)? ¿Quizá evoca un episodio que fue más bien agridulce?

R. No lo sé, esta pregunta es más para Lasdelcine. No sé si lo llegaron a plantear. Supongo que sería bastante complicado. Con Cale no hubo mal rollo, solo que no hubo magia. Aún así, me gusta Sabor salado; un disco raro, crudo…

P. En los últimos años, su carrera ha remontado cual ave Fénix. ¿Flota el temor de que esta bonanza vuelva a desvanecerse de un día para otro?

R. La preocupación es que el próximo disco sea bueno. Lo otro no depende de mí. A mediados de junio debe estar terminado el álbum, para que salga en otoño.

P. Descubrir a The Divine Comedy tuvo un influjo en su obra de madurez. ¿Ha sentido alguna otra revelación desde entonces?

R. The Smile, el grupo paralelo de Radiohead. No sé si va a poder empapar mi música, porque lo suyo es tan complejo y avanzado… Esos tíos están en la vanguardia más absoluta: ni reguetón, ni Rosalía, ni hostias. Me lo decía Fon Román: está todo el mundo con el reguetón y la música urbana, y la vanguardia son esos hijos de puta, que están en otro planeta.

TEMAS