REBELIÓN EN LA ESCENA

Juan Mayorga: “La programación han de hacerla los directores artísticos, no los políticos”

El Periódico de España ha consultado a dieciséis directores de teatros y festivales públicos de España al hilo del escándalo desatado por la retirada de la programación de Teatros del Canal de 'Muero porque no muero', la obra sobre Santa Teresa del dramaturgo Paco Bezerra. Todos reivindican la libertad artística frente a la injerencia política

La consejera Marta Rivera de la Cruz, con el micro, y la directora de Teatros del Canal, Blanca Li, de espaldas, durante la presentación de la actual temporada.

La consejera Marta Rivera de la Cruz, con el micro, y la directora de Teatros del Canal, Blanca Li, de espaldas, durante la presentación de la actual temporada. / Pablo Lorente

El pasado mes de mayo, el Consejo de Administración de Madrid, Cultura y Turismo -integrado por la consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz; su viceconsejero, Daniel Martínez; el director general de promoción cultural, Gonzalo Cabrera, y el director general de Turismo, Luis Martín Izquierdo- decidió eliminar de la temporada 22/23 de los Teatros del Canal la obra de Paco Bezerra Muero porque no muero (La vida doble de Teresa). El montaje había sido programado por la directora artística del teatro, Blanca Li, en enero de 2023. Para justificar su supresión, la consejería alegó razones de “desequilibrio presupuestario” que se demostraron falsas, ya que la obra estaba producida casi en su totalidad por los catalanes Bitó y la red europea Prospero Extended Theatre. Tampoco devolvieron la programación a Blanca Li para que fuera ella quien adoptara las decisiones oportunas o solventara los supuestos desajustes en el presupuesto junto con su director de gestión, Mariano de Paco (¿el director de gestión del teatro no vela por que el presupuesto de la programación sea el adecuado?) y calificaron públicamente a la directora como una mera “proponedora”, deslegitimando sus funciones y evidenciando una injerencia notoria al ser cuatro cargos políticos los encargados de adoptar una decisión artística.

Este diario ha pedido una valoración sobre este asunto a dieciséis directores y directoras artísticas de los principales teatros y festivales públicos de España, a partir de un mismo punto de partida: ¿Qué reflexión le suscita que la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid haya adoptado la decisión de retirar la obra Muero porque no muero (La vida doble de Teresa), de Paco Bezerra, de la programación de los Teatros del Canal? ¿Ha sufrido en alguna ocasión la injerencia política de la administración de la que depende el teatro o el festival que dirige? La mayor parte de ellos mantuvo una entrevista telefónica con este diario, otros prefirieron enviar su respuesta por escrito.

Alfredo Sanzol, en una foto de hace unos años.

Alfredo Sanzol, en una foto de hace unos años. / Francesc Casals

Alfredo Sanzol

Director del Centro Dramático Nacional, dependiente del Ministerio de Cultura (Inaem). Accedió al cargo por concurso público. 

“En mi caso nunca he sufrido injerencia política pero no hay que perder de vista que es necesario crear instrumentos legales que protejan la libertad de expresión cultural, no es algo que tengamos que dar por solucionado, como se ha demostrado en el caso de Paco Bezerra. Las administraciones públicas tienen que trabajar para amparar esa libertad de expresión en la cultura y, desde el poder, existe un argumento muy peligroso cuando dice que está legitimado para intervenir en esa libertad de expresión porque representa a todos los ciudadanos. Creo que hay que darle la vuelta a ese argumento: precisamente porque representa a todos, tiene que ser el principal sujeto de protección de la libertad de expresión de los artistas de esa sociedad. En el Inaem, los directores de las unidades de producción se seleccionan a través de concurso y el control de su actividad se realiza a través de un consejo artístico formado por la dirección del Inaem y una representación muy amplia de diferentes sectores públicos y privados de las artes escénicas. Y ese consejo se convierte en garante de la libertad de programación: yo llego con un informe de la temporada pasada y una propuesta para la próxima y nadie ha hecho nunca un comentario acerca de que una obra tenga que estar o no en la programación. Yo me encuentro cómodo y protegido por esa estructura”.

Lluís Homar.

Lluís Homar. / Robin Townsend - EFE

Lluís Homar

Director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, dependiente del Ministerio de Cultura (Inaem). Accedió al cargo por concurso público 

Lo que ha sucedido con Paco Bezerra es un ejemplo de lo que no puede ser, no se sostiene por ningún lado. Si validamos esto, si le damos carta de naturaleza, y con una figura como la de Santa Teresa, nos empequeñecemos en términos de modernidad y de sentido común. Creo que la injerencia no puede ser otra que cero, la independencia y la libertad artística deben ser totales y que se utilice un concepto moral para cancelar un proyecto artístico es un ataque a lo esencial. Aunque pueda haber quien te diga que son ellos los que te han colocado ahí, el artista no puede tener ninguna cortapisa que le condicione, tanto si ha sido nombrado por designación como si ha sido elegido por concurso público. La libertad creativa debe ser total porque si no, no es libertad. Además, en estos casos de injerencia se supone que el espectador no es mayor de edad y no es capaz de decidir si algo le interesa o le gusta más o menos pero ahí, en el contenido de las programaciones, los políticos no pintan nada. Detrás de esa programación hay un proyecto artístico refrendado y validado y, una vez que eso ha sido así, no me puedo imaginar que sea de otra manera. Yo no he sentido nunca que se me haya sugerido qué valores tengo que defender y si eso hubiera sucedido me hubiera negado o hubiera presentado mi dimisión”.  

Juan Mayorga, el último Príncipe de Asturias de las Letras.

Juan Mayorga, el último Príncipe de Asturias de las Letras. / Sergio Pérez

Juan Mayorga

Director del Teatro de La Abadía, fundación participada por la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento y el Inaem. Accedió al cargo por designación directa del patronato. 

“Desde que asumí en febrero la dirección artística del Teatro de La Abadía no he sufrido injerencia ni indicación alguna por parte de ninguna de las tres administraciones que forman parte de su patronato. Si se hubieran producido, las hubiera rechazado. Entendería que las instituciones políticas me retiraran la confianza porque juzgasen que he programado, por ejemplo, una obra de marcado carácter xenófobo o machista, pero en ningún modo que me dictaran la programación. En el momento en el que entregas la confianza a un director artístico, este debe hacer su trabajo conforme al criterio por el que ha sido elegido y para poder ejercerlo es fundamental su libertad y su propia responsabilidad. Para nosotros, en La Abadía, es fundamental la libertad de los creadores y creo que los directores artísticos deben tener libertad para desarrollar sus discursos, prácticas y programación y es desde ahí desde donde deben ser evaluados: la programación ha de estar hecha por los directores artísticos, no por los políticos. En el caso de los Teatros del Canal, respeto mucho a los dos creadores de esta controversia, Paco Bezerra y Blanca Li. Y si bien en el teatro atiendo al conflicto, en la vida intento buscar posibilidades de acuerdo y de conversación, y sería deseable que este caso se recondujese hacia la conversación y la negociación porque se beneficiarían las personas implicadas, pero sobre todo las instituciones y el sistema teatral español”.  

Juan Carlos Martel Bayod.

Juan Carlos Martel Bayod. / ARCHIVO

Juan Carlos Martel Bayod

Director del Teatre Lliure de Barcelona, fundación participada por el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona, la Generalitat de Catalunya y el Ministerio de Cultura. Accedió al cargo por concurso público.

La situación que vivimos actualmente es de clara injerencia política en instituciones culturales, no solo en España, sino en toda Europa. El político debe apoyar el pensamiento crítico al que nos debemos como directores artísticos, pero lo cierto es que la política no quiere que pensemos. Ahora hay elecciones municipales y autonómicas y todos los partidos que tienen participación en instituciones culturales nos ven como piezas en las que poder proyectar sus políticas. Y son políticas restrictivas, de pensamiento limitado, porque todas las crisis que estamos viviendo podrían llegar a provocar una auténtica revolución social y eso es lo que no quiere el político, que no puede intervenir en la programación ni en la gestión de un teatro porque eso pertenece a la dirección. Creo que en las instituciones con un modelo de fundación -el caso del Lliure-, debería haber una mayoría de patronos que representaran a la sociedad civil para impedir que la administración que más dinero aporta sea la que tenga más poder. Yo no siento la presión política en el día a día del teatro, pero sé que está ahí”.  

Carme Portaceli

Carme Portaceli / David Zorrakino

Carme Portaceli

Directora del Teatre Nacional de Catalunya, dependiente de la Generalitat. Accedió al cargo por concurso público. 

“No siento una injerencia directa sobre si tengo que estrenar o no determinadas obras y, es más, tengo sintonía con el equipo de la conselleria de Cultura. Sin embargo, creo que el excesivo peso burocrático de la administración asfixia, dificulta o impide determinados proyectos que son diferentes. Considero importante que existan todos los mecanismos posibles que garanticen la libertad artística, que permitan y refrenden nuestras propuestas y lo que ha pasado en los Teatros del Canal me parece gravísimo y una barbaridad. Los políticos no son quienes para decir si una obra les parece mejor o peor, es no comprender lo que es la creación y que esas decisiones corresponden a los directores artísticos. Lo que ha sucedido en Canal ha sido una injerencia política en toda regla y no porque Blanca Li sea más vulnerable al haber sido nombrada por designación directa y no por medio de un concurso. Es una injerencia con mayúsculas”.

Manuel Llanes

Director del Teatro Central de Sevilla desde 1992, dependiente de la Junta de Andalucía. Accedió al cargo por ser el director de la Unidad de Espacios Escénicos de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales.

Blanca Li debería poder ser independiente para programar lo que quiera. Yo aprendí en Avignon que, cuando una administración te nombra director, debes tener una triple autonomía para ejercer tu trabajo: artística, presupuestaria y de gestión. Y, a partir de ahí, te tienen que respaldar mientras no haya un conflicto de intereses. Los gestores somos intermediarios entre el público y los artistas, pero también con los políticos que nos han nombrado. En el día a día tienes que hacer pedagogía con todo el mundo -con el público, con los artistas y con los políticos- porque si haces una dramaturgia de programación de nueve meses, tienes que explicar esa línea finísima que lo atraviesa todo y transmitir esa pasión. Yo llevo 30 años al frente del Teatro Central y no he tenido ningún problema, en mi caso ha habido mucho respeto, pero creo que, además de la política, hay otro tipo de injerencia y es la de algunos artistas que tienen acceso a los ámbitos de poder y llaman al político de turno y le dicen oye, dile a este que me programe. Y eso también pasa, cuidado”.

Alberto Conejero, ante el cartel de su obra 'Todas las noches de un día', en 2019.

Alberto Conejero, ante el cartel de su obra 'Todas las noches de un día', en 2019. / Albert Bertran

Alberto Conejero

Director del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Accedió al cargo por designación directa. 

“Mi deseo es que Paco Bezerra pueda estrenar su pieza cuanto antes y en las mejores condiciones. La he leído y no observo en ella nada que me parezca piedra de escándalo y, aunque así fuera, bien está que el teatro sacuda nuestros prejuicios y nuestra moral. Considero que una de las tareas de las direcciones artísticas —y de la gestión cultural en general— es salvaguardar la dialéctica entre la cultura y el poder, y que nuestra función paradójica es propiciar la potencia disruptiva de la cultura ante las instituciones. En los tres años que llevo en la dirección del Festival de Otoño nunca he vivido el más mínimo conato de censura. He trabajado con total libertad de criterio, dentro de las líneas programáticas en las que creo y que son compartidas por todo el equipo. Presento la programación, se comprueba que se ajusta a los márgenes presupuestarios y sigue su curso. Insisto: he realizado mi desempeño con total libertad. No concebiría otro modo de ejercer la dirección artística”.

Cesc Casadesús.

Cesc Casadesús. / Ricard Cugat

Cesc Casadesús

Director del Festival Grec, dependiente del Ayuntamiento de Barcelona. Accedió al cargo por concurso público.

“Yo no he sentido ninguna injerencia a lo largo de mi trayectoria, aunque es verdad que la cercanía ha sido más dura cuando he trabajado a nivel local, pero para mí es esencial como gestor que mi trabajo esté vinculado a un proyecto aprobado no por un partido, sino por un jurado o un órgano decisorio que ha aceptado el proyecto que voy a desarrollar. También creo que en los últimos años las direcciones artísticas se han ido precarizando y externalizando y a eso se añade el principal problema de la cultura en España: la fragilidad de los gestores, que dependen de los cambios políticos. También pienso que el escándalo significa votos y los directores estamos muy expuestos a que se deformen nuestras decisiones y se puedan utilizar nuestras programaciones para batallas políticas que no son las nuestras. Respecto a la obra de Paco Bezerra, quiero pensar que se eligió por su mérito artístico, pero el problema es el uso partidista o electoral que se ha podido hacer de esa situación. Hay mucho ruido y la pregunta es por qué no habla Blanca Li”.  

Isla Aguilar y Miguel Oyarzun

Directores del Festival Iberoamericano de Teatro, con un patronato participado por el Ayuntamiento y la Diputación de Cádiz, el Inaem, la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, la Universidad de Cádiz y AECID. En 2021 accedieron a la dirección por concurso público.

“Este tipo de injerencias no son nuevas y eso es preocupante porque se han instaurado y algunos políticos las consideran normales. Hay cosas que no se deberían consentir nunca porque amenazan al ecosistema cultural y lo peligroso sería que todos las acabáramos normalizando. Esto que hoy le pasa a Paco Bezerra le puede pasar a cualquiera. El miedo, alimentado por la precariedad del sector, es enorme y eso coarta la libertad de expresión, de creación y de pensamiento, y acaba paralizando. Hay presiones, efectivamente, y hay quien se sintió con la capacidad de darnos pautas cuando dirigíamos un centro cultural, pero eso también depende de cómo te posiciones tú y hasta dónde quieras defender a los artistas que programas. De ahí la importancia de ofrecer mecanismos que garanticen la libertad de las personas que lideran las instituciones culturales porque son quienes median y quienes han de proteger y salvaguardar la libre creación para posibilitar que el ecosistema cultural sea rico y recoja una diversidad de voces y puntos de vista, moleste a quien moleste. Nos parece muy perverso lo que está pasando y creemos que el sector debería reaccionar de manera más contundente ante una amenaza real que nos afecta a todos y todas”.  

María Goiricelaya y Ane Pikaza

Directoras del Festival de Olite, dependiente del Gobierno de Navarra. Accedieron al cargo por concurso público.

La injerencia política existe en todos los ámbitos y quien asegure que no, miente o se halla en ese lugar privilegiado que permite y/u obliga a ignorar la realidad. En el Festival de Teatro de Olite trabajamos directamente con el Gobierno de Navarra y llegamos a la dirección con una propuesta social, contemporánea, plural y feminista. Nos sentamos a dialogar, a escuchar propuestas y marcamos nuestras líneas rojas. Evidentemente, la política tiene sus apetencias y esto, señoras, venía con el cargo. Ahora bien, frenar la injerencia, sea del tipo que sea, y luchar para que la programación cultural sea independiente del poder político, velar por la libertad de expresión y creación y perseguir que esos pilares de la democracia se mantengan intactos, también. Programar no es sólo programar, es dejar de hacer política para hacer cultura y eso se antoja muy difícil de gestionar y mucho más de acometer. El caso de Paco Bezerra nos hace ser conscientes de que la democracia hoy está más amenazada que nunca y de que esto ha sido un pequeño gran sismo en la libertad de este país. Vendrán otros y mucho peores si no nos posicionamos contra la censura; si las personas que estamos al frente de direcciones artísticas no alzamos nuestras voces para reivindicar la misión de nuestros espacios; si caemos en el privilegio de mirar hacia otro lado y no hacer de esta herida, la nuestra propia. Todo nuestro apoyo a Paco Bezerra. No a la censura”.

Salvador Sunyer.

Salvador Sunyer. / Marc Martí Font

Salvador Sunyer

Director del Festival Temporada Alta de Girona, gestionado por Bitó Producciones y financiado en un 50% por el Ayuntamiento y la Diputación de Girona, el ayuntamiento de Salt, la Generalitat, el ministerio de Cultura y la Unión Europea. 

“En el festival no hemos sufrido ninguna injerencia política, ni siquiera cuando el ministerio de Cultura nos da una subvención y nos pide que la destinemos a programar obras de otras comunidades autónomas, nos parece lógico y de sentido común. Tampoco recuerdo que nadie me haya dicho, en todos mis años como director del festival, que haga algo o que no lo haga, eso no ha sucedido nunca. Y respecto a lo sucedido en los Teatros del Canal, si la obra de Paco Bezerra se ha suprimido por razones económicas, ahí no entro, pero si la razón ha sido ideológica respecto al texto, me parece una aberración. Un político no le puede decir a un director artístico de qué se puede o no se puede hablar. Recordemos que los bufones les decían lo que querían a los dictadores, y eso es lo sano y lo normal”.  

Laia Ripoll.

Laia Ripoll. / Javier Naval

Laila Ripoll

Directora del Teatro Fernán Gómez, dependiente del Ayuntamiento de Madrid. Accedió a la dirección por designación directa.

“Me parece de una gravedad enorme que se produzca una injerencia en una programación artística. Una programación es algo muy delicado porque es hacer casi una dramaturgia, una narrativa, y que alguien desde un despacho se atreva a meter las manos en eso es muy grave, es una injerencia artística y eso provoca un gran daño. También creo que es responsabilidad del director artístico consentir o no esa injerencia, eso es importante. A mí nadie, nunca, me ha puesto el más mínimo problema cuando he presentado mi programación a la delegada de Cultura, Andrea Levy, en Cibeles. Y si lo hubiera, cojo el bolso y me voy”.  

Natalia Álvarez Simó.

Natalia Álvarez Simó. /

Natalia Álvarez Simó

Directora del Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque, dependiente del Ayuntamiento de Madrid. Accedió a la dirección por designación directa.

“Creo que cualquiera estará de acuerdo en que la toma de decisiones sobre un campo profesional es responsabilidad de especialistas en la materia, independientemente de que sea sobre la programación artística o de cualquier otra índole. Esto se refleja en un contrato en el que la administración recoge que encarga la labor de programación a un especialista formado y con un curriculum que lo avala y, por tanto, capacitado para realizar su función de director o directora artística. Es importante señalarlo porque no es un contrato de gestión o coordinación. En este caso, la administración es la que designa la dirección artística para desarrollar la política cultural en un territorio y la misión de la institución en una primera instancia; y es el director o directora designado el que decide la programación. La jerarquía y definición de los ámbitos de decisión de cada una es clara, por lo que las competencias no son intercambiables. Hay ejemplos de teatros que cuentan con órganos asesores, pero en ningún caso con intervención en las decisiones artísticas. Los criterios para evaluar propuestas artísticas son criterios artísticos no políticos. En mi caso, y después de haber trabajado con distintas administraciones públicas, la libertad en mis criterios artísticos siempre ha sido respetada, y entendida como la responsabilidad que me han designado”. 

Natalia Menéndez.

Natalia Menéndez. / Alba Vigaray

Natalia Menéndez

Directora del Teatro Español y de las Naves del Español en Matadero, dependiente del Ayuntamiento de Madrid. Accedió al cargo por designación directa. 

“Desde hace años apuesto por una estética no violenta. No creo en la confrontación entre creadores con personas pertenecientes a otros sectores porque los creadores son los frágiles. Siempre están expuestos, siempre al aire. Apoyo la cultura desde la diferencia, el amor por la diversidad y la libertad creativa. No caigamos en la trampa de la simplificación y apostemos por reflexiones hondas. Que todo lo acontecido no vaya en detrimento de la propia cultura, cuya presencia en el espacio público ya está mermada y condicionada a una realidad crispada. La cultura es fuente de riqueza, empatía y pensamiento crítico, eso es lo que hay que atender y proteger”.

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