FESTIVAL TEMPORADA ALTA
Angélica Liddell: "Apuesto por el terrorismo de la belleza"
La artista estrena en El Canal 'Caridad. Una aproximación a la pena de muerte dividida en 9 capítulos'
Marta Cervera
Desde hace años Angélica Liddell (Figueres, 1966) se ha convertido en una de las artistas imprescindibles del festival Temporada Alta. Autora -fue Premio Nacional de Literatura Dramática- directora e intérprete, sus atrevidas creaciones siempre sorprenden, incomodan, provocan, invitan a descubrir y cuestionar ideas y conceptos a través del arte. Nunca dejan indiferente. Lo demostró en piezas como La letra escarlata, Liebestod, Terebrante, dedicado al cantaor Manuel de los Santos, más conocido como Agujetas. "Mis obras son un empeño, total, absoluto, obsesivo para defender la libertad del artista por encima de las responsabilidades democráticas", ha defendido en la rueda de prensa de presentación de Caridad. Una aproximación a la pena de muerte dividida en 9 capítulos se estrena este sábado en El Canal.
Se trata de una obra con 22 personas donde la mayoría no actores profesionales, se pregunta qué significa caridad hoy. ¿Hasta dónde llega nuestra capacidad de perdón? La leyenda de Cimón y Pero, plasmada en el mundo del arte, muestra cómo el acto de amantar a un padre preso logra salvarle la vida al conseguir con su acción el perdón de los jueces. "La imagen de una mujer alimentando con su pecho a su padre homicida es casi inmoral, pero les conmueve", señala. "Esa conmoción es la que busco en mi creación estética. Por eso en Caridad hago una equivalencia entre el artista y el criminal. Ambos expresan su total libertad, siempre hablando desde la perspectiva de la estética", sentencia la creadora. Y los artistas, como los criminales, merecen compasión, pero "¿qué cantidad de perdón podéis ofrecer?".
Como ciudadana me opongo a la barbarie, pero como poeta no"
Las ideas de George Bataille, autor entre otros de 'Las lágrimas de Eros' fascinado con el sacrificio humano, ha influido en la creación. Eros y Thanatos se unen en un trabajo simbólico inspirado por el proceso inquisitorial a Gilles de Rais, un noble francés que luchó junto a Juana de Arco que fue ejecutado tras ser acusado de abusar de cientos de niños, y la película Le mépris de Jean-Luc Godard. "Mi influencia estética viene de la pintura y del cine. Godard ha sido fundamental en mi vida. Es un ejemplo magnífico de libertad". Lo defiende porque observa que "estamos abocados a una época cada vez más puritana, reivindicativa, higiénica, reivindicativa y se va olvidando el conflicto del hombre consigo mismo, con su alma".
Puro arte
Para Liddell lo fundamental es defender el arte. "No incluyo la política en mis puestas en escena. Mis obras son una apuesta por el terrorismo de la belleza. Busco colocar al público ante un conflicto. Estéticamente, solo lo inmoral nos eleva por encima intelectualmente por encima de la masa indiferenciada, de la opinión general, de las buenas intenciones." En este sentido defiende el racionalismo del Marqués de Sade, de la obra de Pasolini y de cualquiera que vaya contra la uniformidad moral. "Sade era un abolicionista de la pena de muerte", recuerda.
"Como ciudadana me opongo a la barbarie, pero como poeta no". Como George Steiner defiende que "el arte está fuera de cualquier legalidad razonada". Y lamenta que en la actualidad, "solo hablamos de fascismo, de izquierdas y de derechas".
Estéticamente, solo lo inmoral nos eleva por encima intelectualmente por encima de la masa indiferenciada"
La obra presenta una serie de imágenes simbólicas que sitúan al público ante el máximo perdón ante un escenario donde destaca "la guillotina, ese gran símbolo de la libertad que estuvo vigente en Francia, como la pena de muerte, hasta 1977". A parte de trabajar con voluntarios de diferentes edades, desde niños a gente mayor de Girona, también contará con un coro de tres hombres laringetomizados y con especialistas en esgrima. Del texto, en francés, se ocupará el actor Guillaume Constanza. "Me hace muy feliz no depender de la palabra en esta pieza. Me he concentrado en los colores y las imágenes", apunta esta creadora para quien el arte es sinónimo de libertad total.
Parafraseando a Steiner, señala: "El artista se mueve entre el desajuste entre la justicia social y la expresión artística". Por tanto es "inimputable, como lo son los locos o los niños". Por eso ella trabaja desde ese desequilibrio, desde esa irresponsabilidad. "Las responsabilidades democráticas empobrecen el arte hasta lo mediocre por eso defiendo la poesía por encima de todo. A veces en mis textos sí voy a la contra para mostrar un malestar respecto a las restricciones a una sociedad prohibicionista. Defiendo el arte y la locura del arte".
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