Las críticas de cine de la semana: 'Mali Twist', 'Benediction', 'Lingui. Lazos sagrados' y 'La batalla del lago Changjin'

Revolución a golpe de cadera

Durante 40 años, Robert Guédiguian no ha dejado de reflexionar sobre la lucha y el compromiso políticos, el fracaso de la izquierda, los estragos del capitalismo, la fraternidad, el desencanto y la resistencia. Y vuelve a hacerlo en su nuevo trabajo, con el que se aleja puntualmente de su Marsella natal y su habitual troupe de intérpretes tanto para recrear el socialismo revolucionario, muerto al nacer, que surgió a principios de los 60 en el Malí recién independizado como para meditar sobre el terrible legado que el imperialismo impuso sobre las antiguas colonias y aún perdura.

Con ese fin, el francés escenifica una historia de amor frustrada por tradiciones opresivas e ideales inestables, y articulada a través de una serie de contrastes: la lucha política frente al hedonismo, la juventud ávida de rock and roll frente a sus reaccionarios mayores, el idealismo frente a la corrupción, y la libertad frente al colonialismo.

En el proceso, Guédiguian vuelve a hacer gala de su desinterés por la sutileza. Su división entre los buenos y los malos es exagerada, sus diálogos suenan excesivamente didácticos, y los paralelismos que establece entre el periplo de sus jóvenes amantes y el de todo un país resultan toscos e ingenuos. En última instancia, la gran baza de ‘Mali Twist’ es la empatía y la fisicidad que su retrato de la ardiente juventud maliense derrocha, y que la convierte en una de las películas más sensuales de su director. - Nando Salvá

Poesía en la contienda bélica

No sé si Benediction es un Terence Davies menor, como se ha escrito por activa y por pasiva, pero los espectadores y lectores a quienes les gusta el personalísimo cine de este director británico sabrán también que un Davies menor es mucho más interesante que el mejor filme de otros directores mayores a quienes se les permiten más licencias, caídas y recaídas. Benediction está en sintonía con todo lo realizado por el cineasta, de Voces distantes a Deep Blue Sea, de La casa de la alegría a Historia de una pasión. La misma calma, la misma pausa dramática, idéntico rigor en los encuadres, la composición, el exquisito uso de la voz narrativa y las interpretaciones, para contar aquí la historia de un personaje en consonancia con todos los que ha retratado Davies hasta la fecha.

Siegfried Sassoon, poeta y homosexual, combatió con honores y fue condecorado durante la primera guerra mundial, pero al regresar a Inglaterra, cuando el conflicto aún no había remitido, se opuso de manera contundente a que su país siguiera en la contienda a la vez que buscó refugió en la religión. Las músicas preexistentes y la forma de utilizarlas ayudan a dibujar la tristeza de este hombre y el mundo en el que le tocó vivir, así como la utilización de imágenes documentales de la época, un periodo y un conflicto de los que Davies ya se ha servido puntualmente en otras películas, caso de Sunset Song. - Quim Casas

Sororidad contra el oscurantismo

Mientras sopesa el dilema de una madre soltera que intenta conseguirle un aborto a su hija adolescente en un país de la África islamista donde interrumpir un embarazo viola las leyes estatales y las religiosas, el veterano director chadiano Mahamat-Saleh Haroun homenajea el espíritu de supervivencia colectiva frente a un sistema teocrático basado en la misoginia y la opresión patriarcal. Y entretanto captura la inestable cotidianidad de las áreas empobrecidas de la capital de Chad, N'Djamena, envolviéndola de una atmósfera casi táctil que combina autenticidad documental con una riqueza visual basada en el manejo del color y una puesta en escena rica en simbolismo. 

A nivel narrativo, el director contempla las vicisitudes y la creciente desesperación que afronta su protagonista sin caer en los excesos sentimentales, y privilegiando una simplicidad argumental que, es cierto, por momentos coquetea con el simplismo, y eso es algo a lo que contribuyen tanto el didactismo de algunos diálogos como la superficialidad con la que aborda algunos de sus temas de cabecera.

Nada de eso impide, en cualquier caso, que Lingui atesore una elevada capacidad conmovedora que se fundamenta no en la victimización sino en la celebración del estoicismo femenino y la sororidad, y en la reivindicación de la legitimidad de cualquier forma de resistencia frente a las leyes inhumanas. - Nando Salvà

Hazañas bélicas de siempre

En 1968, la poderosa 20th Century Fox y el estudio más importante del cine japonés, Toei, unieron fuerzas para realizar un filme sobre el ataque a Pearl Harbor desde las dos perspectivas, Tora! Tora! Tora!, dirigido por Richard Fleischer, Toshiro Masuda, KinjiFukasaku y, sin acreditar, Akira Kurosawa. La batalla del lago Changjin responde a unos criterios de producción similares, aunque la visión es única y unívoca: la disputa, que duró casi un mes, entre finales de noviembre y finales de diciembre de 1950, entre tropas chinas y estadounidenses por un embalse estratégico en pleno conflicto de Corea.

Aquí son tres antiguos pesos pesados del cine chino, Dante Lam, Tsui Hark y Chen Kaige –crítico con el gobierno de su país en otros de sus filmes–, los que se reparten la realización de una especie de hazañas bélicas monumental, tan ideológicamente discutible y narrativamente pesada, más allá de las cerca de tres horas que dura, como repleta de buenas ideas visuales. Los soldados chinos son todos valientes y heroicos. Los estadounidenses son casi una caricatura, incluso en la forma en la que hablan. Se repite el esquematismo del cine de Hollywood, pero al revés. Estén rodadas por Kaige, Hark o Lam, escenas como las de los infantes chinos camuflados en unas rocas grises y escarpadas mientras los aviones enemigos los acribillan, aguantan el tipo en el contexto ideológico que sean. - Quim Casas