Las críticas de cine de la semana: 'Veneciafrenia', 'A las mujeres de España', 'Arthur Rambo', 'Arde Notre Dame'...

UN DOCUMENTAL REVELADOR

En los últimos tiempos, tanto en nuestro país como fuera de él, hemos asistido a un pequeño boom de documentales y ficciones que han servido no solo para reivindicar el papel de la mujer en el pasado y en el presente, sino también el de enmendar viejas heridas sobre la forma en la que se ha estigmatizado o ocultado sistemáticamente su importancia en el destino de nuestra sociedad. 

En ese sentido, Laura Hojman (autora de Antonio Machado. Los días azules) intenta en este trabajo arrojar luz a la figura de una de las pioneras del feminismo en nuestro país, María Lejárraga, miembro activo de la intelectualidad de principios del siglo XX y activista durante la República que tuvo que renunciar a su voz literaria firmando sus textos con el nombre de su marido, Martínez Sierra, que sería reconocido como el autor de obras como Canción de cuna o el libreto de El amor brujo de Manuel de Falla. 

A las mujeres de España compone un apasionante viaje por la vida de una mujer víctima del patriarcado de su época cuyo talento fue invisibilizado e incluso condenado. Un recorrido revelador, nada aleccionador, que sirve para recordar que los olvidos y las injusticias históricas siguen formando parte de nuestros días y que necesitamos estos referentes para construir el futuro. - Beatriz Martínez

EL SADISMO DE LAS REDES SOCIALES

Inspirada en el caso real de Mehdi Meklat, joven escritor y bloguero que pasó de ser un fenómeno mediático francés a convertirse en paria en cuanto salieron a la luz los tuits antisemitas y homófobos que había publicado años atrás bajo un alias, la nueva película de Laurent Cantet dedica sus 86 minutos a cuestionar los motivos y argumentos intelectuales que su protagonista aduce durante su rápida caída, y para ello se ayuda de sucesivos personajes secundarios cuya única función es verbalizar posiciones ideológicas. Pero, aunque se muestra mucho más interesada en testimoniar un debate que en desarrollar una intriga dramática, Arthur Rambo no dice nada sobre la cultura de la cancelación o los males de Twitter que no haya sido dicho mil veces ya, y con mayor elocuencia.

Aunque es cierto que, puntualmente, su metraje captura la ferocidad y el sadismo que las redes generan y promueven, la película no traspasa la superficie de su premisa; todo en ella es planteamiento, un mero sumario de cuestiones a explorar -¿prescriben los pecados cometidos en las redes? ¿Es el artista separable de su obra? ¿Pueden los tuits ser considerados arte? ¿Es el ascenso social una opción real para la población de origen inmigrante parisina?- inmediatamente seguido de un final que funciona menos como un cierre que como una dejación. - Nando Salvà

SALVAMENTO HEROICO

Jean-Jacques Annaud, un director proclive a los grandes fastos cinematográficos con la naturaleza de fondo -En busca del fuego, El oso, Siete años en el Tíbet, El último lobo, filma aquí la crónica de una catástrofe urbana y cultural reconstruyendo el incendio y salvamento de la catedral parisina de Notre Dame, desastre ocurrido en abril del 2019. El planteamiento no es muy distinto al de Oliver Stone en World Trade Center, dedicada a cantar las excelencias de la policía y los bomberos en el salvamento de víctimas de los atentados neoyorquinos del 11-S. 

Annaud se detiene quizá más de la cuenta en mostrarnos la grandiosidad, liturgia y respeto de la catedral, su funcionamiento interno, los misteriosos pasadizos y almenas en los que Victor Hugo hizo habitar al jorobado Quasimodo y el momento en que salta una chispa y se produce la catástrofe. Después lo centra todo en los esfuerzos heroicos de diversos grupos de bomberos que logran sofocar el incendio principal y, sobre todo, rescatar una importante reliquia cristiana. Hay una velada crítica a la impericia general -política, logística, estratégica, ciudadana- ante tamaña hecatombe, pero es solo eso, una crítica tan velada que apenas deja huella. 'Arde Notre Dame' es una alabanza al esfuerzo anónimo con forma de película. - Quim Casas

UN 'GIALLO' AL RITMO DE 'RIGOLETTO'

Los títulos de crédito y el final virado a rojo no llevan a engaño alguno. La última película de Álex de la Iglesia es un giallo en toda regla, o un homenaje a este género italiano de terror, suspense y policíaco. Acontece en Venecia, ciudad siempre inquietante para el cine: Amenaza en la sombra, El placer de los extraños... De la Iglesia la filma desde la perspectiva de un grupo de cinco turistas españoles durante los carnavales. Surgen deliberadamente todos los tópicos, ya que esa es la mirada de los personajes, no la del director. Y esos tópicos -la fiesta loca, los disfraces, la bebida, el desfase por los canales venecianos- chocan brutalmente con un reducto de habitantes de Venecia que ven peligrar su cuidad por esa masiva afluencia de turistas que llegan en cruceros.

Los personajes están definidos con brocha gorda, como en todos los giallo o en los filmes estadounidenses de terror adolescente. Importa poco. Lo que interesa es la creación de un clima de terror operístico, con Rigoletto como excusa, y eso lo logra el director de El día de la bestia. Tiene dos muy buenas ideas, la del cadáver convertido en marioneta humana y que algunos asesinatos se produzcan en plena calle y los turistas los fotografíen con sus móviles creyendo que son representaciones de ficción. - Quim Casas

INOCENCIA MUY CÁUSTICA

El actor francés Louis Garrel ha dirigido tres largometrajes, y en los tres interpreta al mismo personaje, Abel. En Los dos amigos era el amigo de un joven desesperadamente enamorado de una chica inaccesible. En Un hombre fiel tiene pareja, pero esta le deja al comenzar el relato por su mejor amigo, que fallece unos años después. En Un pequeño plan… como salvar el planeta, Abel ha vuelto con la mujer que le abandonó (Laetitia Casta, pareja del director) y cuidan del hijo que ella tuvo con el amigo muerto.

Pero si las dos primeras películas tenían un tono similar, esta tercera es un absoluto y agradable desafío para los tiempos cinematográficos que corren. De entrada, dura solo 67 minutos, algo inaudito, y es una película tan pequeñita como lúcida sobre el ecologismo, el compromiso y la brecha generacional. La premisa es envidiable, de puro naif: el hijo de la pareja ha vendido sus objetos más preciados, como otros muchos niños del mundo, para conseguir el dinero con el que sufragar una aventura ecologista en África destinada a salvar el planeta que los adultos se toman a broma. Garrel lleva con ingenio esta delirante premisa. El filme tiene imágenes que parecen metáforas de la reciente pandemia, un agradable tono tragicómico y una inocencia no reñida con la causticidad. - Quim Casas

EGGERS AMPLÍA PERO NO AHONDA

En sus películas, Robert Eggers recrea minuciosamente escenarios remotos de eras pasadas, que reflejan las angustiosas ansiedades de sus personajes y por eso exudan violencia. En El hombre del norte lo hace a muchísima mayor escala que en La bruja (2015) y El faro (2019) pero también, quizá en parte por ese aumento de tamaño -y de presupuesto, y de expectativas comerciales- con menor eficacia.

Su protagonista es Amleth, un noble vikingo perteneciente al folclore escandinavo en el que que ya se inspiró Shakespeare para escribir 'Hamlet'. Mientras lo acompaña hacia su venganza por la muerte de su padre, Eggers reitera su capacidad única para dar vida a personajes que son tanto fábula y mito como carne y hueso, reconociblemente humanos pero también algo extraterrenales. Pero 'El hombre del norte', en todo caso, a menudo se muestra constreñida por los imperativos de su trama; el incremento de envergadura no ha traído consigo un aumento proporcional de caos psicológico.

Es una película, eso es cierto, llena de sangre, y víscera, y gruñidos, y violaciones, y pillaje, y bramidos, y fuego, y más sangre; en la que un príncipe demuestra su valía tirándose pedos y luego levita mientras las entrañas de su padre se transforman en un árbol mágico; en la que Björk interpreta a una bruja sin ojos y una valquiria enloquecida galopa sobre un caballo blanco por el cielo. Y que, pese a todo, da la sensación de no ser suficientemente bizarra y perturbadora. Dicho esto, es casi milagroso que Eggers haya conseguido que le den el dinero para hacerla y, aunque fuera únicamente por ese motivo -no lo es-, ya merecería ser celebrada. - Nando Salvà