POESÍA

Ana Blandiana, biografía de una doble herida

La escritora rumana ejecuta una escritura en la que la ética y la estética se abrazan para ampliar el concepto de la dignidad humana 

Ana Blandiana.

Ana Blandiana. / GALAXIA GUTENBERG

J. C. Iglesias

Blandiana, nombre de un pequeño pueblo en la Transilvania rumana, fue la máscara que Otilia Valeria Coman (Timisoara, 1942) utilizó para firmar su primer poema en una revista. Tenía 17 años. De nada le sirvió. Aquellos tipos de la Securitate, con eterna halitosis y zamarras de cuero raído, la tenían en el punto de mira. Era hija de un "enemigo del pueblo": un profesor y sacerdote ortodoxo que dispensaba opiáceos espirituales al hombre nuevo del comunismo. La decisión de adoptar el topónimo de la localidad natal de su madre tenía el propósito de burlar la censura, pero también la de que su seudónimo lanzase un guiño poético con la eufónica rima interna entre Ana y Blandiana. Vida y escritura, siempre inseparables cuando quien se pone ante el papel en blanco milita en la expresión moral sin renunciar a la emoción de la poesía.

Desde aquel primer poema prohibido, Ana Blandiana ha ido construyendo una obra prolífica que fue escribiendo en el secreto de su dormitorio, vigilada desde un Dacia policial aparcado las 24 horas frente a un bloque de edificios gris soviético en Timisoara. El empeño represor sólo favoreció que sus poemas se difundieran en copias manuscritas, al igual que le ocurrió a otros escritores rumanos, conocidos por los neomodernistas o Generación de los 60: Marin Sorescu, Nichita Stanescu, Ileana Malancioiui, Ioan Alexandru... Fue otra forma de resistencia frente al llamado proletcultismo, es decir, el casposo socialrealismo de acero.

Entre la caída del estalinista Gheorge Gheorghiu-Dej y la llegada del criminal Nicolae Ceaucescu hubo un periodo de cierta libertad que permitió que Blandiana y sus compañeros dieran a conocer formas de escritura que les conectaban con el romanticismo del XIX y las vanguardias de entreguerras, en las que el tono confesional e intimista se alterna con las indagaciones metafísicas. Blandiana aprovecha aquel tiempo para volver a la universidad, de la que había sido vetada, licenciarse en Filología, casarse con el escritor e historiador Romulus Rusan (1935-2016) y publicar su primer libro, Primera persona del plural (1964), título que es por sí sólo una poética y que marca su escritura posterior, esa que la hará decir: "Con los derrotados, los desheredados, los humildes, / lamento el blanco brillo de las ridículas estrellas".

'Primera persona del plural / El talón vulnerable'

Autora: Ana Blandiana

Traducción: V. Patea y N. Carbajosa

Editorial: Visor

144 páginas. 14 euros.

Poco duró aquello. Ceaucescu, que tantos amigos cosecharía en la Europa occidental tan sólo por ser un verso suelto tolerado por Moscú, regresó de un viaje a China y Corea del Norte adicto al veneno del cesarismo e impuso a sus súbditos una dieta que armonizaba demencia y genocidio a partes iguales. De nuevo, Blandiana se acomodó en las catacumbas. Sus versos pasaron de mano en mano y alimentaron una pequeña esperanza a los que se vieron obligados a estar "de vuelta a la gran podredumbre", a los que fueron sometidos "a la mentira que en las estatuas clama", a los que se vieron obligados a vivir "arrodillados bajo la ofensa de la postración".

Son palabras que al lector español no le son ajenas, más si fue víctima y testigo de la dictadura franquista. Hay una senda secreta e intangible entre la Generación de los 60 rumana y algunos poetas de la posguerra española, especialmente aquellos considerados exentos por el dogmatismo de la mal llamada poesía de la experiencia, obsesionados sólo porque el poema tenga "tanto sentido como una carta comercial", como decían Gabriel Ferrater y Jaime Gil de Biedma. El parentesco de la Blandiana resistentemente existencial y espiritual la vincula con los versos más fieramente humanos de nuestros Blas de Otero, José Luis Hidalgo, Salvador Espriu, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún o Celso Emilio Ferreiro, tan distintos en su fraternidad.

Ana Blandiana parte de la conciencia de que quien habla en su poesía es un personaje que la acompaña, un desdoblamiento que armoniza la condición de mujer superviviente a una dictadura ridículamente criminal y la escritora que da testimonio de esa realidad atroz. Un decir en el que la ética no puede disociarse de una estética, porque sabe que la belleza es tal vez la única forma de resistencia moral frente al mal, capaz de ampliar el concepto de la dignidad humana. De ahí que la poesía de la autora de Timisoara sea la biografía de una doble herida: la de la súbdita de los sátrapas estalinistas y la de la mujer golpeada por la pérdida de los suyos. Unos versos lo dejan claro: "Vivimos en una herida / sin saber / de quién es el cuerpo herido, / ni el porqué. / La única certeza es el dolor / que nos rodea / el dolor / que nuestra presencia / contagia / cuando intenta curarlo…".

'Un arcángel manchado de hollín'

Autora: Ana Blandiana

Traducción: Viorica Patea y Natalia Carbajosa

Editorial: Galaxia Gutenberg

480 páginas. 24 euros.

La poeta de Timisoara nunca ha despreciado los hallazgos de las vanguardias, principalmente aquellos que ofrecen nuevas capacidades de expresión y comprensión del mundo y el tiempo que nos ha tocado vivir. Su escritura responde al concepto de realismo lírico. Pero Blandiana va más allá. Asume las lecciones del irracionalismo, aunque no como sustento de una poesía ajena a la comunicación, sino como nuevas formas de trasladar el absurdo de la vida cotidiana de una persona en un país ocupado por el mal. También sabe incorporar las aportaciones del simbolismo, obligada por la mano de hierro de la dictadura, pero capaz de conectar con el lector, tanto el que sufre esa misma realidad opresiva, como el que en otras circunstancias la asume como propia, en un ejercicio intelectual y emocional de solidaridad íntima.

Ante la buena poesía, sobran las biografías, tiene dicho Joan Margarit. Discrepo: hay escrituras en las que las vivencias personales y el momento social ponen las luces largas y refuerzan la fortaleza del texto. No se trata de comprensión y significación, sino de identificación con las palabras del texto, pero también con sus suburbios. Ana Blandiana habla desde un yo que trasciende la primera persona del singular para establecerse en el plural y, de este modo, hacer que se trascienda nuestra condición de lectores para convertirnos en cómplices de una herida compartida, también de un compromiso estético del que emana la verdad moral.

'Variaciones sobre un tema dado'

Autora: Ana Blandiana

Traducción: V. Patea y N. Carbajosa

Editorial: Visor

152 páginas. 14 euros.

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