RETROSPECTIVA EN MADRID

Feminismo y subversión: el arte incómodo de Chiara Fumai

El vocabulario de la artista italiana muerta de forma prematura, marcado a fuego por el feminismo, la rebelión y la furia, e inspirado por el ocultismo y por activistas radicales como Ulrike Meinhoff y Valerie Solanas, parece hoy más necesario que nunca

La artista Chiara Fumai (1978-2017), en su 'performance' 'Chiara Fumai reads Valerie Solanas', presentada en la documenta de Kassel en 2012.

La artista Chiara Fumai (1978-2017), en su 'performance' 'Chiara Fumai reads Valerie Solanas', presentada en la documenta de Kassel en 2012. / La Casa Encendida

Juanjo Villalba

La mañana del 16 de agosto de 2017 el cadáver de la artista Chiara Fumai fue encontrado en la galería Doppelgaenger, ubicada en un antiguo palazzo del centro histórico de Bari. Se había suicidado. Fumai se hospedaba allí invitada por la galería en parte porque estaba preparando una nueva exposición y, en parte, para recuperarse de algunos problemas personales que arrastraba desde hacía un tiempo. Por desgracia, aquella vez no pudo escapar de sus fantasmas. Con su muerte, a los 39 años, desapareció una de las voces más interesantes del panorama artístico italiano e internacional.

Conocida sobre todo por sus performances y trabajos multimedia, su obra giró en torno al feminismo radical, los medios de comunicación, el lenguaje y la represión. Un discurso que parece hoy más necesario que nunca en un mundo en el que la libertad (y en especial la de las mujeres) vuelve a estar amenazada por el auge de los populismos y la extrema derecha, para la que Fumai era la encarnación del mismo demonio.

Por todo esto resulta muy oportuna la primera gran retrospectiva dedicada a esta artista en nuestro país, recién inaugurada en La Casa Encendida de Madrid: Poemas que nunca mostraré. Chiara Fumai 2007-2017. Una completa selección de sus obras que materializan, en forma de collages, vídeos, dibujos o muebles, las performances que ella misma se negó explícitamente a documentar. La exposición ya se ha podido ver durante el año pasado en ciudades como Ginebra o Bruselas.

Lo mágico y lo oculto

Nacida en Roma en 1978, Fumai rememoró en alguna ocasión que su educación en un colegio católico tuvo inesperadas consecuencias. Lo único que le atrajo de todo lo que le enseñaron los Jesuitas fueron los rituales propios del catolicismo. Una fascinación que, filtrada a través de los años por múltiples referencias, la llevó a interesarse por la espiritualidad radical de personajes en las antípodas de la Iglesia de Roma como el británico Aleister Crowley, creador de la filosofía religiosa Thelema y conocido por sus escritos sobre magia, o como Madame Blavatsky, también ocultista y cofundadora de la Sociedad Teosófica de Nueva York.

La lectura de los textos de estos autores, en especial de la revista Lucifer, editada por Blavatsky, hizo entrar en contacto a Fumai con muchas de las ideas que darían forma posteriormente a su trabajo artístico. No obstante, la creadora necesitó unos años para ir definiendo su universo, y a principios de los 2000 su actividad artística estaba más bien centrada en la música. Fumai fue durante años una destacada DJ de la escena techno underground italiana antes de implicarse en el mundo del arte, lo que fue ocurriendo de forma gradual.

Poco a poco, sus sesiones fueron pasando de los clubs a los museos, a medida que fue colaborando con artistas y sus sesiones comenzaron a tener una intención más allá que simplemente bailar. Son años de formación en los que devora los escritos de las feministas radicales estadounidenses de los años 70.

Su primera acción artística, también recogida en la exposición, consistió en una conferencia en la Fundación Sandretto Re Rebaudengo de Turín en 2010, en la que, de una forma seria y solemne, presentaba la carrera de Nico Fumai, un supuesto cantante olvidado de italodisco de los años 80, pionero del movimiento New Romantic Dance, con una discografía tan importante como la de Giorgio Moroder o Claudio Simonetti, quizá los más grandes del género. Incluso los expertos cayeron en la trampa sin darse cuenta de que Nico Fumai era un personaje ficticio, inventado a partir de la carrera musical frustrada del padre de la artista. Un juego de espejos que intentaba señalar la compleja relación de los artistas con su público en la era de la postproducción, y que se adelantó unos años a las reflexiones artísticas sobre las fake news.

La artista, durante una de sus acciones en torno al personaje ficticio Nico Fumai.

La artista, durante una de sus acciones en torno al personaje ficticio Nico Fumai. / La Casa Encendida

Poco después, Fumai fue un poco más allá en el uso de la ficción para expresarse. Su acción artística se concretó en un tipo de performance consistente en adoptar diferentes identidades, casi siempre de mujeres, para poner de relieve narrativas deliberadamente olvidadas o descartadas por la historia patriarcal. Influida por el concepto de posesión espiritual, heredado directamente del ocultismo y de las representaciones pseudocientíficas circenses del siglo XIX, comenzó a encarnar a mujeres que dejaron huella en la historia debido a su fuerza, su ira y su valentía, aunque luego fueron olvidadas y excluidas, como la médium analfabeta italiana Eusapia Palladino, la teósofa Madame Blavatsky, la escritora feminista Carla Lonzi, la mujer barbuda Annie Jones o la terrorista alemana Ulrike Meinhof.

Apropiándose de esta particular forma de las identidades de estas mujeres, Fumai las resucitaba y sacaba a la luz sus historias, revisitando el pasado desde una perspectiva contemporánea, rindiéndoles homenaje y provocando un ejercicio de reflexión por parte del espectador.

Una de sus performances sobre la médium Eusapia Palladino.

Una de sus performances sobre la médium Eusapia Palladino. / La Casa Encendida

Cuando le preguntaban por qué elegía a esas mujeres y no a otras, la artista explicaba que: “Yo no las elijo, vienen ellas a mí. Por sí solas. A través de un proceso de intuición que soy incapaz de dirigir”, buscando colocarse como una mera vía de transmisión entre el público y aquellas mujeres. De hecho, Fumai siempre definió su trabajo como a medio camino “entre médium y disc jockey”.

Confrontar con el arte

La fama internacional le llegó tras su aparición en la exposición documenta (13), que se celebró en 2012 en Kassel, Alemania. Allí presentó una serie de performances entre las que destacó Chiara Fumai reads Valerie Solanas. En ella la artista leía el Manifiesto SCUM de Solanas, la feminista radical que disparó a Andy Warhol en 1968, imitando con ironía el primer discurso que lanzó la carrera política de Silvio Berlusconi en 1994, símbolo para ella de la decadencia política de su país, y con la frase “A male artist is a contradiction in terms” ("Un artista masculino es una contradicción en sí mismo"), a su espalda.

Además de esta obra, en la muestra de La Casa Encendida se puede ver una gran parte de su producción artística, incluyendo The Moral Exhibition House, una instalación en forma de casa en la que se reflexiona sobre la insurrección feminista en forma de freak show.

Los visitantes también encontrarán I Did Not Say or Mean “Warning”, una obra en la que la artista representaba a una guía de la colección de arte histórico del Museo Querini Stampalia de Venecia que comentaba las obras en las que aparecían mujeres. Fumai explicaba las historias de las retratadas anónimas, intercalando en su discurso palabras en lengua de signos, extraídas de los mensajes amenazantes que un grupo de terroristas dejaron en el contestador automático de una asociación de feministas radicales en Italia.

Finalmente, habría que destacar también The Book of Evil Spirits, donde la creadora rememoró su pasión infantil por la ouija, que le servía en este caso para comunicarse con mujeres olvidadas del pasado.

Poemas que nunca mostraré pretende acercar a un público más amplio el legado de una mujer que, a lo largo de su corta carrera, nunca aceptó ser victimizada, reducida o acallada como mujer artista. En respuesta a eso, adoptó el vocabulario de la ofensa, de la revuelta, del vandalismo y de la violencia para producir situaciones y obras incómodas de cara a exponer sus ideas feministas con mayor impacto. Su forma de hacerlo, bautizada como true fiction, y su método de “remezcla” de ideas (que remite a sus orígenes como DJ), sin duda marcaron el camino para el desarrollo de la performance y de la estética feminista del futuro.