PREMIO LITERARIO

Carmen Mola, la misteriosa escritora que ha resultado ser tres hombres, se hace con el Planeta del millón de euros

El galardón con más sorpresas y más distensión política de los últimos años ha celebrado el buen estado del libro y de la pandemia. Las ganadoras son dos novelas de época, una en clave criminal y la otra romántica.

Ganadores del premio planeta

Ganadores del premio planeta / JOSEP LAGO

Jacobo de Arce

Eran las 23:44 cuando la escritora Carmen Posadas, portavoz del jurado, anunció el Premio Planeta 2021. Sobre el escenario, los Reyes de España, y sentados a poca distancia, el Ministro de Cultura y la de Educación, la Consellera de Cultura de la Generalitat y la alcaldesa de Barcelona en una estampa que venía a simbolizar, después de años de garrotazos, un estado de las cosas en el que está por ver si es posible el entendimiento, pero en el que al menos se puede celebrar algo juntos.

El nombre ganador llevaba horas dando vueltas entre los cenáculos literarios y periodísticos, pero cuando Posadas lo anunció, la incógnita no quedaba completamente despejada. Porque Carmen Mola, el nombre en cuestión, era hasta ayer una popular escritora de novela negra que publicaba con pseudónimo y cuya identidad se desconocía. Por eso fue toda una sorpresa ver cómo no una mujer, sino tres hombres, subían al escenario para recoger el galardón y poner fin cara, o caras, al que ha sido uno de los grandes secretos de la literatura española reciente.

Detrás de Carmen Mola están en realidad los escritores y guionistas Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. El jurado les ha concedido el premio por La Bestia, una novela ambientada en el Madrid de 1834. Un tiempo que, según Mercero, "es muy lejano, pero no tanto. Porque en aquella época había una epidemia de cólera y restricciones muy similares a las que hemos vivido. También había una guerra Carlista. Y, en nuestra novela, unos crímenes macabros". Los tres se repartirán un premio de récord, porque este año los ganadores del Planeta ingresarán un millón de euros en lugar de los 601.000 que se llevaba el vencedor hasta ahora. Un salto impresionante que no es capaz de igualar ni la subida de la luz, y que lo convierte en uno de los galardones literarios más generosos del mundo, por encima del propio Nobel.

La finalista en esta edición ha sido Paloma Sánchez-Garnica con Últimos días en Berlín. Una novela "de amor y amistad" y "contra los totalitarismos" que transcurre en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial y que muestra, según la autora, "cómo influye la historia en los individuos". Sánchez-Garnica también se hará con un premio mayor que el de sus antecesores, porque su cuantía ahora es de 200.000 euros en lugar de los 150.000 anteriores.

MUCHO QUE CELEBRAR

fiesta sobria y sin alharacas

Porque se llegaba a una de las grandes citas culturales del año en muy buenas condiciones. La pandemia está razonablemente controlada, lo que ha permitido tener una ceremonia con muchas más libertades que el año pasado, cuando no hubo la cena de gala habitual y apenas se celebró una rueda de prensa en la que todo eran distancias y precauciones. Además, se produce después de un curso boyante en el que, precisamente por esa pandemia que ha llevado a tanta gente a refugiarse en el libro y a leer por encima de sus posibilidades, el sector ha recibido un empujón espectacular. Un impulso que ha permitido al Grupo Planeta, el mayor grupo editorial en español, ampliar el valor de su premio estrella hasta ese ya famoso millón de euros que resulta una perfecta marca publicitaria, aunque algunos adviertan de que esa cantidad es en realidad un adelanto sobre los derechos de autor que se ingresarán con las ventas. En cualquier caso, un millón es un millón.

El clima político tampoco tenía nada que ver con el de las ediciones anteriores. Los invitados todavía recordaban cuando, en la última edición “normal” del premio en 2019, desde el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), imponente sede de la entrega desde hace justo esos dos años, se divisaban los fuegos y se percibía el olor de los contenedores quemados a pocas calles de distancia. Aquellos eran los días más duros del procés, cuando las instituciones españolas y catalanas apenas se hablaban y mucho menos se daban la mano en un evento de este tipo.

Esta vez ha sido diferente. La presencia de los Reyes -Casa Real es puntual a su cita con el premio cada vez que cumple un aniversario redondo- ha devuelto al Planeta el nivel institucional de sus mejores años. Y la de la Consellera de Cultura Natàlia Garriga junto a nada menos que dos ministros del PSOE, el de Cultura, Miquel Iceta, y la titular de Educación, Pilar Alegría, venían a demostrar que un nuevo clima rige en las relaciones entre Madrid y Barcelona. Una tensión que tiende a la baja gracias al proceso de diálogo en el que se han embarcado Pedro Sánchez y Pere Aragonés. Este último, eso sí, excusó su presencia en la ceremonia por motivos de agenda.

Llegaba además el premio este año a su 70 edición, y no podía faltar la nostalgia. Un vídeo en el que se recogían declaraciones de autores premiados, pasados y presentes, provocaba aplausos de los presentes cuando en pantalla aparecían rostros añorados como los de Ana María Matute -"ganar el planeta era un bombazo, y cuando lo ganaba una mujer, aún más", decía la escritora en el vídeo-, Terenci Moix -"el Planeta inauguró otra vida para mí"- o Manuel Vázquez Montalbán -"el Planeta ha tenido la eficacia de estimular un público lector", apuntaba el desaparecido autor catalán-.

Hasta tal punto parecía todo propicio para celebrar que José Crehueras, presidente del Grupo Planeta, se reservó un rato, justo antes de la entrega de premios, para bromear sobre una antigua anécdota con Juan Eslava Galán y para pedir a público y jurado un aplauso en pie a los Reyes "por contribuir a hacer el mundo mejor". En el escenario aplaudían todos salvo la veterana escritora y miembro del jurado Rosa Regás, que lucía un pin con la bandera republicana. Crehueras tuvo también palabras de recuerdo para el fundador de la editorial original y del premio, José Manuel Lara Hernández. "Gran jefe, el proyecto sigue creciendo", dijo un sentido Crehueras.

TRILOGÍA SANGRIENTA

Lo que sabíamos hasta ahora de Carmen Mola era que se trataba del pseudónimo de una autora madrileña, profesora de instituto, a la que nadie ponía rostro y que había publicado la exitosa trilogía criminal La novia gitana. Una serie de novelas poco aptas para estómagos débiles y protagonizadas por la inspectora Elena Blanco, una agente que dirige la unidad de la policía de Madrid dedicada a investigar los crímenes más abyectos. Éxito de ventas y traducida a varios idiomas, muchos la han comparado con celebrados autores de novela negra como Fred Vargas, Pierre Lemaitre o Luca D’Andrea. Hasta ayer, Mola era una Elena Ferrante a la española y en clave muy sangrienta.

Ahora sabemos que Carmen Mola son en realidad tres guionistas y escritores. Jorge Díaz ha trabajado en series como Hospital Central y es autor de novelas como Cartas a palacio. Antonio Mercero cosechó un importante éxito con el thriller novelesco Pleamar y es guionista desde que participó en Farmacia de guardia, la serie creada por su padre. Agustín Martínez es autor de la novela Monte Perdido y ha sido guionista en series como Sin tetas no hay paraíso. Los derechos de televisión de su trilogía criminal La novia gitana ya han sido adquiridos por Atresmedia, también propiedad del Grupo Planeta. Con esta nueva novela a seis manos, que cuenta la historia de una niña huérfana que busca a su hermana secuestrada por un asesino de niñas, los tres vuelven a reincidir en las tramas criminales, aunque esta vez de época.

Se da la circunstancia de que, con la concesión de este premio, Planeta vuelve a arrebatar a un autor de éxito a quien es su mayor rival, el grupo Penguin Random House, porque las novelas de Carmen Mola se publicaban hasta el momento en el sello Alfaguara. Lo mismo que sucedió hace dos años, cuando Javier Cercas y Manuel Vilas, también autores de editoriales de Random, fueron respectivamente ganador y finalista.

Paloma Sánchez-Garnica es una escritora de moldes más tradicionales y se mueve en un género diferente, el del drama romántico, con novelas que ha situado en diferentes momentos históricos. Una de las más célebres es La sonata del silencio, una historia de sueños y pasiones ambientada en el Madrid de posguerra que RTVE convirtió en un serie en 2016.

La de ayer fue una noche de sorpresas, con la guinda de un premio en metálico que viene a señalar dos cosas: que al Grupo Planeta le va muy bien y que la literatura, en 2021, ha demostrado ser un gran negocio, aunque nunca está de más que venga conectada a las series. Ahora está por ver si esa tendencia se mantiene o si los españoles, con la ya casi completa reapertura de la vida social, deciden volver a sus hábitos más ancestrales.

TODO VA MUY BIEN

El clima exultante que vive el mundo del libro era notorio en la espectacular Sala Oval del MNAC, reconvertida en salón de banquetes para la ocasión. Las cifras las había dado el presidente del Grupo Planeta y de la corporación Atresmedia el día anterior, durante la tradicional rueda de prensa de la víspera. José Crehueras habló allí de datos del sector del libro, que en el primer semestre de este año ha crecido un 15% respecto a los de 2019, el último año que es referencia. Si se comparara con los del año pasado, cuando estuvo parado unos meses antes de volver a arrancar con fuerza, la diferencia sería del 30%.

Esos datos son todavía “un poco mejores” en el caso del Grupo Planeta, según confirmaron fuentes de la compañía que no quieren facilitar las cifras concretas. Han crecido las ventas de libros, han subido los índices de lectura y se ha confirmado que tanto el libro de papel como las librerías físicas aguantan perfectamente los embates de la omnipresente digitalización. De cada cien títulos que se venden, 70 son de papel y se venden en librerías, 24 son también ejemplares físicos que se venden a través de tiendas online como Amazon o <u>todostuslibros.com</u> y 6 son libros electrónicos. Una cifra que tiene trampa, porque como comentan desde el grupo editorial “cuando le preguntamos a la gente en qué soporte lee, un 20% dice que lo hace en digital”, lo que supone un escalón que es el que ocupa la piratería. “Así como en otros sectores de la industria cultural como el cine o la música la piratería se ha frenado de manera importante, en el sector del libro todavía sigue siendo un problema", confirman esas fuentes, en lo que parece el único punto oscuro de un horizonte, el del libro, por ahora bastante luminoso. 

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