CANARIAS

El sector turístico agoniza en La Palma y los visitantes admiten "desinformación"

El cabildo hizo un llamamiento para visitar la isla a comienzos de octubre

Los viajeros que recalan estos días advierten de las "contradicciones" a la hora de desplazarse como forma de apoyo

Un grupo de curiosos sacan fotos de la erupción del volcán.

Un grupo de curiosos sacan fotos de la erupción del volcán. / EFE

Nora Navarro

Los primeros aviones con destino a La Palma completaron su trayecto con normalidad el lunes a la sombra del volcán pero, a medida que avanzaba la mañana, las esperas se estiraban más de una hora en los relojes hasta ratificar que el aire en la vertiente este de la isla permanecía limpio de azufre y de cenizas.

"Que lleguen bien y sin desgracias, por Dios y por la virgen santísima y los santos todos", clamó la abuela Angustias desde su casa en Los Llanos de Aridane (La Palma), que la pasada semana retomó su conexión con el exterior casi dos meses después de aquel incendio urbano.

Por el momento, el grueso de los aterrizajes en la isla bonita se corresponde con profesionales, familiares y amigos de poblaciones afectadas, aunque el pronóstico -o la esperanza- es que el turismo redirija sus pasos hacia la isla para arropar el que se perfila como el más duro de sus inviernos y que coincide con la temporada alta tras una primera recesión provocada por la pandemia.

Pero la amenaza del tercer cierre del aeropuerto de La Palma desde el comienzo de la erupción, debido al nuevo cambio en la dirección del viento y a una reacumulación de cenizas en el espacio aéreo, asesta un nuevo golpe en la canilla del sector turístico.

Así lo ilustra una terminal de llegadas casi vacía y una larga fila de taxis a la salida del recinto con las ventanillas a media asta. "No va a venir nadie", sentencia Carmelo, taxista de toda la vida. "Mi opinión personal es que nadie quiere viajar para respirar azufre y sufrimiento, y menos sabiendo que puede quedarse encerrado en la isla con este ruido y pena", teme. "Y eso será la ruina para La Palma".

Carmelo es de Breña Alta, que hoy se erige al otro lado del infierno. "Pero yo soy afectado", sostiene. "Porque el volcán nos afecta a todos. No tiene que pasarte la lava por encima, porque los afectados somos todos los palmeros, y diría que, incluso, todos los canarios". 

A la pregunta sobre si considera oportuno visitar la isla de La Palma y reavivar su sector turístico, segundo pilar económico que permanece en coma, Carmelo abre los ojos. "¡Eso sería idílico!", exclama. "Eso sería el principio de la salvación de La Palma, aunque yo no lo espero, porque los palmeros ya nos vamos poniendo en lo peor, pero ojalá vinieran como ejércitos".

A mediodía, la pareja formada por Lina Torres y Paco Pérez, procedente de Gran Canaria, franquea la puerta con sus maletas. Ambos aterrizan en la isla para "acompañar a un cliente que ha sido afectado por el volcán" y "hacer gasto como forma de apoyo".

Al igual que Pedro Barragán y Sara Marcos, que recalan desde Sevilla, admiten unas "contradicciones" iniciales con respecto a este viaje, entre la voluntad de auxilio, el miedo atávico y la curiosidad infinita. También describen un temor a que la búsqueda del rojo abrasivo se rompa en sus ojos cuando desvele el rostro de la realidad terrible que sufre La Palma. Pero quizás esto último reafirme su decisión de venir.

Nadie quiere viajar para respirar azufre y sufrimiento

— Carmelo, taxista

"También debo decir que la información que recibimos es contradictoria o que, incluso, desinforma", apunta Paco. "Por ejemplo, por un lado, el Cabildo de La Palma anima a los turistas a que vengamos pero luego leemos que no hay cama para tanta gente". "Ante esa confusión, hemos optado por el camino del medio y reservamos en un hotel bastante caro, pero lo consideramos nuestra aportación personal", añade.

"Pero creo que deberían aclarar eso, porque vinimos sin saber muy bien si era buen momento o no". Lo cierto es que, hace una semana, el consejero de Turismo y Deportes del Cabildo de La Palma, Raúl Camacho, lanzó una invitación mundial a viajar a la isla, ya que "una forma de ayudar a La Palma es viajar y consumir en ella".

Por su parte, Alejandro Hernández, perito del Consorcio de Compensación de Seguros, recoge las llaves de su coche de alquiler en uno de los mostradores. "Siempre es buen momento para venir a La Palma. Y ahora, mucho más, porque hace falta. Yo vengo por trabajo, pero soy palmero. Y mientras las conexiones sigan funcionando, la isla es más que habitable y recomendable", declara, bajo la convicción de que la elección de La Palma no solo brinda la oportunidad de (re)descubrirla sino que además, en el centro del miedo, las cancelaciones de reservas y todos los servicios a medio gas, constituye un ejercicio generoso. "El turista debe ser el motor", afirma.