BALEARES
Madrid no se fía del grupo parlamentario Vox en Baleares: "Querían asaltar el casino"
Ambos bandos buscan una salida satisfactoria, pero la relación está rota desde hace meses
Guillem Porcel
Madrid no se fía del grupo parlamentario de Vox en Baleares ni el grupo parlamentario se fía de Madrid. Ambos bandos se miran de reojo desde hace tiempo y las relaciones están quebradas desde hace meses. El ascenso meteórico y posterior descabalgamiento de Gabriel Le Senne es solo un ejemplo más de la pugna interna del partido, que explotó la semana pasada por orden de Idoia Ribas.
La dirección nacional sabe que, más allá de su discurso público, el duro enfrentamiento es una obviedad a ojos de todo el mundo. "Aunque haya un acuerdo satisfactorio para ambas partes, aquí [en Madrid] ya nadie se fía de ellos", confiesan fuentes estatales en una extensa conversación en la que, pese al hermetismo, la posición de la cúpula es nítida. Recuerdan que la rebelión se hizo patente cuando el grupo parlamentario se dividió en la primera votación del techo de gasto, cuando Le Senne y Patricia de las Heras exhibieron públicamente la división entre bandos al defender la obligatoriedad de seguir a rajatabla las directrices de Madrid frente al amotinamiento de los independentistas de Vox. «La sección autonómica de la ultraderecha ha emulado en la última semana a sus antagonistas catalanes y ha promulgado una declaración unilateral de independencia (DUI) ante la dirección nacional, después de meses en los que Madrid ha ido perdiendo poco a poco el control de varias comunidades», explicaba este diario en aquel octubre convulso.
Debilidad interna
Las mismas fuentes, que reconocen las fragilidades del partido para controlar a las distintas regiones, relatan que lo ocurrido no es una novedad para la dirección nacional: "Querían asaltar el casino y no les ha salido tan bien como esperaban". Abascal y su gente, que manejan el partido con verticalidad castrense, han ofrecido en los últimos meses una imagen pública de clara debilidad interna.
En el caso del archipiélago, a pesar de que los diputados rebeldes insisten en que quieren seguir en Vox, Madrid es consciente de que su influencia en el grupo parlamentario es mínima, sobre todo porque los díscolos han conseguido poner en apuros a sus superiores con apenas unos ultimátums. El ejemplo más claro fue la consecución de los 20 millones para el plan lingüístico que se aplicará a partir de septiembre, una medida que Madrid quiso aminorar en un principio en pos de mejorar la relación con el PP. El todo o nada de Idoia Ribas y Sergio Rodríguez, y su consecuente e importante victoria, dejó en evidencia las costuras del partido.
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