EMPRESAS

Soling, una plantilla prisionera de una empresa fantasma

La plantilla de la auxiliar de electricidad del naval, sin cobrar desde diciembre y de permiso por vacaciones, urge la resolución de sus contratos

Benito, Alberto, Xulio, Constante, Hermindo, Diego y Gustavo, ayer en Vigo.

Benito, Alberto, Xulio, Constante, Hermindo, Diego y Gustavo, ayer en Vigo. / ALBA VILLAR

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Por sus manos han pasado los sistemas de electricidad de algunos de los buques más sofisticados construidos en España. Como el Lay Vessel North Ocean 105, ensamblado en Metalships; el sísmico Polar Duchess, de la desaparecida Factorías Vulcano; o el oceanográfico Bélgica, de Freire Shipyard. Pero toda la luz que han dado con su trabajo no sirve de apaño ahora para remendar el colapso súbito de su empresa, Soling Instalaciones. Están convencidos de que no hay solución, de que el supuesto comprador de esta auxiliar viguesa del naval ha venido para liquidarla, en connivencia con los que la adquirieron en el año 2017. “Llevan diez años cargándose empresas”, dice Hermindo, uno de los más veteranos, en referencia a Luis Mingo Reiz (padre) y Luis Mingo Martín (hijo).

En el Registro Mercantil constan todavía como propietarios de Soling y, aunque acudieron “en persona” a distintos astilleros para cobrar trabajos por adelantado entre los días 29 y 31 de enero –así lo han confirmado a FARO fuentes directas de estos clientes–, aseguran haberla vendido el día 8 del mes pasado. Setenta trabajadores directos se quedan a oscuras ahora. “Y son 70 familias”, apostilla Benito, otro de los empleados. “Hay prejubilados, gente mayor de 50 años... ¿Quién los va a contratar ahora, a dónde van a ir?”. Están en un limbo, formalmente en permiso retribuido por vacaciones –aunque no cobraron ni la nómina de enero– y sin poder acudir a las oficinas de empleo o postularse para trabajar en otro sitio. “Vai morrer, que morra canto antes”, zanja Xulio Fernández, responsable de Industria de la CIG en Vigo.

La compañía tenía carga de trabajo y personal desplazado en País Vasco y Asturias: un arrastrero de última generación para Royal Greenland en el que trabaja a día de hoy Murueta, un buque para Salvamento Marítimo de Zamakona, ocho catamaranes en Gondán y el oceanográfico islandés Þórunn Þórðardóttir adjudicado a Armón Vigo. “Hemos llegado a autofinanciar cuatro barcos en un mismo año, que es una barbaridad”, recuerda Diego. En los últimos meses, desde verano, empezaron a llegar los impagos a proveedoras de material. Una de ellas, también de Vigo, tiene un roto con Soling de 144.000 euros, como explicó su director a este periódico. “El viernes de la semana pasada –prosigue el mismo trabajador– sabemos que en las cuentas de la empresa había dinero para pagar nuestras nóminas, estaba para eso. Pero se lo llevaron, desapareció como desaparecieron ellos”. Los Mingo. El supuesto nuevo dueño, Yakov Villasmil, se presentó en las instalaciones, mandó cambiar las claves de ordenadores, la alarma y colocar palés y un contenedor para trincar la puerta de la nave. “Tendría miedo a que nos presentáramos allí”.

La operación

Los empleados han hecho sus propias pesquisas acerca de Villasmil, pero poco han podido rascar. Coinciden con los empresarios afectados en que se trata de una “estafa” orquestada entre este venezolano –se presenta a sí mismo como experto en el mercado inmobiliario en el Estado de Florida y propietario de un negocio de telefonía– y la familia Mingo. “Estuvieron sacando todo el dinero que pudieron antes de irse y hasta intentaron vender la carga de trabajo que teníamos. Aquí entraron unos ladrones”, relata Hermindo. Para Constante, que entró en la compañía en 1981 –entonces era una división de Isolux–, el supuesto nuevo propietario es un “mafioso” y se ha comportado como tal. Un “hombre de paja”. No han tenido ninguna noticia de su parte, más allá de haberles sido notificado desde la oficina que están de vacaciones. Un letargo forzado hasta el día 26. Sin noticias de su dinero, de sus encargos, de su futuro. Por no saber, desconocen cómo se llama la sociedad –Yakov Villasmil no tiene ninguna empresa a su nombre– que dice haber comprado Soling Instalaciones. Tampoco está atendiendo a las llamadas de los astilleros. “Nos emplazan a hablar con su abogado”. La compañía ha quedado vacía de fondos, plantilla y actividad de un plumazo. Con facturas sin pagar en Bilbao, Figueras, Gijón, Vigo, Domaio, Muskiz...

Hasta el año 2017, Soling estaba integrada dentro de Isolux Corsán. Pero su historia viene de muy atrás, en los años 50, con el arranque de Isolux Naval e Isolux Wat. Los Mingo pagaron unos 400.000 euros por quedarse con la empresa –Hermindo ríe al recordar la cifra: “Regalada”–, que pasó a llamarse Soil Instalaciones. En teoría, Grupo Soil era entonces un emporio con ramificaciones incluso en Colombia y había asumido la propiedad de la enorme Elaborados Metálicos (Emesa), con sede en Coirós. “Hay contratos en Arabia, Holanda, Bélgica, con empresas españolas y extranjeras”, aseguraba Mingo Martín, director general de Grupo Soil, sobre este proyecto. No duró, porque Emesa fue a liquidación. En el momento en que la metalúrgica empezaba a dar serios problemas, en 2019, la auxiliar del naval pasó a llamarse Soling Instalaciones, para no verse salpicada a efectos de imagen.

Rechazo de 2 millones

Cuentan estos trabajadores que los Mingo rechazaron una oferta de 2 millones de euros por la sociedad, que rechazaron. Pero, teniendo en cuenta que pagaron en torno a esos 400.000 euros por ella, advierten que las plusvalías han sido copiosas, sin tener en cuenta el dinero que presuntamente cobraron en las últimas semanas de forma ilegal y el “alzamiento de bienes” que, según los empleados y acreedores, han ejecutado a su paso por Soling. “Lo que no podemos entender –censura Gustavo– es que se pueda hacer algo así, y que lleven haciéndolo tanto tiempo de nuevo, en referencia a Mingo Reiz y Mingo Martín]. Tienen que cambiar las leyes, hacer algo. Y lo decimos por los que vienen detrás, de cara al futuro, porque nosotros ya estamos muertos”. “Somos un tipo de empresa fácil de esquilmar –culmina Diego–, porque recibimos pagos importantes antes de empezar una obra, por cuestiones de ingeniería. Aquí ha pasado eso, a Soling la han descapitalizado”.

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De todas las compañías que conformaban el aparente Grupo Soil hoy ya no queda nada. Las mercantiles Soil Tratamiento de Aguas Industriales, Soil Recovery o la mencionada Emesa fueron a concurso a finales de 2019 o en los primeros meses de 2020. La página web que agrupaba todas las actividades de este holding con sede en Madrid continúa activa, aunque su dominio pertenece ahora a una entidad con sede en la ciudad china de Changhua.

"Llevan años haciendo esto, en Emesa pasó lo mismo"

Es fácil que corra la voz entre trabajadores. Y es lógico que los trabajadores buceen para buscar explicaciones o precedentes en el comportamiento de unos empresarios que desaparecen sin dejar rastro. Los todavía trabajadores de Soling saben bien de la trayectoria anterior empresarial de la familia Mingo. Diego enseña en su móvil una simulación de un billete de 500 con la cara de Luis Mingo Reiz (padre, expresidente de Sogama), elaborada como protesta por los trabajadores afectados por el cierre de Emesa en el año 2020.