EMPRESAS

Manzanas y brócoli para ahorrar 2.000 millones al sector alimentario

Los centros tecnológicos de la conserva y el plástico de Murcia desarrollan un material hecho con residuos vegetales que puede evitar el nuevo tributo a la industria

Alejandro Arribas, del Centro Tecnológico del Plástico, y Presentación García, del Centro Tecnológico de la Conserva.

Alejandro Arribas, del Centro Tecnológico del Plástico, y Presentación García, del Centro Tecnológico de la Conserva. / 'activos'

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La posibilidad de disponer de un plástico biodegradable que permita fabricar envases para los alimentos con un material obtenido de los residuos de la industria alimentaria está más cerca. En la Región de Murcia, el Centro Tecnológico de la Conserva y la Alimentación y el Centro Tecnológico del Plástico están trabajando en el desarrollo de una película elaborada con subproductos alimentarios que, además de tener un origen orgánico, puede aportar sustancias que actúan como antimicrobianos y antioxidantes, capaces de alargar la vida de los alimentos perecederos.

La sustitución de los actuales envases de un solo uso gravados con un impuesto de 0,45 céntimos de euro por cada kilo de plástico no reutilizable, que entró en vigor a principios de 2023, permitiría a la industria conseguir un ahorro de 2.000 millones de euros, según los cálculos de la patronal agroalimentaria de la Región de Murcia, Agrupal. Solo en esta comunidad se calcula que la recaudación por el nuevo tributo contemplado en la ley de residuos alcanzaría los 100 millones en la industria.

Por su parte, las empresas de distribución estimaban que el impacto del nuevo tributo en las cadenas de tiendas españolas podía rondar los 700 millones de euros, según las previsiones de la Asociación de Supermercados de la Región de Murcia (Asumur).

Al contenedor marrón

Los técnicos del Centro Tecnológico Nacional de la Conserva ya han probado en la planta piloto de Molina de Segura, donde tiene su sede, los plásticos biodegradables activos obtenidos a partir de residuos vegetales. Los ensayos se realizan en los laboratorios que son utilizados por las grandes empresas de la industria alimentaria para desarrollar y experimentar nuevos productos.

Según explica Alejandro Arribas, responsable de Proyectos del Centro Tecnológico del Plástico, que tiene su sede en Yecla, al estar elaborado el material alternativo con fibras y extractos de origen vegetal, los envases obtenidos podrán tirarse directamente al contenedor marrón, destinado exclusivamente a los restos de comida.

Cuando estos envoltorios empiecen a comercializarse podrán sustituir a los actuales plásticos fabricados con productos no biodegradables, que deben ser reciclados para evitar la contaminación que generan y que obligan a la industria a pagar 0,45 céntimos por cada kilo de material. "Hemos utilizado como sustrato subproductos industriales para hacer una revalorización de residuos agroalimentarios consiguiendo envases con propiedades antioxidantes y antimicrobianas", precisa la responsable de Tecnología del Centro Tecnológico de la Conserva, Presentación García.

Para la elaboración del nuevo material destinado a la producción de envases capaces de ayudar a la conservación de la comida se han realizado pruebas con fibra de alcachofa, manzana y brócoli. También se han estudiado los extractos de la corteza del limón. Arribas cuenta que las fibras obtenidas de estas frutas y hortalizas contribuyen a dotar al material plástico "de resistencia y capacidad aislante", dado que su textura ayuda a conseguir el efecto "barrera" que debe ofrecer cualquier envase.

Estas sustancias son las que dotan al plástico de origen orgánico de las propiedades antioxidantes y antimicrobianas capaces de mejorar las posibilidades de conservación y de alargar los plazos de caducidad. Los investigadores señalan que los experimentos desarrollados hasta ahora "han demostrado que estos subproductos alimentarios son una excelente fuente de sustancias bioactivas, por lo que pueden ser usados como alternativas naturales a los aditivos sintéticos en la producción de alimentos, cosméticos y envases plásticos activos".

Menos desperdicios 

El objetivo inmediato es conseguir un material que permita fabricar bolsas en las que se puedan envasar al vacío los alimentos y ayudar a mantenerlos en buen estado. Estos procesos permitirían reducir el ingente volumen de plástico elaborado a partir de hidrocarburos fósiles que se utiliza en estos momentos en la industria alimentaria y en el envasado de los productos frescos expuestos en las estanterías de los supermercados.  

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García añade que también se están investigando "nuevos procesos industriales para obtener otros compuestos naturales y la purificación de estos para aplicaciones en el envase activo y en el desarrollo de bioplásticos contribuyendo a la reducción del desperdicio de alimentos". La posibilidad de dar una segunda vida a los residuos alimentarios constituye, a su juicio, "una solución innovadora que contribuirá en gran medida a superar uno de los retos que tiene el sector agroalimentario".

Recuerda que en Europa se generan grandes cantidades de residuos "durante los procesos de transformación en las industrias agroalimentarias. Esta merma de alimentos, además de suponer una pérdida de competitividad para sector agroalimentario, se considera un problema importante en todo el mundo debido a los impactos ambientales perjudiciales que genera".