EMPRESAS

La difícil situación de las pymes españolas: sobrevivir o quebrar

La presión fiscal, el aumento de las cotizaciones sociales y el encarecimiento de las materias primas han disparado en un 19,3% los gastos totales en los últimos dos años

Tres jóvenes trabajan en su proyecto de empresa en el espacio para ’startups’ que Enel ha abierto recientemente en Barcelona.

Tres jóvenes trabajan en su proyecto de empresa en el espacio para ’startups’ que Enel ha abierto recientemente en Barcelona. / LAURA GUERRERO

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Cuando mira las facturas, Isabel solo ve cifras cada vez mayores de agua, luz, materiales y de todo aquello que necesita para sacar a flote su pequeña peluquería en Asturias. "A veces no sabes cómo lo hace la gente", lamenta. Su vara de medir es la compra mensual de productos por internet: antes prefería concentrar el pedido en una sola tienda, ahora es mejor diversificar para ahorrar costes. A su alrededor la situación no mejora. "La mayoría de los pequeños comerciantes quieren cerrar porque no pueden pagar los recibos, ni siquiera al proveedor", asegura.

La historia de Isabel se repite de norte a sur, sin apenas distinción entre sectores. Desde hace cinco años, el aumento de costes generalizados pone contra las cuerdas a las pymes y las micropymes (con menos de 10 trabajadores en plantilla), las compañías que conforman el 97% del tejido empresarial español. En total, los costes acumulan una subida media del 19,3% en los últimos dos años. En la lista de gastos que deben efectuar cada mes, las pymes deben enfrentarse al precio de la energía, disparado desde hace dos años por la invasión rusa en Ucrania; a los costes laborales, con el SMI por bandera; a la presión fiscal y a la burocracia que enreda el día a día a pequeñas compañías. ¿Puede sobrevivir una pyme actualmente en España?

Menos capacidad de negociar

"Las pymes están teniendo que soportar más que las grandes empresas la situación económica, la crisis energética y, posteriormente, la desaceleración de la economía que se ha ido produciendo", desarrolla Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros). Los datos son claros. Según las últimas cifras de la Central de Balances del Banco de España, el resultado neto de las pymes representa en estos momentos el 12% del valor añadido bruto en 2022, mientras que en el caso de las grandes empresas este mismo valor asciende al 20%.

Su mayor afectación se debe a su menor capacidad para amortiguar los costes. "El menor tamaño les hace tener menos capacidad de negociación y de conseguir ventajas a través de la tecnología", esgrime Alejandro Escribá, investigador del IVIE y catedrático de la Universidad de Valencia. 

Producción por las nubes

A diferencia de las grandes empresas, que aguantan mejor el envite, el deterioro de la situación de las pymes se debe a una serie de costes de producción que han crecido aún más que en el caso de sus competidoras de gran tamaño. Por ejemplo, el periodo medio de cobro de la facturación de los clientes es de aproximadamente 55 días en el caso de las pequeñas empresas. Con la inflación y los cuellos de botella en las cadenas de suministro, se produjeron retrasos en la recepción de productos. El resultado fue un desfase entre el periodo de cobro y el de pago a los proveedores.

Esta es solo una de las dificultades que explican el aumento de costes operativos en un 24,2% en tan solo cinco años y de un 15,9% en 24 meses. La invasión rusa en Ucrania desembocó en unacrisis energética en Europa que disparó los precios de la energía el 24% en dos años. La subida del precio del petróleo también afectó al transporte internacional: acumula un incremento de su coste del 22,7%.

Para hacer frente a estos desembolsos imprevistos, muchas pymes, y especialmente las micropymes, acuden a la financiación. Sin embargo, con las progresivas subidas de los tipos de interés en la eurozona hasta el actual 4,5% se dificulta su acceso. "El acceso al crédito es más difícil por la debilidad de sus balances y carga anterior de deuda", valora Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas (CGE). La actividad inversora de las micropymes se ve condicionada por sus dificultades para obtener los recursos que necesitan en unas condiciones adecuadas. Según el Informe Mipyme 2023, elaborado por el Observatorio Iberoamericano de la Mipyme, "las cargas financieras que se derivan del coste de la financiación ajena de la empresa pueden mermar su competitividad" si se complica la creación de empleo, las posibilidades de crecimiento y la realización de proyectos de inversión rentables.

Si los márgenes se estrechan al límite, las empresas se ven abocadas a trasladar los costes al consumidor, aunque no es tarea sencilla para las pymes. "Las pymes han desplazado con más dificultad el incremento de los costes a sus precios de venta, de manera que han tenido que comprimir sus beneficios", resume Torres.

Presión fiscal desorbitada

Cada año, las pymes sufren una presión fiscal más pesada. En el último año ha crecido tres puntos porcentuales, hasta el 42,2% sobre el PIB, mientras que la media de la UE se sitúa en el 24,6%. "Es la mayor presión tributaria de la historia", califica Diego Barceló, responsable de estudios de Cepyme. El total se sitúa en los 43.000 millones de euros a precio de PIB en 2023. Si se divide entre los 17,5 millones de personas que trabajan en el sector privado, «son unos 2.450 euros más que paga cada persona de media este año».


España es la sexta economía con mayor porcentaje de carga fiscal sobre la empresa, según un estudio realizado por el IEE, solo superada por Lituania, Eslovaquia, Estonia, República Checa y Chipre. Países como Alemania (23,9%), el Reino Unido (19,1%), Italia (26,5%) y Francia (30,4%) soportan una menor presión fiscal.


"Nos encontramos ante un sumidero donde las pymes dan sus últimos pasos hacia la desaparición o cierre, a lo que estamos asistiendo de forma aterradora mes tras mes", señala Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas (CGE).


Dentro de los impuestos destaca el IRPF con un tipo marginal del 50,1%, el sexto más alto de Europa. Las pymes también deben abonar el Impuesto sobre Sociedades con un tipo del 25% o del 23% si la cifra de negocios no supera el millón de euros, el cuarto más alto del continente. Y desde este año, se une el impuesto sobre los envases de plástico no reutilizables que grava con 45 céntimos de euro el kilo de plástico no reutilizable.

Empleo más caro que nunca

A los factores internacionales se suman los de calado nacional, como los cambios en materia laboral. En los últimos cinco años, el salario mínimo interprofesional (SMI) ha subido un 46,8% hasta el actual 1.080 euros en 14 pagas. A cierre de esta edición, el Gobierno aspira a incrementar esta cuantía un 4% más en 2024, hasta los 1.123 euros, y fijar el SMI en el 60% del salario medio por decreto.

Son medidas que repercuten directamente en sectores con mano de obra más precaria, como el sector primario o la hostelería. El problema es que, aunque el SMI ha subido casi el 50%, el salario medio solo se ha incrementado en el mismo periodo temporal en un 15,2%. Por su parte, las cotizaciones sociales también han ido al alza y han complicado las cuentas anuales de las pymes. Las bases mínimas de cotización han subido un 50% y las máximas un 18,5%. 

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En total, de media, los costes laborales se han disparado un 9,1% desde 2018 para las pymes, algo más que para las grandes empresas. De alguna manera, los costes laborales de las grandes empresas se han podido amortiguar en parte recurriendo a más productividad. Y es que España sale perjudicada desde hace años en la comparativa de este valor con países del continente. En 2022, el PIB nominal por hora trabajada era un 76% del valor registrado en la eurozona.

También hay diferencia en la productividad de las pymes y de las grandes empresas. Según los datos facilitados por la OCDE, en España el valor añadido por trabajador en empresas de uno a nueve empleados asciende a 33.461 euros anuales, mientras que en las compañías con más de 250 empleados es de 67.550 euros al año.