Guerras

Un mundo convulso y volátil

El polvorín de Palestina e Israel ha aumentado la incertidumbre en los mercados financieros, ya tocados por la guerra de Ucrania. Los inversores buscan refugio en la deuda pública a corto plazo de las monedas estables en las que confían

4
Se lee en minutos
Refinería de petróleo en Irak

Refinería de petróleo en Irak / 'activos'

Tras la Segunda Guerra Mundial, vivimos la denominada pax americana que coexistió con la Guerra Fría. Estados Unidos se retiró de Corea y de Vietnam, China se alejó de Rusia y puso fin al comunismo, y cayó el Muro de Berlín. A partir de ese momento el mundo vivió un largo periodo de cooperación, desarrollo del comercio e integración económica. La Gran Recesión supuso el despertar del sueño, ya que buena parte del crecimiento mundial se había basado en un endeudamiento masivo que no era sostenible, y entramos en una nueva era. En 2016 Donald Trump hizo campaña representando a los perjudicados de la globalización en los estados industriales y, tras ganar las elecciones, comenzó una guerra comercial sin piedad contra China. 

Desde entonces hemos vuelto a un mundo bipolar, con dos grandes potencias como son EEUU y China, y el conflicto se va incrementando. La guerra de Ucrania es el primer acontecimiento bélico de la nueva era en la frontera de la UE. El ataque terrorista de Hamás sobre Israel ha abierto otro foco de tensión en uno de los puntos más calientes del planeta 50 años después de la guerra del Yom Kippur, que causó la primera crisis del petróleo en 1973.

Hace 50 años, el petróleo suponía el 50% del consumo de energía de todo el planeta y hoy el 30%, pero Oriente Próximo sigue produciendo un tercio del petróleo mundial y Catar es clave en el suministro de gas licuado por barco. Arabia Saudí e Israel habían desarrollado acuerdos que estaban a punto de firmarse, pero Irán, muy próximo a Hamás, tenía incentivos para reventar ese acuerdo y así ha sucedido. Catar y Arabia Saudí están muy enfrentados, Rusia tiene mucha influencia en Siria y Turquía tiene agenda propia y es aliada de Azerbaiyán contra Armenia. La tensión es extrema y eso hace más fácil que haya un accidente.

En España esta crisis nos pilla con menos deuda externa que en 2008, pero la pública supera incluso a la de 2012, año del rescate 

¿Cuál es la probabilidad de que suceda ese accidente y cuál será la causa? Nadie lo sabe y eso explica la incertidumbre, el desconcierto y la volatilidad de los mercados financieros. Le llamamos de renta fija pero el bono a 10 años del Tesoro de EEUU se ha movido unos 50 puntos básicos de rentabilidad en la última semana y su precio ha variado el 4%.

La incertidumbre en la economía es como la niebla en la conducción: cuando llega la niebla levantas el pie del acelerador y, si es muy densa, paras el coche o retrasas tu viaje hasta que se disipe. La aversión al riesgo de los inversores ha aumentado y eso les lleva a buscar refugio en la deuda pública a corto plazo de las monedas estables en las que confían. El precio del petróleo ha subido desde el ataque de Hamás hasta 90 dólares el barril, y el gas en Europa, a 50 euros el megavatio hora. Y todo es susceptible de empeorar si la tensión en la zona va a más.

Mejor que hace 15 años

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de presentar su escenario para 2024: espera un crecimiento mundial débil con una previsión de petróleo a 80 dólares de promedio. El Gobierno español acaba de enviar su plan presupuestario a Bruselas con una previsión de petróleo de 89 dólares pero la del gas a 33 euros. Si la tensión va a más y los precios del petróleo y del gas superan esos niveles previstos, hay riesgo de recesión mundial, la inflación sería más elevada, los países consumidores de esas materias primas nos empobreceríamos y trasferiríamos rentas a los países productores.

En España esta crisis nos pilla con mucha menos deuda externa que en 2008, con los bancos con más depósitos que créditos y cero dependencia de los mercados de capitales internacionales para atender la demanda de crédito de empresas y familias. El problema ahora es la elevada deuda pública, cuya dependencia de los mercados financieros internacionales es mayor incluso que durante el rescate de 2012 e infinitamente mayor que en la crisis del petróleo de 1973 y la de 1979. 

Si los compradores se decantan por la deuda pública alemana, más segura, el Estado sufrirá para financiar el déficit público

De momento, la prima de riesgo de la deuda con Alemania se mantiene estable próxima a 100 puntos básicos, lejos de los 600 puntos básicos de 2012, cuando el Gobierno español necesitó un rescate de nuestros socios europeos para financiarse. La fragmentación política tras las elecciones de julio aumenta la incertidumbre y la niebla. Si los inversores deciden no entrar en la niebla y comprar deuda pública alemana más segura, el Estado tendría problemas para financiar el déficit público, que se concentra principalmente en el sistema público de pensiones, y, como reconoce el Ejecutivo en su Plan Presupuestario, es estructural. Si tienes problemas para financiarte tienes que reducir el déficit y, si es estructural, las medidas tienen que ser subidas de impuestos o recortes de gasto permanentes, y no coyunturales como las que se han aprobado desde que comenzó la pandemia.

Noticias relacionadas

Durante muchos años he asesorado a inversores que compran nuestra deuda pública. Sus preguntas son sencillas, del estilo: ¿tendría el Gobierno apoyos en el Parlamento para aprobar medidas de ajuste si fuera necesario? La respuesta también es sencilla: no. Entonces preguntan: ¿hay alternativa política que lo pueda hacer? Lamentablemente, aunque hubiera un pacto del PP con Vox que sumara, la respuesta es de nuevo no, ya que Vox es un partido populista que propone aumentar significativamente el déficit.

Crucemos los dedos y que la tensión en Oriente Próximo se disipe y se acabe la niebla.